Versión del diario: Tiempo, sensiblildad y paciencia para ver al otro
Superar
la grieta requerirá tiempo y una gran labor educativa y cultural. Solo
aprendiendo la lengua del otro podremos tener una conversación que nos
enriquezca, pensando los pensamientos del otro a través de modelos de comprensión mutua que no serán fáciles de llevar a cabo. ¿Cómo
superarla con quienes creen en la grieta como realización identitaria y que
consideran inútil tal conversación? Lo bueno posible se alcanza buscando lo
imposible mejor. “Me llamó la atención Macri como alguien que escucha y cambia
si le dan buenos argumentos”, dijo Lino Barañao luego de que Macri lo
convocara. Si el mutuo reconocimiento y la reunión entre nosotros se
interrumpió, Macri y Barañao parecieron reanudarla por un momento.
Debemos
ensayar nuevas formas de actuar mientras se ponen en cuestión viejas creencias
colectivas. Necesitamos producir esa espontánea suspensión de la duda que
constituía para Coleridge la fe poética. Si la cólera es la pasión por
antonomasia en la tradición homérica que inaugura nuestra civilización, en el Fedón dice Platón que las pasiones son
enfermedades del alma que le impiden el contacto con lo divino. Spinoza
afirmará luego que el sujeto las puede convertir en afectos esclarecidos por
una razón apasionada. Será importante entonces repensar cómo actúa la cultura a
través de la pasión y qué ocurre con nuestra capacidad de ser afectados, ya que el futuro de nuestra democracia pasa
por una exigencia política sin la cual las pasiones serán difíciles de
soportar. Precisaremos traducir las tensiones y discordias que nos atraviesan y
darles una expresión que permita bordear los precipicios hacia los cuales se
deslizan. Ponerse en el lugar de
los otros debe ser parte de lo más básico de nuestra educación y para ello es
decisivo el papel de los ejemplos. La sociedad toda debería ser convocada para
esta tarea y entrenada en humildad y reconocimiento, lo que implicará una
tolerancia a la incomodidad convirtiendo el dolor de la incomprensión en el
placer de la contemplación, en un dialogismo donde sentirse cautos y precarios.
Son significativos los beneficios de una sensibilidad elevada ante la
precariedad de la comunicación. El
Estado tiene la responsabilidad de enmendar la grieta y modificar el clima
emocional y todos debemos aprender a revisar estereotipos y prejuicios.
Dicho
esto, ¿no estaremos en posición de debilidad con respecto al fanático que
impone por fuerza la división? Montesquieu había evocado esa paradoja a
propósito de la tiranía sufrida por las mujeres quienes, con mayor humanidad,
menos querían tiranizar a los hombres a quienes, entonces, les era más fácil
tiranizarlas. Pero la noción de debilidad puede ser una forma que revista la
responsabilidad.
Este
desafío requiere cambios culturales profundos. Necesitamos políticas que ayuden
a la sociedad a superar sus limitaciones. Hará falta sensibilidad y paciencia. Más
que afirmar identidades y dirimir supremacías,
debemos seguir buscando consensos.
No faltan
los que pretenden continuar la grieta que no podrá superarse si se la considera
necesaria. La seguridad es amiga de la indiferencia y una identidad demasiado
sólida solo se construye a base de negaciones violentas de otras. Necesitaremos
una mirada creativa y no desprovista de humor, opuesta al melodrama cómplice de
la violencia.
Es fácil argumentar la dificultad de superar la
grieta y no debemos olvidar que solo podemos encontrar salidas dentro de
aquello que ya somos y no engañosas ilusiones. Por eso será necesario también
desnudar la verdad de lo ocurrido en estos años. Porque dentro de la vida falsa
no puede albergarse la vida justa y porque comprender no significa aceptar lo
inaceptable: una sociedad sin ideales ni justicia es la mejor garantía para el
deterioro moral de una nación.
Heridas
sobran, resentimientos también. Pero como escribiera Borges en “Los justos”, el
que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho y aquel que prefiere
que los otros tengan razón, entre otros, ignorándose, están salvando el mundo. Por
suerte Barañao ya no reconoce a Macri como la encarnación del mal y a este
último le pareció importante convocarlo. Es un tímido pero auspicioso comienzo cuya
potencialidad aún desconocemos. Dependerá de cuánta impostura, cálculo u
honestidad haya en esos encuentros.
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