Los sujetos de las narrativas aqui analizadas discurren entre huecos de sentido en un territorio que parece ilusorio. La puerta, cerrada pero transparente, del cuento “Una aventura nocturna” de Ribeyro, es un símbolo de estas figuras en las que se deposita la ironía del mundo. (Recuerdo aquella sentencia de Borges celebrando “la magnífica ironía de Dios que me dió al mismo tiempo los libros y la noche.” ) Estos personajes, como Ernesto, se hallan atravesados por dos mundos y no pueden apresar ninguno. Como Bryce Echenique prefiriendo jugar la mitad de un partido de fútbol en un equipo y la segunda en otro. Que beneficios puede acarrear este desgarramiento, esta paradoja? Las ironías de la historia, de nuestras historias, nos permiten eludir las gravedades discursivas, las sentencias altivas, el pensamiento tribal, como Garcilaso, como Arguedas, como Bryce Echenique. Dice Luis Loayza sobre Lucho, el personaje de La crónica de San Gabriel de Ribeyro:
“...Como todos los personajes profundamente imaginados, en Lucho existe una parte de misterio que escapa a su autor y que el mismo no comprende: ‘Mis decisiones más importantes eran siempre dictadas por sentimientos contradictorios’.”70
(70) Luiz Loayza, El sol de Lima, op. cit., p. 173.
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