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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

sábado, 7 de octubre de 1989

Conversaciones sobre la ciudad del Tercer Mundo. V.V.A.A. Buenos Aires, 1989.



¿Cuáles son los caminos posibles para empezar a pensar la ciudad? Esta pregunta, sobre la cual los investigadores ligados al Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo-América Latina habián ya comenzado a reflexionar en Repensando la ciudad del Tercer Mundo y Repensando la ciudad de América Latina, es retomada aquí siguiendo estas premisas: a) Las ciudades del Tercer Mundo son, antes que nada, ciudades modernas, por lo tanto, excluyentes, segregadoras; b) la ciudad es construida por los actores sociales y c) es necesario aclarar el papel del Estado, los procesos de descentralización y el rol que juega el gobierno de la ciudad. 

En lo referente a la primer premisa, todas las transformaciones que se produjeron y ocurren en las ciudades del Tercer Mundo se hallan sujetas a una tendencia general de desarrollo socioeconómico de orden concentrador y excluyente en lo económico, político, social y territorial. Este esquema provoca la coexistencia de dos ciudades que se complementan: la "ciudad legal" y la "ciudad ilegal". La ciudad, entonces, es una y dos, una y muchas.

En cuanto a la segunda cuestion, las ciudades del Tercer Mundo se han ido construyendo mediante la articulaión de la acción del mercado y la acción estatal. Pero los exlcuidos de este juego comenzaron a generar comportamientos propios en relación a la construcción de su ciudad, conformándose así un mercado "ilegal" de construcción y comercialización de la ciudad. Según los autores, para los sectores populares habría actores invisibles en este juego, ignoran quiénes son las grandes empresas constructoras y los integrantes del sector financiero. La ciudad es un espacio de competencias: algunos actores sociales deciden dónde y cómo construir y es esa decisión la que acota el espacio urbano de los que no pueden elegir.

El Estado, como regulador de la actividad privada, como constructor de la ciudad, como subsidiador de sectores sociales, otorga actualmente al nivel municipal en la mayoría de los países de América Latina amplias atribuciones para cumplir u rol vital en la construcción de la ciudad que casi nunca puede ejercerse. Además, los planes de vivienda se vinculan por su parte con el crecimiento del sector de la construcción, ligado en los últimos años al capital financiero, o sea, no orientados exclusivamente a solucionar las problemáticas de los sectores más carenciados. Un resultado de esta situación fueron las invasiones organizadas de tierras, nuevas formas de producir la ciudad solidariamente frente a la crisis, con lo que consiguen para la autoconstrucción de sus viviendas, para sus necesidades de salud, educación y recreación.

Finalmente, en lo que se refiere al tercer aspecto analizado, los autores del libro señalan que para entender a estas ciudades existe un eje fundamental, conformado por las relaciones entre los sectores sociales y el Estado, entre dos economías: la lucha de los sectores populares por el espacio en la ciudad, a través de formas solidarias de organización, generó una economía popular que ofrece tantos empleos y permie vivir a tanta gente como el Estado.

Los años 80 ven avanzar una crisis de representatividad en el gobierno del a ciudad (marcada a través del clientelismo), ven avanzar el "fantasma" de la retracción del Estado que ya no es creíble como garantizador exclusivo del desarrollo. Las respuestas a la crisis desde el mismo EStado parecen ser la descentralización y, dentro de ella, el fortalecimiento de los gobiernos locales. Y es muy difícil encontrar hoy algún gobierno, partido político, agencia internacional o investigador social que no esté de acuerdo con la descentralización, concepto que atrae a distintas corrientes de pensamiento al tener dierentes significados. Esto explicaría la importancia qeu han adquirido los municipios, instituciones para el autogobierno de la sociedad local, dando hipotéticamente lugar para que los diferentes sectores sociales puedan conrolar y potenciar la eficacia de las administraciones locales. Pero la descentralización implica también la negación de recursos reales a los gobiernos locales. Así, el "fortalecimiento municipal" puede significar tanto una política de mayor cobertura social como lo contrario. El prestigio de "lo local" no favorece necesariamente a los sectores subordinados de las ciudades del Tercer Mundo, pero puede ser una condición para ello.

Estas incógnitas, estos escritos, surgen en un contexto de insuficiencia de la acción estatal que no deja de privatizar sus servicios. Es indispensable entonces planear la construcción de la ciudad desde esto que está ocurriendo, desde las pautas culturales, desde la tecnología, desde los distintos actores sociales. Como señala el texto, no hay un modelo para repensar la ciudad. Si lo hubiera, dejaríamos de pensarla.