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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

viernes, 4 de octubre de 1985

Análisis de discursos políticos radical y justicialista en elecciones de noviembre de 1985 en Cap. Fed. y Prov. de Bs. As. (1985)

Esta última campaña eleccionaria quizás haya sido caracterizada fundamentalmente por el derroche publicitario impresionante que inundó todos los medios de difusión posibles, especialmente los masivos. Las opiniones de los candidatos, su vida familiar, su intimidad, sus vestimentas, sus "hobbies", todo cayó tras las garras del tigre periodístico. Los candidatos entraron en este juego y los días previos a la elección fueron un volcán de opiniones, chismes y debates sin antecedentes en la historia electoral argentina.
El discurso publicitario creció por sobre el discurso político estricto y la confrontación de ideologías. También hubo un menor nivel de movilización popular con respecto a la campaña de 1983, caracterizada por los grandes actos políticos (producto de tanto tiempo sin posibilidad de expresarse). La influencia de la televisión jugó un gran papel en esta elección.
La imagen del narrador (enunciador) que se crea en estos años se recrea por diferenciación ante lo otro y se produce un discurso en base a la interpretación de otros discursos, lo que hace que sea muy difícil decir qué es lo específico de cada uno. 
En la última campaña todos los discursos, para obtener posibilidades, aparecen en el mismo nivel. Todos se encuentran en un plano de equivalencia y en ese sentido es que de alguna manera podemos hablar de una cierta saturación sin que esto implique lo mismo en la recepción. Y se va a jugar más en el plano del creer que en el del convencimiento. La mediatización parecería actuar cada vez más en el plano del discurso político dirigido sobre todo a las relaciones personales, motivada por la tendencia a la privacidad heredada del proceso militar. Esto lo percibe Alfonsín en 1983, jugándose hacia una imagen cálida y paternalista opuesta al frío formalismo militar.
El autor de un discurso es sólo aquel a través del cual se expresa algo. A través de la propuesta radical, o mejor, de lo que el radicalismo había creado a través de su imagen, se expresaron tanto en 1983 como en 1985 las necesidades y deseos de estabilidad y paz, de racionalidad y cautela, de un pueblo.
Pero nosotros vamos a tratar de no analizar la efectividad de los discursos, de no analizar la campaña a través de los resultados sino ver qué es lo que pasa más allá de ellos.
Claramente diferenciados resultaron en esta campaña los discuros de la juventud política (Stubrin, Moreau, Grosso, María J. Alsogaray) y los de la "vejez política"(Alende, Cafiero, Jaroslavsky, Julio Alsogaray), visualizándose en los primeros una mayor apertura e integración ante la crisis.
El fenómeno de declaración del estado de sitio previo al acto eleccionario también dejó sus huellas en la campaña misma, ya que mucho se habló del mismo y volvió a aparecer el tema de la paz social que tanto simbolizó Alfonsín.
Cuando nos referíamos a algún tipo de "saturación" nos referíamos a la exhortación generalizada a afianzar la democracia que monotematizaba de alguna manera la campaña (algo también logrado por la estrategia radical que, al erigirse como "única" absoluta guardiana de la democracia, motivó la reacción de los demás partidos políticos).  Y en el acto eleccionario vimos cómo la demanda de un sistema democrático se mantiene, no por el triunfo del radicalismo esencialmente, sino por el elevadísimo porcentaje de votantes que otorgó una legitimidad popular a los procedimientos de representación política. 
Esto está relacionado con la vuelta a la ley que se produjo, después de tantos años de ajuricidad, y la creación de un espacio institucional nuevo. Nuevamente la democracia cruzó el discurso de la mayoría de los partidos políticos. La hegemonía del discurso radical se había afianzado. El eje que marcaba la posibilidad de obtener algún tipo de respuesta en el sufragio era la cuestión de la democracia, "cerrando" momentáneamente el sistema discursivo hegemónico. El eje liberación-dependencia quedó postergado. Ducrot nos dice que "si se admite un acto ilocutorio de argumentación, este acto consiste en imponer al destinatario una determinada conclusión como la única dirección en la que el diálogo puede continuar."
Nos dice Foucault: "En toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que tienen por función...dominar el acontecimiento aleatorio". A estos procedimientos Foucault los llama "de exclusión". Son aquellos discursos que quedan relegados (los no democráticos en este caso) en función de la instauración de una verdad impuesta con ciertas reglas, que tiene también su forma discursiva. 
Otra característica de esta campaña fue la relación instaurada entre las candidaturas y las agencias de publicidad que trascendió en otros partidos más allá del oficial (que ya había trabajado así en la elección de 1983), y las encuestas volvieron a pulular otorgando en casi todos los casos la victoria al oficialismo con el impacto que ello implica.

Los discursos políticos en la Argentina tienen como meta el conseguir un conjunto de referentes asociados por el pueblo a una vivencia pasada común. El discurso radical trató de operar con los dos años vividos en democracia con los logros comunes alcanzados para que ese pasado reciente sirviese como ejemplo del principio de un camino a recorrer. Por eso, entre otras cosas, el "Para seguir avanzando" de la campaña. Los antagonismos que caracterizaban a la política argentina y que aún permanecen en ciertos discursos se hallan actualmente en una situación de recesión ante el discurso unificador dominante (el patria-antipatria, peronismo-antiperonismo, etc.) El Frejuli, Licastro y el PO, entre otros, sufrieron de este mecanismo actuante de nuestros días.
El juicio a las juntas militares y la actividad a pleno de la justicia se consolidan en un marco que se contrapone a las 27 amnistías políticas dictadas desde 1811 a 1983.
Los logros y no logros del gobierno radical hicieron que las referencias a estos dos años por parte del discurso político ya no se agotaran como en 1983 en sucesivas operaciones sobre la memoria del otro, para producir olvidos. El Plan Austral fue un punto de referencia constante a estos efectos. Y el radicalismo a través de sus discursos logra asociar el pasado común a la innovación democrática (como decimos más arriba) y el pasado ingerido a la repetición de la situación de crisis, lo imposible, lo inviable (también logra esta asociación el peronismo renovador al ubicar en este último sector al herminismo).
La apelación a "la nueva mayoría" constituye una apropiación del discurso histórico peronista que siempre había podido vanagloriarse de su liderazgo inexpugnable en materia electoral, que se solidifica a través de la frase slogan: "Sume su voto al voto de la mayoría".
Se produce también una interiorización subjetiva de un determinado bien de autoridad (el sistema democrático) y de la figura de Alfonsín como presidente (al que casi todos los políticos respetan) en quien se basó, o alrededor de quien giró, la campaña.
La campaña publicitaria radical tuvo un estilo que fue continuación del de 1983, esta vez utilizado también por otros partidos políticos: frases cortas escritas en letra cursiva y con dirección casi siempre ascendente, sin excesos textuales y con la presencia de símbolos de inmediata identificación (óvalo RA). Casi toda la campaña oficial, o el eje de la misma, estuvo constituido por una frase: "Usted sabe" y en el óvalo ya conocido.
La otra característica esencial, reificadora de la figura presidencial en una elección parlamentaria, fue el slogan: "Si gana Alfonsín, ganamos todos". También fueron utilizados algunos caminos subliminales: en el afiche que pregunta "¿Por quién cree que votará Raúl Alfonsín el 3 de noviembre?" el óvalo aparece dos veces, abajo del cartel (como en todos) y dentro de la "ese" de Stubrin, por quien convendría optar para actuar de la misma manera y junto al presidente.
Siempre se trata de alusiones precisas, contundentes, optimistas, y que dejan entrever el que algo andará mal si no ganan los radicales.
La frase "Usted sabe" alude a que, entre otras cosas, solamente van dos años del período presidencial y que nosotros sabemos ya cuál es la propuesta que el radicalismo ha emprendido y cuáles son, si es que hay, las alternativas a ella. "Hablemos en serio" estaba destinada sobre todo a responder a esa acusación demoprogresista de que Alfonsín no era radical. La tipografía de los afiches radicale apunta al personalismo antes mencionado; el manuscrito da la sensación de acercamiento y calidez, de vitalidad y trabajo, de cotidianeidad y naturalidad, de algo que posee movilidad y vida. La acentuación del sujeto tendría que ver con el problema de la credibilidad antes mencionado.
El radicalismo se lanzó a presentar sus candidatos partiendo de la idea de que no se los conoce suficientemente. De allí el aviso de Alfonsín llevando del brazo a Stubrin y Moreau, o la foto de Pugliese con Stubrin. La frase "Alfonsín necesita mayoría en el congreso" implicaba que votar en contra de la UCR podía llegar a ser desestabilizante. Y ninguno de los rivales del radicalismo pudo desarmar concretamente ese juego. Más que unas elecciones parlamentarias, este comicio se constituyó también en un referéndum a favor o en contra del presidente. Todo giraba en torno a él.
El partido gobernante sostuvo la tesis de que un gobierno sin congreso favorable equivaldría a un gobierno que afrontase crisis permanentes. 
Y las propuestas se vieron preñadas de realismo. Los radicales invitaban a aceptar la realidad, en la convicción de que habían hecho lo mejor posible en un entorno catastrófico. Por la televisión se emitía como publicidad un fragmento de un discurso de Alfonsín con la fecha sobreimpresa, explicando que pasaría al otro día si en ese día diese un aumento de sueldo.
Anteriormente hablábamos del juicio a las juntas. Tanto este tema, como el de los derechos humanos, estuvieron relegados en las campañas, a pesar de que en esos momentos terminaba el período de acusación y defensa de los ex-comandantes con una gran cobertura periodística (la cercanía al acto eleccionario es un hecho que no se debe obviar). Si bien Marcelo Stubrin toca el tema del juicio en sus discursos, no entra en detalles. Sólo en María Julia Alsogaray abunda el tema, que es usado para criticarlo. A los peronistas se les planteaba el problema de cómo diferenciarse si se coincidía en lo más grueso (hablo del sector renovador, puesto que el herminismo siempre se opuso). Y es posible que los no radicales hayan pensado que si protagonizaban el juicio hacían campaña a favor del radicalismo.
Ya mencionado antes, el Plan Austral fue el punto de referencia insoslayable para hilvanar las propuestas económicas de los diferentes candidatos, y la aniquilación de una enfermedad endémica en nuestro país también dejó sus huellas en el discurso oficial, restándole fuerza al discurso liberal.
Volvamos un poco al afiche "Si gana Moreau, gana Alfonsín, y si gana Alfonsín, ganamos todos." En ese afiche Moreau aparece con la mano tendida al estilo de Alfonsín en 1983 y en sus discursos actuales. todo ese peso que recae sobre la figura del líder hace que el triunfo, si se da, sea el triunfo de Alfonsín. El objetivo es que la gente vote al presidente para que Alfonsín haga lo que quiere hacer y viene haciendo. Porque "Usted sabe" que "si gana Alfonsín ganamos todos". Porque lo que queda implícito es que en estos dos años se avanzó. Y eso llega de una u otra manera puesto que lo que cuenta es lo que está dicho, sea verdadero o no. Y además, si no gana Alfonsín no ganamos todos, lo que implicaría una vuelta a los sectarismos.
El enunciador es la UCR como totalidad cuya sigla está inscripta muy pequeña en la parte inferior del afiche. 
Y tenemos que tener en cuenta la importancia de lo que se dice al principio y lo que se dice al final: es una cadena de hipótesis lógica. Si X entonces Y; si Y entonces Z. Y lo que se busca es Z. Esto se asemeja a una fórmula lo cual le otorga visos de racionalismo. El "Usted sabe" implica también que "usted aprendió", ya sabe quién es quién en la política argentina. El carácter hipotético de la frase también la rodea de un halo democrático en el sentido de que no hay una orden expresa, ni un tono imperativo. Además, el verbo "ganar" aparece en ese afiche cuatro veces (el afiche tiene diez palabras) con el siguiente orden: gana, gana, gana, ganamos, lo que constituye una acentuación de la inminencia de un triunfo. 
Y en el "ganamos todos" hay una remisión al "nosotros ganamos todos" que son dos colectivos plurales expresamente inclusivos.
Se establece así una red de cooperaciones entre el pueblo (todos), Moreau (candidato) y Alfonsín (presidente), lo cual supone un contrato implícito entre ellos, donde el eje principal estructurante está en la persuación (no ya en la información).
La modalidad de la enunciación tiene una actitud de certidumbre hacia el interlocutor que da fuerza ilocucionaria al mensaje emitido.
El "Usted sabe" se diferencia de la actitud docente de la elección de 1983, donde había que enseñar, "hacer saber". Ahora el que "sabe", el que "aprendió" es el destinatario. Ahora debe aplicar lo que aprendió: todo un proceso de razonamiento expositivo.
Como sostiene Leonor Arfuch en su trabajo sobre las elecciones de 1983, "la equiparación entre enunciador y destinatario es reforzada por la partícula 'todos' que aparece como síntesis del amplio espectro social y sectorial donde el discurso se propone producir efectos de reconocimiento: trabajadores, empresarios, productores, intelectuales, mujeres, jóvenes, tercera edad..."
La frase "El pueblo sabe" que usaba Luder en 1983 fue retomada por Alfonsín en el ya varias veces mencionado "Usted sabe". Como vemos en la cita de Arfuch, el "todos" ya se usaba asiduamente en 1983. No hubo en el radicalismo y el peronismo renovador, en esta campaña de diputados, enunciados que correspondan a un "yo" unívoco en el discurso.
El slogan "Otra vez es necesario votar SI" aludía no sólo a la campaña de 1983 sino también al plebiscito por el Beagle, recordando el logro en esa materia. Aparece aquí el orden semántico del deber a través de un exhortativo ("es necesario"), que marca la posibilidad de hacer del destinatario, y de su obligación en ese tema. Hay una transformación de modo que remite a la necesidad de una acción: es un deber el votar por Alfonsín. Esta necesidad indica una tensión que impone un comportamiento determinado al auditorio.
Durante la campaña del radicalismo se trató de hacer recordar a la gente la situación de la cual se venía, la crisis heredada, y lo que todo el pueblo hizo, contraponiendo la impunidad del terrorismo de Estado y el autoritarismo con el Juicio a las Juntas militares; el aislamiento político internacional con el prestigio actual alcanzado; la desinformación, el engaño, los periodistas asesinados y la censura con la libertad de expresión; la Doctrina de la Seguridad Nacional con la Ley de Defensa Nacional; etc.
En la frase ya mencionada "Para seguir avanzando", el verbo "seguir" es un presupuesto; se considera que ya se avanzó antes. Y este presupuesto, sin ser verdadero ni falso, resistirá su negación y su transformación al interrogativo "¿Para no seguir avanzando?" y "¿Para seguir avanzando?" O como preguntaba Grosso: ¿Hacia dónde? Pero eso ya es resistido.
Y para darle al trabajo un toque musical, tengo que contar que cuando ví por primera vez la propaganda en la que Stubrin (a través de una mano invisible) estampa su firma en el final, el sonido que realiza la escritura de su nombre es igual al producido por el legendario personaje de la serie estadounidense "El Zorro", cuando éste estampaba su zeta en las zonas más pudorosas del Sargento García. Inmediatamente pensé: "Es Stubrin que llega para salvarnos".
Además, la palabra "juntos" vuelve a aparecer en el discurso radical. El discurso alfonsinista, como sostuvo Arfuch, confirma también la regla de Landowski de que el sujeto politico debe aparecer siempre como dispuesto a asumir "todas las responsabilidades", que se oberva bien cuando Alfonsín dice asumir "todo el costo político" de sus medidas, lo cual implica una demanda de confianza hacia el enunciador y de éste al destinatario. Así, el discurso radical fue "creíble" y construyó una realidad discursiva diferente, hoy constituida en dominante.
También existió en la campaña radical una acentuación de lo que hay que hacer que sería más todavía de lo mucho que se habría hecho (el discurso político siempre opera en la franja de lo que hay que conquistar, y precisamente hay que hacer las cosas que podría pedir esa franja virtual). Pero por sobre todas las cosas había que renovar el contrato firmado en 1983 entre el pueblo y el gobierno.
Además, el hecho de que no se explicitase hacia dónde había que seguir avanzando dejaba un margen de indeterminación qeu permitía mayores lecturas de diferente tipo.
La entonación de las frases de Moreau recuerdan a las de Alfonsín, teniendo en cuenta el espacio del receptor. Esto también se vislumbra en Stubrin, aunque en éste la imitación es menos evidente.
El discurso radical y su proyecto han calado en la sociedad civil. Pero a su vez este discurso tiene límites que van a chocar con una realidad cada vez más inexorable. ¿Qué pasará entonces? Lo que sí se ve es que la "racionalidad" ha reemplazado al "irracionalismo" en la palabra política, hecho que se expresó con total claridad en el debate previo al plebiscito por el Beagle que sostuvieron el senador Saadi y el canciller Caputo: es el discurso de lo posible. El mismo que va a usar Moreau para desacreditar las posturas económicas del Partido Intransigente.
El tema del realismo y de la única salida posible ya venía de la elección de 1983. Y Stubrin y Moreau constituían en este sentido una buena dupla: el primero se mostraba más sereno y argumentador, poseía una imagen más cauta e intelectual; mientras que el segundo representaba más fogosidad y lucha, intransigencia y enfrentamiento, y una mayor sumisión en el discurso a la figura presidencial. El pragmatismo, por otro lado, es característico de las épocas de transición política que acompañan el rejuvenecimiento de palabras como "posible", "proyecto", "oportunismo", "imposibilidad", etc.
"No le ate las manos al presidente", pidieron los radicales. Esto remitía al pedido de un nuevo pacto con el presidente, de la renovación de su fe en él. La presencia del líder eliminaba muchas dificultades. Por eso es que sobre él giró la campaña, sobre su fortalecimiento: Stubrin y Moreau valían sobre todo porque eran hombres de Alfonsín.
Y la oposición se dedicó a marcar las fallas del oficialismo y a proponer salidas a las mismas. De esa manera, seguían dando vueltas alrededor de Alfonsín. Todos sostenían al presidente. Pero "Alfonsín ha cometido errores", decían; "nosotros los solucionaremos" era la frase siguiente en esta fórmula. Pero esto sólo logró dar más prestigio a Alfonsín y lo ubicó en el centro de la campaña electoral.

En las elecciones para diputados de noviembre de 1983 el peronismo concurrirá dividido en la provincia de Buenos Aires. De esa manera, la estructura orgánica del partido concurrirá bajo la sigla ya utilizada en 1973, el FREJULI, y el sector disidente comandado por Cafiero lo hará en un frente con la Democracia Cristiana denominado FREJUDEPA. Grosso, habiendo vencido en las elecciones internas, no tuvo necesidad de separarse del partido, aunque apoyó expresamente a Cafiero en la provincia y Licastro, derrotado en las urnas, se presentó extrapartidariamente, aunque con el beneplácito del sector herminista dominante en la estructura partidaria. Así, el peronismo concurría a una doble elección: la elección para diputados nacionales y, de paso, dirimía su interna para ver quién realmente representaba al afiliado justicialista.
El hecho de que continúe en el país la revalorización de los procedimientos institucionales ante la ajuricidad característica del proceso contrastaba con la imagen que daba el peronismo, pues este mostraba transgresiones a reglas institucionales además de problemas de gobernabilidad internos. La pregunta que surge es: si no se pueden gobernar a sí mismos, ¿cómo van a gobernar el país? Esta pregunta se la hacía cualquier persona en la calle.
Pero el discurso de un sector se va a "radicalizar" o, mejor dicho, a "alfonsinizar". Me estoy refiriendo a Grosso y Cafiero. Así, el peronismo metropolitano apelará también a lo positivo, reemplazando a Alfonsín por Carlos Grosso. Y Grosso comienza a cimientar un liderazgo. Existe en él la intención de borrar la imagen del peronismo tradicional y la mención "Partido Justicialista de la Capital Federal" aparece sólo en un extremo inferior de los afiches callejeros, en una letra casi ilegible, lo cual se contrapone a la exaltación abusiva de la figura de Perón en la campaña presidencial. Junto a una inmensa fotografía de Grosso puede leerse: "El cambio está en nosotros", como para que no queden dudas, primero, sobre quién es más renovador dentro del peronismo a través de un nosotros que se refiere solamente al peronismo renovador distinguiéndose a) del herminismo y b) del radicalismo triunfante en 1983 (el sector de Renovación y Cambio). La escritura también aquí es ascendente cuando propone: "Empecemos a crecer", lo cual supone que todavía no se empezó.
El problema del justicialismo es que posee los límites de su doctrina. Ya lo dijo Foucault cuando hablaba de la doctrina como la "dependenia que denuncia al enunciado y al sujeto que habla, y al uno a través del otro. Vincula a los individuos a cierto tipo de enunciación y como consecuencia les prohibe cualquier otro; pero se sirve de ciertos tipos de enunciación para vincular a los individuos entre ellos, y diferenciarlos por ello mismo de los restantes" (aquí también se marcan los beneficios de la misma). "La doctrina efectúa una doble sumisión: la de los sujetos que hablan a los discursos, y la de los discursos al grupo de los individuos que hablan". Pienso que es por ello que le cuesta tanto al peronismo salir de 1945.
Pero, a pesar de todos sus problemas, Cafiero y Grosso hicieron buenas campañas recuperando los votos que se daban por perdidos por el caos interno. Fueron campañas en las que los dos candidatos ofrecieron imágenes bastante aceptables para el conjunto de la población, incluso la no peronista. A pesar de que ésta existió, la crítica contestataria peronista no fue tanta como en 1983, ya que aquí Cafiero no tenía que mostrarse tanto y Grosso se ue construyendo una imagen propia, lo que implicaba una cierta importancia de los propios candidatos. A pesar de ello, también en esta elección los justicialistas estuvieron detrás de los radicales en la carrera eleccionaria.
Las frases más características de la propaganda grossista fueron: "Empecemos a crecer"(ya comentada); "Nuestra ética es la justicia social"(se refiere a un nosotros exclusivo de los peronistas y, si la ética de ellos es la justicia social es porque hay alguna que no lo es); "Hay una manera nacional de tratar la deuda externa" (lo cual posee el doble sentido de que la forma en que se trata actualmente no sería nacional; se trae esa estrategia que diferiría no sólo de la radical sino de todas las demás); "Nuestro deber es hacer crecer los derechos de la mujer" (lo que implica que es un deber aquí de todos, pues este nosotros es inclusivo y remite a una participación a través del deber y del hacer); y "Para que la democracia no sea sólo una palabra, elijamos la libertad (lo que implica que hasta ahora es sólo eso y que la libertad que parece ya instaurada no está. La palabra libertad que es casi dominante en el discurso radical es extraída aquí de una manera no tradicional). Así, los temas privilegiados por el discurso grossista fueron: el crecimiento, la deuda externa, la mujer, la juventud, el parlamento. 
Por su parte, Cafiero se representó en una frase: "Cafiero va al frente", que tuvo que ver con un frente interno (de nuevos aires en el peronismo) y otro externo y más directo (un frente aliado con la Democracia Cristiana), además de apelar a una actitud combativa. Otros fueron: "El peronismo se renueva, el país gana"; "Una oposición para crecer" y "Sí, hablemos en serio, señor Presidente", contestataria del "Hablemos en serio" radical. Una de las ventajas que poseía Cafiero con respecto a Moreau era que, como ya dijimos antes, no había que crearle una imagen. A Moreau sí. Y los cortos de televisión Cafiero los realizó con obreros, amas de casa y jóvenes, adecuando la vestimenta acorde al medio. Por otra parte, la sigla FREJUDEPA era abreviada FJDP, significando JDP no sólo justicia, democracia y participación, sino implícitamente las iniciales del líder máximo del justicialismo.
Cafiero le tomó exitosamente algunas banderas a la UCR, así como éstas le había tomado otras al justicialismo. Se inserta en el discurso del conocimiento de la realidad del radicalismo y le sale a pelear allí. Arranca con un SI, airmando que va a hablar seriamente con el presidente, como decíamos arriba.
A pesar de haber mencionado un caso en que el "nosotros" es usado de manera inclusiva, el uso del "nosotros" exclusivo es mayoritario, refiriéndose fundamentalmente a los justicialistas que se expresa en un "proponemos", "reafirmamos" y "llamamos", construyendo una imagen desigual del destinatario en relaciones de tipo complementario. De cualquier manera, Cafiero también toma el "todos" del discurso radical. Muchas de estas actitudes exclusivistas supongo tendrán que ver con la interna qeu a su vez estaban realizando en esta campaña.
En la frase "El peronismo ya decidió" se nota otra vez el mecanismo exclusivo y se maneja a través de órdenes del tipo "Vote a Cafiero" o un modo imperativo en la propaganda. Además, bajo el slogan "El peronismo ya decidió" aparece una lista de nombres célebres: Luder, Bittel, Menem, Grosso, De la Sota, Manzano, Britos, en inequívoa señal de apoyo a Cafiero y como decidiendo en el peronismo a qué lista se debía apoyar. La cuestión del voto tiene que ser explicitada en el discurso peronista de la provincia, pues no alcanza con votar al peronismo: hay que votar a Cafiero o a Herminio Iglesias. Además, la palabra "vote" remite a un "vote usted", lo cual traduce una cierta distancia que no deja dudas acera del status que se atribuye el enunciador. 
En la convocatoria al acto de cierre del 31-11-1985 de Cafiero en la Plaza de Mayo se convoca a la "Plaza de Perón" a "todos" con lo cual ese "todos" significa: yo + los peronistas, llamando solamente a los partidarios y excluyendo a los indecisos, de alguna manera. Pues ese "todos" equivale a "todos nosotros", "los peronistas que están en la renovación".
Además, la cuestión de la "Plaza de Perón" vuelve a remitir a diferencias sacadas a luz del pasado de viejos antagonismos que implica la existencia de dos pueblos en el discurso que Alfonsín aprovechó para la campaña de 1983. Es un error que se vuelve a repetir intentando apelar al ritual de la recordación de la fundación de su movimiento. Pero esta vez, en 1985, esta actitud fue aislada y no monopolizó el discurso como en 1983.
¿Qué sucedió con Herminio Iglesias y con Julián Licastro? Pasó que el pacto constitutivo democrático no se podía discutir sin obtener consecuencias funestas en las urnas. Julián Licastro desarrolló una publicidad mucho más limitada que la de Carlos Grosso en la Capital Federal, basada en la frase "unidad para romper la dependencia" bajo una bandera argentina en la que dos manos estrechadas reemplazan la franja blanca de nuestro símbolo patrio. Otra consigna fue: "La doctrina de Perón vive en el Frente de Liberación". Recordemos que Licastro había sido derrotado en las urnas en las internas de su partido. Si le sumamos a eso la crisis de las doctrinas tan vanagloriadas y la acentuación del eje liberación-independencia (cuando éste se halla en receso por el eje democracia-autoritarismo), y su no amor por la democracia (no aceptó su derrota), tendremos un cuadro límpido de las posibilidades de inserción popular de su propuesta. Herminio Iglesias y Julián Licastro desplegaron argumentos parecidos en sus campañas basados en ataques desesperados y despiadados a la "ineficacia gubernamental", constituyéndose ellos en la "verdadera opción", lo que implicaba una virtual elección entre ellos o la mentira de todos. En todo momento atacaron la figura del Presidente acusándolo de "incapaz" y a la oposición de "complaciente" (recordemos que hoy para el pueblo la complacencia, la moderación y la concordia entre diversos sectores son consideradas virtudes). Licastro habla de "la entrega del gobierno y la complicidad del contubernio liberal que hasta pretende infiltrarse en el justicialismo" (obvia referencia a Cafiero y a Grosso). Y no tiene en cuenta que hoy los valores liberales han resurgido después de tanto tiempo de ser aplastados. Son "revalorizados".
Herminio Iglesias nos dice "Usted ya sabe" (respondiendo al discurso radical). ¿Qué hay? Salarios de hambre, desocupación, desnutrición infantil, falta de viviendas dignas, jubilados que no comen, una justicia sin futuro. Ahora todos digamos: ¡Basta de mentiras!". Así Iglesias se ubica en una posición radical con respecto al gobierno, y se aleja de su discurso moderado (lo cual le resta posibilidades). Además, vuelve a aparecer como dominante en el discurso y en los afiches la imagen de Juan Domingo Perón, como en 1983.

Conclusiones
Entonces, en vista de todo lo analizado, surgen las siguientes preguntas: ¿Por qué en el discurso dominante la palara "democracia" está siempre presente?  Casi no hay discurso político que se desprenda de ella. ¿Por qué aparece la democracia como posible junto a las posturas conciliadoras y no junto a las revolucionarias? ¿Qué límites tiene este "realismo político"? ¿Fue la utopía colocada por un esquema racionalista en el lugar del delirio?
Lo que se está dando en la Argentina es un "proceso cultural de transformación de entidades colectivas a través de una redefinición de los intereses posibles y la incorporación de bienes políticos como bienes deseados socialmente", al decir de Oscar Landi. La sociedad está tratando de encontrar algo que mantenga el sistema democrático, y para ello se privilegian ciertos discursos y bienes y se desprecian otros. El radicalismo logra obtener un cierto consenso debido a que ha podido ordenar los pedidos de la sociedad. O al menos conoce el primero que desea evitar todo tipo de conexión con la violencia y el dolor, con lo dogmático y lo ilegal, dejando en segundo lugar o, mejor dicho, como inseparables, los fines de los medios. Por ello la acentuación en la campaña última de la UCR en los temas culturales que hacen al afianzamiento de la vida democrática. Por ello toda la campaña giró alrededor de los slogans: "para seguir" y "usted sabe", que remiten como ya dijimos a proteger y reafirmar lo logrado en esos dos años. "La realidad es también la realidad deseada", dice Landi en un reportaje realizado por un matutino de Buenos Aires en diciembre de 1985, mes en que estoy escribiendo esto. Por eso es que tiene el radicalismo un gran apoyo del sector femenino que se encuentra más ligado al tema de la paz y la tranquilidad. 
Durante los últimos veinte años la Argentina vio pisoteadas toda una serie de utopías. Después de muchas frustraciones nos hallamos ante el surgimiento de una nueva utopía en América Latina. Una utopía no ya importada, sino el producto del sufrimiento de años de autoritarismo, dictaduras y represión: la utopía democrática. Esto no significa identificarse con la realpolitik ni dejar de lado el deseo y la necesidad, sino que hablamos de la democracia como un camino a transitar, como algo que no existe en sí, siempre perfectible. La Argentina viene de largos años cargados de discursos totalizadores. Hoy nos encontramos con una cultura política que desconfía de estos discursos y que quiere trabajar sobre lo cotidiano, sobre cosas más concretas. Que haya un llamado al sentido común no signifca olvidar las utopías, significa comenzar a construir una nueva.