Los griegos no consideraban hombres a los esclavos. Lo mismo sucedió con los españoles respecto a los indios. Es así como se hace la educación del servilismo: todos con las mismas actitudes, los mismos gestos.
Un gran equipo de fútbol es un negocio industrial de nuevo tipo. Es dirigido como una emrpesa. Ha dejado de ser artesanal. Y hay una explotación del personal deportista por parte de las firmas profesionales. La manera en que los jugadores son transferidos de un club a otro es la ilustración de cierta forma de esclavitud. El sistema de contrato y transferencias en vigor en muchos países es incompatible con algunas disposiciones de la declaración de los derechos del hombre.
La naturaleza en la ciudad es de la misma calidad de nuestra esclavitud y es lo que el pájaro en la jaula: un simulacro de la verdad y de la gracia. Vivimos en un mundo más bien desagradable en el que tanto las multitudes, como los poderes, necesitaban esclavizarnos. El tirano, el sacerdote, los secuestradores de almas, las multitudes quieren persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Necesitan administrat nuestros pequeños terrores internos.
Los jugadores se venden como animales o esclavos. Eso es el profesionalismo. No hay espacio para la camiseta.
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