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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

sábado, 7 de enero de 1989

La autonomía militar en América Latina. Augusto Varas (coordinador). Nueva Sociedad. Caracas, 1988




Leí el libro unos días antes de la última rebelión militar. Me había asustado. Luego comprendí cuán ingenuo había sido. En realidad, el susto vino después. La angustia continúa. Porque Augusto Varas, sociólogo, junto a unos cuantos especialistas en la problemática militar de América Latina anuncian en este libro una hipótesis central: que las fuerzas armadas latinoamericanas mantendrán una notable cuota de poder político en cuanto instituciones estatales, reservándose un poder de veto. Así, los procesos de corporativización castrense crearían crecientes dificultades para mantener un control civil sobre las instituciones armadas. Se ordena reprimir pero no se reprime. La disputa de poderes y recursos medirá la capacidad de los grupos sociales para someter a los otros a sus políticas. Varas sostiene que el papel político crecientemente autonomizado de buena parte de las fuerzas armadas se mantiene, y que esto condiciona a las nuevas formas de estado que se establecerán en América Latina. 

¿Qué hacer con el pasado? En la Argentina, lo que está en juego son las posibilidades de nueva "entrada" de las fuerzas armadas en la política nacional. Lo vivimos hace muy poco. En Colombia, la lealtad a la democracia es contingente, según la mirada de los oficiales. En Ecuador, los interrogantes sobre la gobernabilidad democrática son también profundos. en Perú, la considerable fuerza corporativa de las instituciones castrenses se halla amparada por las leyes de la república. En Venezuela, todo parece estar más tranquilo. Conclusiones todas extraídas de los análisis que en el libro se hacen.

Así también, las posibilidades de un nuevo período de inestabilidad constitucional y tentativas de intervención podrían aparecer en el Brasil. ¿Qué hacer si las fuerzas armadas chilenas sólo amarán la democracia sobre la base de una degradación de la misma? ¿Cómo tratar con la amenaza presenta para la democracia que constituyen las fuerzas armadas uruguayas? Las salidas tácticas son las que aquí han primado. En Guatemala,la sociedad se militariza y en Honduras los militares son instancia decisoria fundamental en los procesos políticos. Sólo el ejército salvadoreño carecería de autonomía: funciona como títere de la política norteamericana en la región. En Costa Rica, la tradición antimilitarista tiende a debilitarse. La falta de autonomía castrense en los casos de Cuba y Nicaragua es distinta al caso salvadoreño: se explica por la no separación entre Estado y pueblo.

En síntesis, quienes escriben los artículos de este libro suponen que los militares dejan el poder pero cuestionan la vida democrática a la vez que intentan incursionar en la vida pública. De esta manera, los procesos de democratización en América Latina estarían en peligro. Después de la última rebelión, un buen libro sólo asusta a unos pocos ingenuos.