Sujetos frontera
Anselmo, en La casa verde , dice ser peruano, pero nadie termina de creerle porque no reconocen la procedencia de su acento:
“...no tenía el habla dubitativa y afeminada de los limeños, ni la cantante entonación de un chiclayano; no pronunciaba las palabras con la viciosa perfección de la gente de Trujillo, ni debía ser serrano, pues no chasqueaba la lengua en las erres y las eses. Su dejo era distinto, muy musical y un poco lánguido, insólitos los giros y modismos que empleaba y, cuando discutía, la violencia de su voz hacía pensar en un capitán de montoneras. Las alforjas que constituían todo su equipaje debían estar llenas de dinero: ¿cómo había atravesado el arenal sin ser asaltado por los bandoleros?74
¿Cuántas veces volvieron a preguntarme si yo era porteño al no recocer mi acento? ¿Se deberá esto a mis viajes? Lástima que las alforjas que constituyen todo mi equipaje no tengan todo ese dinero. Pero, además, Anselmo atraviesa fronteras -el arenal- sin que lo vean, ayudado por su propia identidad fronteriza. (Recuerdo que en Argentina se designa con el nombre de “fronterizos” a los niños que están en el borde entre la “normalidad” y algún tipo de mogolismo. Las nuevas modas han llevado también últimamente a llamarlos “especiales”.)
Sin embargo, no hay que haber salido del país para ser un sujeto frontera. Se puede ser extranjero en el propio lugar y estar en la frontera de la propia nacionalidad:
“Nací en el Anti-Perú, casi me obligan a responder cuando ando por las provincias, y cuando los europeos indagan en mis ojos, niegan mi nacionalidad .”75
El desgarramiento de vivir entre dos mundos. Poetas latinoamericanos viviendo en Europa, poetas que han muerto, poetas que permanecen en silencio: tres formas del exilio elegidas por los sujetos frontera.
(74) Mario Vargas Llosa, La casa verde, op. cit., p. 54-55
(75) Abelardo Sánchez León, "Los recuerdos están marchitos", en La balada del gol perdido, op. cit.
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