Los peronistas (aquellos que se definen como tales, Borges suponía que solo había gente que "hacía" de peronista) siempre se han creído (por necesidad ontológica) más argentinos que el resto. Claro que se equivocan, pero éste es precisamente el gran derecho de los autodenominados peronistas en todos los asuntos: los argentinos les hemos otorgado el derecho a equivocarse impunemente. Es un continuo perdón que el país ejerce sobre sí mismo. Siempre se dice "qué país generoso". No es generosidad, es autoindulgencia y menemfreguismo gauchipolítico. Como decía aquel viejo "hit": "Total para qué te vas a preocupar..." O aquel otro..."Por cuatro días locos que vamos a vivir...", ambos cargados de honda sabiduría ancestral. El peronismo es un humanismo mucho más que lo que pretendía serlo el socialismo. El socialismo quería cambiar la humanidad. El peronismo no, la acepta tal como es, lo que le permite aceptarse a sí mismo con todos sus pecados. Y nosotros también lo hacemos con el peronismo porque, como decía el general, "peronistas son todos".
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