Nada es vano. Toda buena poesía es el flujo espontáneo de sentimientos poderosos. Los poetas son hombres poseídos por algo más que la sensibilidad orgánica usual, son hombres que han pensado mucho y profundamente, hombres que se proponen comprender el Ser, o lo que el Ser es para los románticos.
La poesía son ideas y sentimientos asociados en estado de excitación. Es seguir los flujos y reflujos de la mente agitada por los grandiosos y simples afectos de la naturaleza. Trazar la pasión maternal, desplegar la fuerza de lo fraternal, de las implicancias morales asociadas con los grandes y hermosos objetos de la naturaleza. Los caracteres trazados serán simples, perteneciendo más a la naturaleza que a las costumbres.
Wordsworth se detiene para mostrar la importancia histórica de su propuesta. Producir o ampliar la capacidad de excitación era, para él, uno de los mejores servicios en los que un escritor podía estar comprometido. Nos muestra el estado de la poesía que busca rescatar lo salvaje-natural y los grandes eventos nacionales, melancólicamente, frente al gran crecimiento demográfico urbano, frente a la ciudad-diablo. Shakespeare y Milton son los modelos. Un contrataque a las que suponían estúpidas tragedias alemanas. El río atravesando la urbe.
Se trata de adoptar el verdadero/original lenguaje del ser humano en companía de la sangre y de la carne, un lenguaje natural frente al oscuro artificio, medidas las palabras, medida su ubicación.
En Wordsworth la buena prosa es inseparable de la buena poesía. En muchas de las más interesantes partes de los mejores poemas, sostiene, encontraremos el lenguaje de la prosa cuando la misma prosa está bien escrita.
Habrá de hurgarse en las grandes y universales pasiones del ser humano y el entero mundo de la naturaleza. Muy poco el placer de la poesía dependerá del metro. Éste es importante, pero aparentemente no es nada sin lo anterior.
El fin de la poesía es producir excitación y placer. La razón, la conciencia, cumple una eficaz función en temperar y restringir la pasión mediante una intervención en los sentimientos ordinarios. Y no se puede ir más allá de las fronteras del placer sin riesgos de abandonarse al más completo patetismo.
La poesía es para Wordsworth el placer derivado de la percepción de la similitud en la similitud, , y de lo disímil en lo similar. La poesía es el flujo espontáneo de sentimientos poderosos: se origina en la emoción recogida en tranquilidad. La emoción es contemplada hasta que por una especie de reacción la tranquilidad gradualmente desaparece y una nueva emoción emerge. La emoción, entonces, se convierte en el principio y fin fundamental de la acción poética.