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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

lunes, 25 de septiembre de 1995

Fútbol y multitudes III

Esclavitud

Los griegos no consideraban hombres a los esclavos. Lo mismo sucedió con los españoles respecto a los indios. Es así como se hace la educación del servilismo: todos con las mismas actitudes, los mismos gestos.

Un gran equipo de fútbol es un negocio industrial de nuevo tipo. Es dirigido como una emrpesa. Ha dejado de ser artesanal. Y hay una explotación del personal deportista por parte de las firmas profesionales. La manera en que los jugadores son transferidos de un club a otro es la ilustración de cierta forma de esclavitud. El sistema de contrato y transferencias en vigor en muchos países es incompatible con algunas disposiciones de la declaración de los derechos del hombre. 

La naturaleza en la ciudad es de la misma calidad de nuestra esclavitud y es lo que el pájaro en la jaula: un simulacro de la verdad y de la gracia. Vivimos en un mundo más bien desagradable en el que tanto las multitudes, como los poderes, necesitaban esclavizarnos. El tirano, el sacerdote, los secuestradores de almas, las multitudes quieren persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Necesitan administrat nuestros pequeños terrores internos.

Los jugadores se venden como animales o esclavos. Eso es el profesionalismo. No hay espacio para la camiseta.

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