¿Qué hacer con el pasado? En la Argentina, lo que está en juego son las posibilidades de nueva "entrada" de las fuerzas armadas en la política nacional. Lo vivimos hace muy poco. En Colombia, la lealtad a la democracia es contingente, según la mirada de los oficiales. En Ecuador, los interrogantes sobre la gobernabilidad democrática son también profundos. en Perú, la considerable fuerza corporativa de las instituciones castrenses se halla amparada por las leyes de la república. En Venezuela, todo parece estar más tranquilo. Conclusiones todas extraídas de los análisis que en el libro se hacen.
Así también, las posibilidades de un nuevo período de inestabilidad constitucional y tentativas de intervención podrían aparecer en el Brasil. ¿Qué hacer si las fuerzas armadas chilenas sólo amarán la democracia sobre la base de una degradación de la misma? ¿Cómo tratar con la amenaza presenta para la democracia que constituyen las fuerzas armadas uruguayas? Las salidas tácticas son las que aquí han primado. En Guatemala,la sociedad se militariza y en Honduras los militares son instancia decisoria fundamental en los procesos políticos. Sólo el ejército salvadoreño carecería de autonomía: funciona como títere de la política norteamericana en la región. En Costa Rica, la tradición antimilitarista tiende a debilitarse. La falta de autonomía castrense en los casos de Cuba y Nicaragua es distinta al caso salvadoreño: se explica por la no separación entre Estado y pueblo.
En síntesis, quienes escriben los artículos de este libro suponen que los militares dejan el poder pero cuestionan la vida democrática a la vez que intentan incursionar en la vida pública. De esta manera, los procesos de democratización en América Latina estarían en peligro. Después de la última rebelión, un buen libro sólo asusta a unos pocos ingenuos.