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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
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sábado, 13 de abril de 2024
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jueves, 4 de abril de 2024
Volver a partir
Lo bueno es que la vida no deja de sorprenderme.
sábado, 23 de marzo de 2024
Palabras enfermas, cansadas...
"Si algo sabemos los escritores es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueron alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados".
Palabras pronunciadas por Julio Cortázar en un discurso dado en París.
martes, 5 de marzo de 2024
¿Cómo se forman las "castas"?
De los
presidentes que hemos tenido, un poco menos de la mitad fueron abogados (y casi
llegan a dos tercios si solo contamos los elegidos por el voto). Los cambios
políticos en nuestra historia casi siempre han tenido a esta profesión como
protagonista. Nuestro presidente actual no es abogado, pero cita
recurrentemente a Alberdi y a la generación del 37, cuando se buscó en el
estudio del derecho el desarrollo de una filosofía política que guiara a la
nación: los abogados debían filosofar más que conocer la ley. Si bien Alberdi
los consideraba actores necesarios del proceso de construcción del Estado
Nacional, también subrayaba una sobrevaloración de los mismos en desmedro de
los "hombres prácticos" (ingenieros, científicos, comerciantes,
industriales) que serían los verdaderos constructores de la Nación, quizás lo
que Milei llamara en su discurso “las fuerzas productivas” de la misma. Allí se
inscribía la crítica de Alberdi a una educación excesivamente humanista que a
su juicio contribuía a pasiones que la industria y el comercio debían aplacar.
Otros
también vieron en el exceso de abogados en la Argentina un obstáculo para la
transformación de la realidad. Emilio Becher denunciaría en La Nación en 1906
la existencia de una oligarquía integrada en buena medida por abogados.
Consideraba inadmisible que ese título sirviera “para desempeñar el gobierno,
para regir la cancillería, para opinar en el Parlamento, para escribir
volúmenes”, señalando el peligro de tener un número excesivo de abogados en una
sociedad de escasa cultura, contaminando “las letras, la ciencia y la
política”. La intervención de los juristas en las funciones directivas del país
era y aún es demasiado notoria. Por ello en aquellos días Leopoldo Melo pedía
limitar el número de los que se graduaban en esta profesión dado que luego “se
asilaban en los cargos públicos” gravando de manera “innecesaria” el
presupuesto del Estado.
Subestimar a los
políticos en sus capacidades y logros es tarea fácil: basta con ver el país al
que nos han conducido y cuáles son sus bienes personales. En ese sentido, siempre la
creencia de que el estudio del derecho traería una cierta seguridad económica
jugó un rol importante a la hora de elegir la carrera y además, al menos hoy
(como para tantas otras profesiones), no requiere demasiada inversión de tiempo
ni demandas intelectuales considerables mientras que, a la vez, constituye una
casi monopólica puerta de entrada a la justicia y, consuetudinariamente, al
poder.
En su discurso del viernes 8 de marzo nuestro presidente dividió al país en dos grupos sociales: por un lado un establishment de los políticos y sus
amigos y, por el otro, los argentinos de bien amparados por las fuerzas
celestiales y guiados por él que, como “outsider”, nos anuncia que no va a jugar
el “juego mediocre de la política”: no viene a negociar. Dice que hay un camino del
conflicto que no eligió pero al que no le escapa. Sin embargo los políticos
podrían decir que eligió ese camino si no viene a negociar, ya que la política
supone negociación y administración de conflictos: abogados en su salsa.
Nuestro
presidente es pesimista al respecto: dice que no tiene muchas esperanzas en los
políticos porque “la corrupción, la
mezquindad y el egoísmo están demasiado extendidos”: uno podría pensar que
cuidan a cualquier costo sus propiedades privadas.
Por otra
parte, quiere que le muestren que la política puede ser más que lo que es. Este
reclamo es interesante y necesario. Pero cuando se llama a los gobernadores a
firmar un preacuerdo junto con un
“paquete de alivio fiscal” esa convocatoria podría sospechosamente parecerse al "juego mediocre de la política” en el que la negociación, el cálculo y el interés particular priman y no son precisamente dejados de lado.
Medidas como la eliminación de agencias
gubernamentales desprestigiadas, vehículos oficiales y vuelos injustificados,
jubilaciones de privilegio y burocracias sindicales, así como absurdos
beneficios y derechos de condenados, son seguramente bienvenidas por muchos. El Estado y sus funciones se han convertido
en muchos casos en una farsa y el presidente supone que eso es por la misma
naturaleza del Estado. Pero años de experiencia estatal pasada y presente
muestran que no siempre ha sido el caso.
Una cosa es este Estado y
otra cosa es el Estado y su historia. Basta recordar lo que hizo el Estado con la
ley 1420 por la educación en la Argentina y lo que ocurre hoy
cuando efectivamente los chicos en la escuela no entienden lo que leen ni
pueden resolver problemas de matemática básica. Pero no sabemos aún si el
presidente puede resolver ese problema nacional ni cómo piensa hacerlo: que la
gestión educativa esté a cargo de las provincias no lo exime de su
responsabilidad en este campo. Y si bien las familias tienen un rol fundamental que ocupar en la
educación, podría discutirse que sean solamente las mujeres amas de casa y
mucho menos en tal condición las que tienen “la enorme tarea de educar a
nuestras generaciones futuras”. Dicha
tarea, que es responsabilidad de todos y que hoy ocurre en muchos lugares,
podríamos imaginarla comenzando desde el ejemplo presidencial y habiendo
comprometido en la historia a figuras con las que simpatiza el presidente como
las de Alberdi o Sarmiento, polemizando entre ellos pero educando al
soberano.
Tiene
razón nuestro primer mandatario cuando dice que “hay una crisis de horizonte”.
Ni el estudiante promedio de abogacía es hoy aquel pensador de la generación del 37 ni la “patria
educativa” está a la altura de su tarea. Por ello y dada la relevancia que
probablemente sigan teniendo en tal horizonte las profesiones del abogado y del
educador en nuestra vida política y cívica, no estaría mal preguntarse en esa
clave por la formación de esas otras “castas” que presiden desde hace tiempo la
administración y la educación en nuestro país.
Finalmente, me quedé
pensando en por qué seríamos, como anunció nuestro presidente, por historia, y
mucho menos por derecho, “uno de los países más importantes del mundo” y en
cuándo fuimos o por qué volveríamos a ser
“un faro de luz para Occidente”. Y noté que, como su denostado Alfonsín otrora,
también Milei nos habla ahora de “bisagras” en la historia. Cuidado: Don Raúl
aprendió duramente que las mismas no existían.
domingo, 3 de marzo de 2024
Los dioses
"Los dioses van por entre cosas pisoteadas, sosteniendo
miércoles, 28 de febrero de 2024
Sin el viejo tango ni aquel rock and roll
En los años 70, en Los usos de Gramsci, Portantiero nos hablaba del contenido ético del Estado con el que la clase dirigente obtenía el consenso de los gobernados. Cuando el autor italiano se refería a la “reforma intelectual y moral” su organización debía ser el pilar de la acción política conducente a una nueva civilización. Paradójicamente hoy parecería ser alguien en las antípodas ideológicas quien busca representar una nueva moral de una sociedad hastiada de las formas de dominación vigentes y para lo que movilizó componentes culturales presentes en la vida popular. Pero ¿cómo hacerlo si se basa en aquella vieja ficción de la sociedad como un agregado racional de voluntades libres? Ya Durkheim se hacía esta pregunta para la reconstrucción de una moral cívica y la fundación de la solidaridad en tiempos de zozobra, y la respuesta estaba en la indagación de otros elementos culturales que permiten el contrato social: habría un papel importante de la dimensión ética en la integración de la sociedad.
Muchos han “usado” a Gramsci de la manera más vulgar, pero pocos recuerdan que sus ideas dieron a las ciencias sociales la posibilidad de una respuesta a aquella pregunta de Durkheim. El estado de anomia en que se encuentra la Argentina se proyecta hacia toda la sociedad como fuente de desmoralización general. ¿Y qué ocurrirá si el Estado fuera, como Gramsci suponía, al menos por ahora, justamente aquella instancia que nos permitiría participar de una moral cívica elevándonos con respecto a una moral profesional o corporativa y éste fuera poco a poco destruido? A la vez, reconstruir los lazos comunitarios pareciera imposible en un mundo de creciente aislamiento, burocratización y racionalidad formal e impersonal: Max Weber había visto ese otro problema en ciernes.
Gramsci subrayaba el papel de la dimensión ética en la integración de la sociedad y suponía que el Estado educaba dirigiéndola. Pero aquí la lucha por una nueva cultura no tuvo en cuenta las densidades de largo plazo de la misma: la voluntad colectiva estatal ha entrado en tensión con la voluntad popular. No hubo reforma intelectual y moral y nunca el momento político superó al momento corporativo en la Argentina. El juicio moral apela a las capacidades de discusión, intercambio y confrontación de puntos de vista en situaciones problemáticas, y demanda una atención particular al trabajo del lenguaje, y todos vemos día a día lo que ocurre en estos dominios.
jueves, 8 de febrero de 2024
Polímatas del día: Thomas Jefferson
Horticultor, lídery filósofo político, arquitecto, arqueólogo, paleontólogo, músico...:
lunes, 22 de enero de 2024
El infierno de los días
https://www.clarin.com/opinion/infierno-dias_0_JzLYENyL6B.html
Hay días que parecen infernales. Entonces recuerdo que hay un propósito en el viaje de Dante al infierno: entender las profundidades de la degradación en la cual podemos hundirnos. Beatriz quiere exponerlo a los horrores de aquel para que esté ansioso por regresar a la bondad y al amor.
La selva oscura en la que se halla perdido sin saber qué hacer simboliza la confusión política y moral en su vida y para comprender y purgar el mal es necesario conocer el infierno. Al entrar se le pide abandonar toda esperanza, pudiendo solo continuar por su fe no en la iglesia sino en Virgilio: el papado era uno de los principales factores disolventes por entonces y Dante sentía horror ante la dislocación del sistema de ideales de su espíritu.
Ese mismo horror se traslucirá tiempo después en las grandes tragedias de Shakespeare que reflejarían la decadencia y corrupción política de la corte. Hamlet había revelado que algo estaba podrido y su desesperación emergía de una falta de fe en el lenguaje y en sí mismo, de allí su incapacidad para actuar. Habiendo visto la esencia de las cosas, su náusea lo inhibía de una acción que nada cambiaría.
¿Cómo pedirnos arreglar un país y un mundo desencajado? El conocimiento mata la acción que requiere de los velos de la ilusión y, como intelectual, muere. La conciencia de la catástrofe espiritual de un país se vuelve intolerable para un alma sensible que, más tarde en tiempos románticos, será sujeta a agitaciones tormentosas con el Werther de Goethe imposibilitado de adecuarse al mundo que lo rodeaba o el Frankenstein de Mary Shelley aprendiendo sobre la sociedad criminal en la que se hallaba, sintiéndose excluido de ella y acabando también él buscando su propia muerte.
Ya en siglo XX, si bien en América Latina las pesadillas de la violencia y el desasosiego de los hombres víctimas de la peste del poder fueron maravillosamente retratadas por su literatura, quisiera evocar hoy aquí al infrecuentemente recordado Lezama Lima quien señaló el potencial político de la poesía como reino actuante contra la corrosión de los tiempos, fundando eras imaginarias contra una historia vulgar.
Según Lezama (como también Camus lo haría en Francia de otra forma), había que propiciar la cópula de la historia y la poesía y recuperar “la plenitud humanista frente a las potencias innominadas, los organismos inferiores, el frío caos”: se trataba de resguardar un mundo premercantil en el que sobreviva el diálogo entre las personas.
Para ello, la poesía era el único hecho integrador donde no era posible grieta alguna. Aquí la política no era guerra sino encuentro espiritual, por eso Lezama soñaba con que en su isla pudiera comenzar su historia dentro de la poesía gracias a un vivir “refinado y misterioso”. Frente al pesimismo de la naturaleza perdida, la invencible alegría en una imagen reconstruida del ser humano.
No podremos recuperar lo perdido sin una conciencia política y poéticamente liberadora y soñadora en tiempos de tinieblas. Atormentados por la esterilidad cotidiana, una vida buena solo reaparecerá recreando el lenguaje y nuestro mundo con nuevas expresiones que nos permitan una salida (al menos pero tal vez no solamente imaginaria, dado el poder creador de la poesía) de esos días que nos parecen infernales y su penosa entropía
viernes, 5 de enero de 2024
Polímatas del día: Omar Khayyam
Polímata persa conocido por sus contribuciones a las matemáticas, la astronomía, la filosofía y la poesía:
lunes, 1 de enero de 2024
Polímatas del día: Karl Jaspers
Karl Jaspers, médico, psicopoatólogo y filósofo. Aquí, un autorretrato:
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