Este libro busca ser interdisciplinario a pesar del sexismo disciplinador (paradoja doble, puesto qeu todas las autoras son mujeres), del alambre de púas campestre para pensar tensiones, focos, estrategias, resortes, entre el concepto y la pasión.
La "socialización en contra de la madre" no genera lo nuevo buscado, no elimina discriminaciones asentadas en mitos y creencias históricas: las brujas no han sido aún rescatadas de su creación por la inquisición y estas mujeres trabajan para ello, para dar a luz...una diferencia. Según Eva Giberti, aún se mantiene la ecuación imaginaria mujer-útero-madre.
La relación entre la pertenencia a una determinada clase social y las enfermedades y dolencias paritculares también se ve atravesada por esencialismos y es portadora de una autonomía imaginaria que la recrea con elementos comunes y diversos pero, ambos, dependiendo de un lenguaje masculino, un "objeto" de un "sujeto". Pero las autoras reonocen (o por lo menos una de ellas) que también es posible reivindicar la "indisponibilidad", la reclusión, el refugio antinuclear, el campo y las estrellas, como interpreta el citado M. Moia en "El no de las niñas".
Las escritoras desean evitar esencialismos, cuñas médicas, ansiolíticos, yerras y príncipes. Si el poderoso caballero, don dinero, es más...culino, la inseguridad vuélvese femenina, y la contraviolencia también invisible y material.
Si es invisible todo lo que no estamos viendo, y si no vemos que no vemos, y si no vemos que no vemos que no vemos, tenemos que empezar a ver, mujeres. ¿Voluntarismo? No creo. ¿Y si vemos pero no hablamos? Ven, pero no hablan, pero escriben. ¿Y si ver, decir, hablar, es la inevitable anulación del otro, la masacre de la cultura, también, un poco, quién sabe?
El silencio de Sor Juana, sin más, al decir de varias, era un modo de negarle autoridad al obispo. Ellas ya no saben mirarse en el espejo de "aquelas mulheres de Atenas" a las que cantara Chico Buarque.
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