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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 23 de febrero de 2020

En la vereda de un nombre

Y de repente
hay solo una palabra en el mundo
callada y pura
como agua clara
un nombre
sin ventanas
una voz
una ilusión
una imagen que arde
como el fuego y el sueño
cobijando mis palabras
del desierto.

Frágil tan frágil
esa palabra, ese nombre
se refugió en las alturas
intensamente
Rausch
decidida
aún sin saber
qué responder
qué hacer
con su confusión
con los fragmentos
de mundos rotos
vestigios de un dios
que no encuentra qué decir
frente al mar.

Entonces yo mendigo
una melodía
tartamudeo
como un martillo
como un libro inacabado
con una voz que no tengo
para sus torbellinos
para inventarle un lugar
donde las palabras vuelvan a las cosas
donde las armonías se pongan en movimiento
como una canción después del sacrificio.

Pero ese nombre es eterno
y llama a deslizarse entre las flores
a arrojarse al Etna
a ser marinero de su jardín
y siento como si no hubiera vivido
y me pierdo en el recuerdo de un poema
como aquel muerto que no quería
que lo tengan por muerto
como bestia incorregible
luz ausente
flor escondida
del otro lado de la estrella.

Por eso escribo
tropiezo
y busco excepciones
y no debiendo decir nada
escribo
en los armónicos de la memoria
aquel día que pudo ser posible.

Mis manos mutiladas
mis dedos carcomidos
no se quedan quietos
una historia inacabada los impulsa
las oportunidades perdidas los impulsan
y balbuceo con mi aliento
su nombre hecho de aire
e imagino su cuerpo santo como si fuera una enciclopedia
cual atrevido huésped de su brillante escondido
espero el instante de su palabra
cocinando mi alma
mis huesos
cual ráfaga divina
que busca que de la nada nazca algo
un canto improbable
invisible.

Son mis deshechos
carencias
huellas
cicatrices
las que escucharon su vida confesada
su testimonio nocturno
precoz
arriesgado e impredecible.

Tal vez nuestro amor esté haciéndose
como un dios que no ha nacido aún
y nuestra lengua múltiple no haya aún sido escrita
para nuestro teatro sagrado.

Mi voluntad a merced de sus aguas
de lo ilegible de su noche
infinita sensuum silva
siempre espera
puesto que soy faille
felure
déchirement
aferrado a lo imposible
fiel a la belleza del fracaso
a la impotencia de una comprensión
donde reside lo sublime que nunca se consuma.

Contemplarla es meditar sobre un koán zen
observar una mandala
entrar en el reino del infinito
y las paradojas
chi que va
y se detiene
se agita por vida y encuentra muerte
en el vacío entre lo que desea y lo que puede.

Credo quia impossibile est
en la escritura de mi pájaro
conociendo su fragilidad
su angustiante misterio
e imagino entonces que ya lo he logrado
que a través suyo regresaron las mañanas del mundo
pero mis palabras son vanas
y yo no existo en la mayoría de sus tiempos.

Debería enmudecer como un jardín en la ciudad
y solo dejar que los ángeles la veneren
debería dejar de escribirle con la arena de mi voz
pero soy un hombre que ha llegado a un grado tal
que no puede más que hacer esto
que busca esos libros perdidos y la cifra de su nombre
que piensa en las cosas que pudieron ser y no fueron
en el mundo sin la rosa
para volver a soñar lo soñado
la música sagrada
su revelación
con el verdadero rostro del cielo
como una sonata imposible
entre lágrimas y sollozos
en el tiempo detenido.

Y resulta que soy siempre el de esa noche
el que sueña su infinito nombre
el que tiene el miedo de la rosa
de la distancia de la voz
de las estrellas que nos miran
llenando el aire de más temores
y entonces arrojo lanzas al cielo
aguardo en mi delirio
la locura
la esperanza del trapecista
en el pantano de su soledad

Espero, en fin,
sin árboles para acariciar su brisa
otra pulsación
otro brillo en la oscuridad
trovador y mariposa
iluminando la noche
el arco de la promesa siempre abierto
la imaginación sacudida
barriendo poemas
en la vereda de un nombre.