Daniel Scarfó es secretario académico de la Facultad Libre de Rosario, donde asimismo está a cargo de la materia Educación Sentimental. Ha desarrollado estudios literarios en Puerto Rico y Portugal, se doctoró en la Universidad de Yale y es además profesor en la Universidad de Buenos Aires y en Flacso. También ha enseñado en universidades de Canadá y Estados Unidos. Aquí responde algunas preguntas sobre sus gustos y opiniones.
-¿Cómo se define la educación sentimental?
-Una educación que amenace la coherencia pero que aumente la flexibilidad y las posibilidades para la vida pública, que nos entrene en humildad y reconocimiento en un mundo acosado por mandatos de limpieza y conquista, que implique una tolerancia a la incomodidad e inclusive hasta una temporaria humillación, que convierta el dolor de la incomprensión y la inseguridad en el placer de la contemplación de lo complejo. De la que se pueda esperar una ambivalencia de códigos que puedan ayudar a detener conflictos, que ofrezca una opción estética ante lo extraño, un dialogismo infinito donde sentirse cautos y precarios.
-¿Qué es lo que se aprende al dar clase?
-Se aprende que no hay que dar clases sin más o, mejor dicho, que hay que dar clases, entre otras cosas, sobre qué significa dar clases. Se aprende sobre la tragedia que envuelve a todo conocer.
-¿Cuál sería el estudiante ideal para la Facultad Libre?
-Alguien que se detenga a escuchar el crujir de las hojas en otoño o que no deje de preguntarse qué puede haber detrás de cada puerta de las casas de la ciudad o que silbe frente al Paraná alegremente sofocado por el rumor de los paseantes un domingo por la tarde. Alguien inquieto, curioso y amable.
-¿Qué actitud agradecés en una persona?
-La amabilidad, el tacto, la sinceridad, la entrega, en algunas. Y, en otras, su lento desvanecerse en el tiempo.
-¿Qué libro ha sido injustamente olvidado?
-Esta elijo no contestarla. No voy a arrogarme la potestad de decidir sobre lo justo o lo injusto de ciertos olvidos.
-Si pudieras tomar una decisión con algún lugar de la ciudad, ¿qué harías?
-Pondría un vendedor de barquillos en cada esquina. Y con cada barquillo, una promesa de aventura...
-¿Cómo es tu momento ideal?
-Abrazando a la persona amada, tomando mate con mis viejos, pegando un passing-shot en un partido de tenis, viajando a cualquier parte, leyendo un buen libro, cantando, bailando, dando una buena clase, riéndome y haciendo reír a otros... No tengo un momento ideal, estoy abrumado por momentos ideales, que toman muchas formas.
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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
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domingo, 18 de junio de 2006
lunes, 12 de junio de 2006
Debate (a partir de la carta de Oscar del Barco)
Debate es una palabra muy pobre o, al menos, empobrecida. Usándola se confiesan asesinatos, invenciones de mundos, escapatorias de otros, conversiones, violencias evocando lo imposible y debacles personales. Falta el aire hoy en un debate: campo de batalla, horror de las cosas, provocaciones. Podríamos decir que el mismo debate es el desastre, parafraseando a Blanchot. Tantas palabras son necesarias sólo cuando falta un lenguaje para confesar ignoradas desgracias.
Participar en el debate o callarse, es allí donde oscilo, participando sin saber cómo en el debate: desiertos de la participación. Y no puedo ver más lejos. La herida de las voces precisa ser enternecida. Hay una voz que arriesga lo que la define.
¿Qué decir aquí entonces? El balance ético no se restaura después del desastre. Pero alguien salió a respirar para no hundirse en su mirada. No hay descanso en la comprensión de ciertos temas. Siempre hay algo que nos perdemos. Y no podemos ver todo lo que nos perdemos. Y a veces cuanto más debatimos más nos perdemos. Una mirada cansada no ve nada y ese cansancio puede producir una inmensa ceguera que nos lleve de nuevo al asesinato. ¿Cómo vivir en paz con lo que no vemos, con nuestros fantasmas? Frente a lo imposible: pasividad, pasión, paso. Inventado e inevitable salto mortal del que escribe sobre ello a través de cosas innombrables.
Se han agitado buscando más vida y encontraron la muerte. Han dado un paso más allá para permitir que algo pase.
De repente un sujeto emerge pregunttándose lo que quiere cuando descubre la ceguera. El conocimiento de nuestras cegueras es nuestra oportunidad en la vida y el origen de nuestras perversiones.
Luego el tiempo continúa. El instante se ha ido y queremos algo más.
No parezco explicar nada. Eso me tranquiliza. No tengo nada que explicar. Soy inocente.
Participé en el debate y no participo más. Pero me pueden encontrar.
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