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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 29 de enero de 2017

Origins of totalitarianism

"In an ever-changing, incomprehensible world the masses had reached the point where they would, at the same time, believe everything and nothing, think that everything was possible and nothing was true… The totalitarian mass leaders based their propaganda on the correct psychological assumption that, under such conditions, one could make people believe the most fantastic statements one day, and trust that if the next day they were given irrefutable proof of their falsehood, they would take refuge in cynicism; instead of deserting the leaders who had lied to them, they would protest that they had known all along that the statement was a lie and would admire the leaders for their superior tactical cleverness."

                                                                                          Hannah Arendt, Origins of Totalitarianism

jueves, 26 de enero de 2017

Tzvetzan Todorov: el arte o la vida

Escrito el 26 de enero de 2017, antes de su fallecimiento, y publicado en Revista Ñ el pasado sábado 11 de febrero de 2017 

Link: http://www.clarin.com/revista-n/literatura/largo-camino-critico-todorov_0_HJdCQhyFl.html


Hijo de bibliotecarios búlgaros, escribió sobre el régimen del que escapó para refugiarse en Francia, país en el que reside desde 1963. Quien se definiera a sí mismo como un “hombre desplazado, ha marcado desde entonces en su obra un interés por la verdad, el mal, la justicia, la memoria (La Memoria ¿un Remedio contra el Mal?, Memoria del mal, tentación del bien y Los abusos de la memoria), el desarraigo, el encuentro de culturas y las derivas de las democracias (Los enemigos íntimos de la democracia). Justamente le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales por representar “el espíritu de la unidad de Europa, del Este y del Oeste, y el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia”. Su humanismo crítico obsesionado por atravesar fronteras (El miedo a los bárbaros, más allá del choque de civilizaciones) siempre buscó puntos de encuentro (Nosotros y los otros). En La Conquista de América: la cuestión del otro se propuso analizar el recuentro del “yo” con el “otro” a través del estudio del descubrimiento de América y la conquista posterior, mostrando cómo Cortés hizo posible la manipulación del otro. Moralista más que historiador (Les morales de l’histoire) , buscó entender cómo conviene comportarse frente a la mirada ajena concluyendo que el conocimiento de sí pasa por el descubrimiento del otro.

Teórico de la literatura en sus inicios, tal vez su contribución más importante en el área haya sido su Introducción a la literatura fantástica. Si bien ya en Literatura y Significación se había destacado como pionero del renacimiento de la retórica, se hará notar especialmente por sus traducciones de los formalistas rusos y más áun por su Diccionario Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje, ineludible obra de referencia elaborada junto a Oswald Ducrot.

En noviembre de 2010 vino por primera vez a Buenos Aires. Había ya escrito sobre la memoria de la Segunda Guerra Mundial, los regímenes totalitarios (La experiencia totalitaria) y los campos de concentración, preocupación que mantuvo a lo largo de su vida. Reveló en sus escritos muchos ejemplos de ayuda y compasión entre personas viviendo en condiciones inhumanas y de terror, mostrando que la supervivencia siempre dependió de la ayuda de otros. Por eso lo invitaron a visitar la ESMA y el Parque de la Memoria. Pero el resultado fue un artículo en El País en el que afirmó no poder suscribir que Argentina sea ejemplar en relación con la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia, porque no vio en esos lugares signos que remitiesen al contexto en el cual se instaló la última dictadura, recordando que un terrorismo revolucionario precedió y convivió con el terrorismo de Estado, y que uno no puede comprenderse sin el otro. La memoria colectiva -escribió en “Un viaje a Argentina”- puede ser utilizada por un grupo social como un medio para adquirir o reforzar una posición política.

En su ensayo sobre los pensadores humanistas en Francia (Le jardin imparfait) mostró que para aquellos la existencia humana se parece al “jardín imperfecto” descripto por Montaigne. Y si tomaron con frecuencia -con Rousseau- otro camino que el del liberalismo, considera que las herencias republicana y liberal no son incompatibles. Por eso se interesó en Benjamin Constant (Benjamin Constant, la pasión democrática), en cuya obra ve una tentativa de síntesis de ambas. Cree en la necesidad de una escritura que no se complazca en una desesperación de salón y, por ello, su libro sobre Rousseau (Frágil Felicidad) comienza recordándonos la pregunta sobre la vida que llevaremos adelante. Humanista crítico, cree que los valores de la ilustración están siempre bajo amenaza (El espíritu de la Ilustración) y que una sociedad secular no debe ser hostil a un sentido de lo sagrado. Quizás de allí provenga también su interés en el arte y sus escritos sobre la pintura (Goya a la sombra de las luces).

En esta nueva edición de ¡El arte o la vida! , Todorov dedica un ensayo a Rembrandt afirmando que es en él que por primera vez se afirma la dignidad de lo ordinario, haciendo retroceder el espíritu maniqueo que dividía el mundo en alto y bajo -no casualmente Todorov también había escrito un libro sobre Mijaíl Bajtín (Mijaíl Bajtín: el principio dialógico), un ensayo sobre la pintura holandesa del siglo XVII (Elogio de lo cotidiano), y Elogio del individuo: ensayo sobre la pintura flamenca del Renacimiento. Por ello sostiene aquí que hay que atenuar la afirmación según la cual Rembrandt no pintó escenas de la vida cotidiana pues estas se encuentran profusamente en sus grabados y dibujos. Abundan en ellas pordioseros, mendigos, vagabundos, músicos, y sería la primera vez en la historia de la pintura que el mundo de las mujeres y los niños es representado de manera tan rica y variada. El pintor cuestionaría la frontera entre la pintura histórica y la de la vida cotidiana. Tal separación basada en la oposición entre lo sagrado/elevado y lo profano/bajo se vería anulada, prolongando la tradición que acerca al mundo la vida de los santos apoyada en la enseñanza de ciertos reformadores religiosos, encarnación de la doctrina protestante.

En relación a la cantidad de autorretratos del pintor, para Todorov eso habla menos de una fijación sobre su yo que de la disolución de éste en la humanidad, representando diversos papeles. En cuanto a su amada Saskia, sugiere que, a pesar de las muchas obras catalogadas como retratos suyos, disponemos de pocas representaciones cuyo objetivo haya sido un retrato de ella. Rembrandt se habría servido de sus mujeres como modelos para pintar otros personajes, siendo también fuente de otro motivo destacado en el autor: el de la mujer que guarda cama. Según Todorov, no mostraría personas sino un estado del espíritu: la pintura para él piensa y hace pensar. Movido más por la curiosidad que por el amor, los individuos son sacrificados en la pintura del conocimiento de la humanidad. Que sus hijos mueran no es razón para no pintar niños alegres, y la enfermedad es una oportunidad para explorar los secretos de un cuerpo debilitado. Todos ellos son alimento del artista, sugiriendo que la generosidad de la obra pareciera exigir en éste egocentrismo y soledad. Pero si dioses y santos pueden mezclarse en Rembrandt con los humanos, ¿por qué los artistas no?, se pregunta.

En el segundo ensayo del libro, y ateniéndose en especial a la literatura, sostiene que desde los orígenes clásicos hasta la Ilustración el arte fue solo aceptable a condición de someterlo a las reglas morales. Llama “clásica” a esta teoría dominante a la que raras voces hedonistas discordantes contestaron que la poesía no servía para la instrucción. Pero será solo en el siglo XVIII que se rechaza toda sumisión del arte a la moral: el arte no solo ya no puede servir a la moral, sino que no debe hacerlo. Lo bello encuentra su justificación en sí mismo. Para explicar esto se detiene Todorov en el Lacoonte de Lessing y llama a esta nueva teoría, adoptada por los primeros teóricos del romanticismo, “moderna”.

Tanto la teoría clásica como el dogma moderno dejan sin embargo insatisfecho a Todorov. Nos introduce entonces a Iris Murdoch sugiriendo que el arte y la moral son una misma cosa, cuya esencia en común es el amor. Para producir una obra de arte, hay que aceptar el mundo, sostiene. Y postula que el gran arte consiste en una evacuación del yo en cuyo lugar se coloca el mundo que el artista ha descubierto. Lo que funda el arte sería así “un respeto amante por otra realidad que la propia”. Entendemos que ese habría sido el caso de Rembrandt y no nos sorprende este interés de Todorov por Murdoch dado que la cuestión de la comprensión y encuentro con el otro ha sido siempre central a su pensamiento. El arte y lo bello no estarían así separados de la moral: el artista alcanza un acto moral al consagrarse al conocimiento de los otros, del mundo y su representación. La gran obra testimoniaría ese esfuerzo y la creación artística poseería así una dimensión moral intrínseca. El privilegio de la obra de arte sería encarnar esta priorización del mundo con una especial densidad, y la literatura sería el arte más rico al estar su materia está hecha de palabras. Recibiría su fuerza y no su debilidad del hecho de ser una representación, presupondría -lograda- el amor del mundo.

Todorov ve una diferencia muy grande entre una moral didáctica impuesta y la inherente a la creación artística. Reducir la obra de arte a dogmático ejemplo va en contra de la exigencia de verdad y sumisión a lo real. La gran obra de arte sería aquella en la que la ambigüedad restituye la complejidad al mundo. Igualmente, cree Todorov que la sala donde enseñan los partidarios del “instruir” corre el riesgo de quedar vacía. Por otro lado, sabe que una “cultura de masas” sometida a las exigencias del entretenimiento prescribe contenidos con el rating más tiránicamente que las antiguas instancias morales, y que la búsqueda del éxito reemplazó el peso de los ideales y valores.


Nos recuerda asimismo que todos los relatos que evocan el mundo no testimonian un deseo por comprenderlo mejor y representarlo en su riqueza, que muchos de ellos narran que somos o los más fuertes o las víctimas inocentes que merecen reparación, que los otros son el mal que hay que despreciar y odiar. Pero también sabe que desde la Ilíada existe otra mirada que no divide así el mundo. Y al plantear que una obra de arte constituye ella misma un acto moral, no afirma tampoco que quien la ha creado sea un ser virtuoso. La humanidad de los cuadros de Rembrandt no se encuentra en las relaciones del pintor con sus amantes. Es la relación de su arte con la verdad y el bien la que cree debe ser preocupación fundamental de toda crítica de arte.

jueves, 19 de enero de 2017

Type of persons

"There is a type of person who searches, and there is a type who finds" 

                                                                                                 Lacan on desire (Sem 6. Jan 7, 59) 

What's your type? I am definitely the first type...

lunes, 9 de enero de 2017

Unsicherheit

Toda nuestra forma de vida está siendo profundamente afectada por los avances tecnológicos y comunicacionales, como facebook sin ir más lejos. Y entonces aparecen nuevas formas de pensar y sentir en una cultura de la instantaneidad, de la sensación, del impacto, de la urgencia. Y nadie parece estar en control de tantas y tamañas transformaciones. Lo que Bauman, que hoy se nos fue, llamaba “Unsicherheit”: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad, es también “precariedad”: el sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Hemos ganado libertad a costa de seguridad, nos recordaba Zygmunt. De allí en buena medida tu stress actual, tu ansiedad, tus miedos, tu pánico, tus pastillas.