Conociendo
a Xul a través de Borges
Podemos
conocer a un hombre a partir de sus libros. Xul Solar vivió los
últimos años de su vida en una casa frente al río Luján, en
Tigre. Allí se llevó con él algunos de los libros de su fantástica
biblioteca de la calle Laprida, donde tenía su residencia en la
ciudad de Buenos Aires, biblioteca que había fascinado a Borges y
frente a la cual mantenían conversaciones con su amigo Xul.
Muchos
conocimos a Xul Solar en primer lugar a través de Jorge Luis Borges,
de quien fuera amigo y con cuyas empresas colaboró estrechamente al
menos hasta que –aparentemente- sus opciones políticas los
alejaran (como le habría ocurrido a Xul también con Pettoruti). Xul
había persistido en el nacionalismo cuando Borges ya lo había
abandonado. El distanciamiento no impidió la continuación del
vínculo y mucho menos que Borges continuara recordándolo y
escribiendo sobre él incluso hasta en los últimos años de su vida.
Empezando
por la dedicatoria que el gran escritor argentino le hiciera en “El
idioma infinito”, son conocidas las referencias a Xul en los
escritos de Borges así como también todos los testimonios orales en
los que habló de él. Compartían, entre diversas pasiones, el
interés por los mundos de lo sagrado y las religiones que cada uno
de ellos plasmó en sus diversas artes.
Xul
probablemente fuera una fuente de esperanza y optimismo para Borges,
con quien se juntaba a intentar develar, por ejemplo, los misterios
de Browning o Mallarmé. Ambos se interesaron por la filosofía, los
misticismos y el lenguaje (entre ellos en particular los unía la
inquietud por el idioma alemán, idioma en el que leyeron juntos a
Hölderlin, entre otros), la literatura fantástica y el cuento
policial, las lenguas artificiales y la numeración duodecimal. Ese
diálogo con la literatura y la filosofía siempre estuvo presente en
la pintura de Xul. Recordemos que además de Borges, Macedonio
Fernández, Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo lo frecuentaban. En
el caso de Marechal acabó siendo incluso un personaje central de su
obra literaria más conocida: el Adán
BuenosAyres. Se han trazado también
paralalelismos entre Xul, Fernando Pessoa y William Blake. Borges lo
comparaba con este último, al que leyeron juntos y a quien, según
confesara Borges, Xul le enseñara a admirar especialmente su
musicalidad, como también lo harían con la de Swinburne .
Borges
recordaría además la gran admiración de Xul por el pintor suizo
Paul Klee y como se deleitaban repitiendo un verso del poeta alemán
Johannes Becher: “Musik! Musik! kann euch
vorm Tode lösen” (¡La música! ¡La
música! Puede salvarnos de la muerte”). Mucho aprendió Borges del
expresionismo alemán gracias a Xul, movimiento que a ambos les
interesaba especialmente por su búsqueda de una fraternidad humana y
de un mundo místico, sin fronteras, mágico y de ensoñaciones
orientales. Borges admiró las visiones encantadas del IChing de Xul
en sus San Signos y
recibió la ayuda de éste para “penetrar en los laberintos de
cabalistas y de gnósticos”. Juntos no se cansaron tampoco de leer
al gran místico sueco Swedenborg.
Recordemos
que nuestro pintor fue uno de los pocos a quienes Borges consideró
sus maestros (entre los que estaban también Macedonio Fernández y
Cansinos Asséns). Ambos, Borges y Xul, compartieron proyectos
artísticos e intelectuales, se inspiraron e influyeron mutuamente en
la construcción de sus mutuos universos imaginarios. Sus diversos
intereses, en la literatura, las matemáticas y las religiones, el
arte y lo oculto, sin dudas contribuyeron también a que Xul creara
léxicos visuales y dieron lugar a la importancia del aspecto lúdico
en ambos pues les gustaba jugar con el universo (recuerda Borges que
Xul odiaba la palabra “juguete”, la que le parecía refería a
“un jugo inmundo”) y realizar metafísicas bromas. Pero Borges
conjeturó que el humorismo de Xul tal vez lo perjudicó e hizo que
no se lo tomase lo suficientemente en serio.
Sus
preocupaciones intelectuales compartidas entonces, sus amores por las
diversas lenguas y geografías, sus creaciones de mundos los
acercaban, así como la curiosidad y el cultivo de la ironía. La
creación de lenguas como la panlengua y el neocriollo no podían
sino seducir a Borges quien dijo sentirse indigno de muchas de sus
enseñanzas. Veía en Xul algo de la sabiduría del niño que vive
recreando el mundo puesto que no lo acepta, que había leído
demasiado y quería cambiar las cosas. Pero la efectividad de esos
cambios se tornaba dudosa así como tal vez nunca se jugó
efectivamente al panjuego o panajedrez por Xul creado puesto que
nunca se terminaba de diseñar,
como si se tratara de la autobiografía de Ginés de Pasamonte, aquel
personaje de Cervantes. Ese “complejo ajedrez duodecimal”, como
lo llamara Borges, supuestamente podía ser utilizado para crear
poemas, desarrollar ideas, escribir música, creándose en la marcha
del juego un mundo utópico de carácter laberíntico.
Como
Borges, admiraba Xul a autores y artistas que lo alejaban de las
menciones culturalmente impuestas. Fue un místico solitario, artista
de vasta cultura que Borges detectó e hizo parte de su propia obra.
Interesados ambos en los lenguajes artificiales, Xul colaboró con
las esperanzas de Borges al respecto y con su inquietud por la
arbitrariedad de los mismos para ordenar el caos de la realidad.
Mucho
se ha escrito sobre Xul Solar y el cuento “Tlon Uqbar Orbis
Tertius” de Borges en el que un mundo inventado por una sociedad
secreta dirigida por un genio termina por insertarse en la realidad,
cambiándola. Así consideraba Borges a Xul. “¿Cómo no someterse
a Tlön, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado?”
escribe Borges en su ficción, y sabemos que la pregunta por la
posible existencia de un orden en el laberinto del mundo es parte
esencial de su obra. Se han estudiado las apariciones de Xul en
otros cuentos también, como el peón sin torre para el ajedrez de
Pierre Ménard o el profeta en el que se transforma “El tintorero
enmascarado Hákim de Merv” en el que el pintor Alexander Schulz
escribe Die Vernichtung der Rose (La
aniquilación de la rosa), o en “El
congreso” y su sociedad secreta que envía a Londres al
protagonista a estudiar el esperanto. Borges cita directa o
indirectamente a Xul en muchos textos y en muchas conversaciones. Y
aún distanciados sigue escribiendo sobre él.
De
personalidad desconcertante, de sonrisa permanente y respetuoso del
misterio de la vida, humilde como una hoja caída en otoño de uno de
sus árboles del Tigre y con un anhelo de anonimato similar al que
Borges atribuía a su propio padre, creía paradójicamente sin
embargo que todo estaba aún por inventarse. Soñaba y creaba y, por
ello, Borges lo llamó “padre de utopías”. También tenemos la
imagen que nos dejó de él Marechal en su Adán
Buenosayres a través de su personaje
novelesco Schultze:
“Tenía
el astrólogo un cuerpo flaco de casi dos metros de talla, una cabeza
de frente anchurosa y cabellos argenteados y un rostro severo que
se resentía de cierta palidez terrosa, comparable a la de los bulbos
y se animaba con la luz de unos ojos grises cuyo mirar caía de
pronto sobre uno como un puñado de ceniza”.
Y
más adelante:
“…mientras
algunos lo creían galopando su tercera infancia, otros no vacilaban
en adjudicarle todos los años de Matusalén, sin contar a los muchos
que, renunciando al sudor especulativo, le atribuían la simple y
llana inmortalidad del cangrejo. Yo sé decir que algunas veces, y
sin duda en relación con ciertas oposiciones astrales, mostraba
Schultze las huellas de una decrepitud infinita; y que otras, bajo
signos más favorables, alardeaba de locos arrebatos que lo inducían
a bailar una noche entera en el Tabarís, o a entonar en los
almacenes de barrio canciones libres que hacían enrojecer a los
cautelosos malevos de Villa Ortúzar”.
Xul
fue un hombre que no aceptó una realidad no poética. Politeísta y
visionario entregado al pensamiento y a la plegaria, en su obra como
en Borges el sueño invade la realidad pero aquí en pinturas
metafísicas. Para el escritor se trataba nada más y nada menos que
de un genio , “hombre
versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre
de escrituras, de lenguaje, de utopías, de mitologías, huésped de
infiernos y de cielos”, que no hemos sabido merecer. Borges
siempre propugnó el reconocimiento para Xul Solar: “Xul Solar es
uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época”,
“quizás el único ciudadano cosmopolita del universo que conocí”.
Siento
entonces que tengo que empezar a descubrir su biblioteca tigrense y
me encuentro allí con Le jeu, la change et le
hazard del matemático francés Louis
Bachelier y pienso en “Pierre Menard, autor del Quijote”. Pero no
lo abro, me llama más la atención la edición de Un
bárbaro en Asia de Henri Michaux. En el
prólogo a este libro Borges escribe lo siguiente:
Henri
Michaux (1899-1984), un hombre sereno y sonriente, muy lúcido, de
buena y no efusiva conversación y fácilmente irónico. Descreía de
París, del culto, entonces de rigor, de Pablo Picasso (…) Todo
esto se confirma en su libro Un
barbare en Asie.
Admiraba la obra de Paul Klee y la obra de Giorgio de Chirico. A lo
largo de su larga vida ejerció dos artes: la pintura y las letras.
En sus últimos libros las combinó. La noción china y japonesa de
que los ideogramas de un poema se componen no sólo para el oído
sino también para la vista, le sugirió curiosos experimentos. Como
Aldous Huxley exploró los alucinógenos y penetró en regiones de
pesadilla que inspirarían su pincel y su pluma.
Casi
todo eso nos recuerda a Xul, sereno y sonriente, muy lúcido y
fácilmente irónico, no creyente en los cultos de rigor, admirador
de Paul Klee, ejercitador de la pintura y las letras, combinador de
las mismas, experimentador de los cruces de sentidos y penetrador de
regiones de pesadilla que inspirarían su pincel y su pluma.
El
buscador
Xul
quería comunicar aquello que había encontrado después de décadas
continua búsqueda. Porque Xul era un buscador. Su biblioteca
revelaba su insaciable curiosidad. Marechal lo retrata en su Adan
BuenosAyres buscando el camino, su Tao. De
allí el símbolo recurrente de la escalera. Como Erasmo, como Shem
Tov, siempre fue un alma vagabunda y en búsqueda. Sabía de la
riqueza y complejidad del universo, y que había realidades distintas
para explorar. Entre ellas, la Munich de Goethe, Jung, Klee y
Steiner, la Florencia de Dante y el Milán de D’Annunzio y
Pirandello. Pero fue en el Londres de Blake, Crowley, Yeats y Turner
-y quizás especialmente en la biblioteca del Museo Británico- donde
exploró un universo entero de saberes. En el centro de esos
encuentros hallamos la constante interrelación entre la poesía y la
pintura.
Cuando
partió con destino a Londres lo hizo ante el hastío que percibía.
Ruth Benedict sugiere en Patterns
of Culture,
libro que Xul tenía en su biblioteca de Tigre, que en sus ceremonias
religiosas los kwatiutl en última instancia buscaban el éxtasis. El
bailarín principal, en el punto más alto de su performance, debía
perder el control de sí mismo para ser absorbido en otro estado de
la existencia. La Guía
espiritual de
Miguel de Molinos, escritor místico y teólogo español del siglo
XVII, que también se hallaba en la biblioteca tigrense, reza en su
subtítulo
"que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino
para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la
interior paz". Molinos exponía aquí el que suponía el mejor
camino para llegar a Dios, para el cual el alma debía
quedarse quieta
produciendo una nada.
Esta doctrina se halla curiosamente muy cercana al budismo y
a su búsqueda del nirvana,
y sabemos cuán atraído por el budismo se encontró Xul en la última
etapa de su vida. No sorprende recordar tampoco el apasionado interés
que Miguel de Molinos despertaba en Lezama Lima, cubano cuya
literatura estuvo marcada asimismo por preocupaciones místicas y
orientalismos.
También
se hallaba en la biblioteca de Tigre La
Gerarchia Celeste de S. Diongi el Aeropagita,
seudónimo de un anónimo teólogo y filósofo cristiano del tardío
siglo V y comienzos del VI, autor de un corpus de escritos místicos.
Identificado en sus obras también como “Dionisios” y
retratándose como la figura de Dionisios el Aeropagita, el
ateniense, escribió
esta obra sobre angelología encontrando espacio para escapar de las
jerarquías celestes y explorando el mismo para realizar directamente
la relación con Dios.
De
Khalil Gibran, autor que como Xul también tuvo una etapa de mayor
exteriorización y otra de una interiorización más intensa, se
había llevado al Tigre el conocido El
Profeta. En ambos autores, en realidad, estas
dos etapas se dan simultáneamente como ocurre con las tensiones
constantes de una búsqueda de santidad. Ese había sido también el
objetivo que perseguía Marcel Granet en otro libro que encontramos
en esta biblioteca: La pensée chinoise. En
un pensamiento que como el de Xul amaba las paradojas y las imágenes
nos topamos con recetas de santidad, un arte de la larga vida y una
mística de la autonomía. Ni en Granet ni en Xul se persigue
esencialmente la gratificación intelectual, el placer de las ideas y
el pensamiento, sino sobre todo esa santidad, el vivir bien y en
armonía con el mundo. Pero para ello primero debía despertar el
poderoso “fuego volcánico en uno” gracias al trabajo alquímico
iluminador de los rosacruces que nos devela el The
little mystic-magic picture book
que hallamos en otro estante.
Lo
que William James, cuyo libro Philosophie
de l’experience
estaba en Tigre, llamaba la “enfermedad de su alma” solo se
resolvería después de un largo período de búsqueda filosófica.
Xul también tenía la biografía del conde de Sain-Germain realizada
por Jean Moura y Paul Louvet,
Saint-Germain le rose-croix immortel,
aventurero del siglo XVIII que le prometiera a Luis XV “el
descubrimiento más rico y más raro que se haya hecho” y que en
todos los lugares donde viajó buscó montar investigaciones sobre
los pigmentos y los colores. Y asimismo encontramos en otro estante
un libro de León-Paul
Fargue, otro pintor, poeta y músico que tenía deseos de hacerlo
todo y que sentía que elegir en nuestro espíritu era sacrificar
todo el resto, que estudiara con Bergson y que guardó del simbolismo
el gusto de la música de las palabras, y que sobre todo
constantemente rechazaba lo que consideraba la rutina burguesa.
Como Xul, que
pintaba con sus sentidos de niño, Fargue era también el poeta de la
infancia que buscaba “los ojos de lo desconocido” en el costado
del cielo más sombrío.
Xul
seguramente hurgaba a la vez en Die
Christlichen Kirchen des orients (Las
Iglesias cristianas de oriente) del Dr. Konrad Lübeck y en
Dolor sexo y tiempo (Nuevo
aspecto de la evolución y futuro del hombre)
de Gerald Heard, otro buscador que no encontraba conflictos entre la
ciencia, la literatura y la teología, y que fue el primero entre un
grupo de amigos literatos (entre ellos Christopher
Isherwood) en descubrir el Swami Prabhavananda y el Vedanta. Lübeck
creía, como su amigo Aldous Huxley y como Xul Solar, que un ser
humano puede conseguir una evolución intencional de la conciencia,
de allí que probara el LSD y sintiera que tenía un gran potencial
para ampliar la mente y permitirle a una persona ver más allá de su
ego. Esa búsqueda por la autotrascendencia conciente y la
autotransformación permanente era vitalmente importante para Xul
Solar. Por ello quizás tuviera en su biblioteca las Initiations
lamaïques des theories-des pratiques-des hommes de
Alexandra David-Neel,
seudónimo de Louise Eugénie
Alexandrine Marie David,
exploradora y orientalista anarquista, espiritualista y budista
franco-belga conocida especialmente por su visita a la ciudad
prohibida de Lhasa en 1924, y que escribiera decenas de libros sobre
religiones orientales, filosofía y sus viajes. Además de en Xul
Solar, Alexandra influyó en Jack Kerouac, Allen Ginsberg y Alan
Watts. Se dice que cuando ya tenía 100 años emprendió un viaje al
Himalaya buscando la iluminación rodeada de peregrinos. Sin dudas,
esa vida enteramente dedicada al descubrimiento tenía que haberle
impactado a Xul.
También
tenía nuestro pintor en Tigre el primer manifiesto surrealista de
Bretón, ese buscador del oro del tiempo según ha quedado grabado en
su epitafio, y La
agonía del Cristinianismo,
de Unamuno, para quien agonizaba todo aquel que vivía dudando y
concebía la vida cristiana como agonía de la fe pero ésta había
dejado de ser tal al haberse convertido el cristianismo en un Estado.
¿Tal vez por eso solo encontramos en la lista de libros de su
biblioteca tigrense “La ida” del
Martín Fierro, su
primera parte más anarquista, escrita contra el Estado, cuando su
autor era perseguido, y no La Vuelta
escrita desde la voz del Estado?
Y no es quizás casual que inmediatamente después encontremos en su
biblioteca El Proceso de
Franz Kafka, obra de
transformaciones místicas y cuyo autor influyó mucho en Borges, que
tenía también a Goethe entre sus autores preferidos, que había
heredado lenguas diversas de sus padres igual que Xul, que buscador
al fin comenzó a estudiar química en la Universidad de Praga
habiendo probado también historia del arte y filología alemana, que
impresionaba como Xul a los demás con su aspecto infantil y su gran
inteligencia, además de su particular sentido del humor y al que,
como a Xul, le interesaban y escribiera parábolas aforísticas. En
sus cuadernos íntimos Kafka habla de “demonios”, de “asalto a
las últimas fronteras terrenales” y otras expresiones que aluden a
un mundo oscuro y desconocido. Como Kafka, Xul fue –más allá de
sus sonrisas- también un ser por momentos atormentado y complejo que
gozó igualmente de la vida con una rara y original intensidad. Como
en Borges, los protagonistas de Kafka se enfrentan con frecuencia a
un mundo basado en reglas desconocidas, paradójicas o inescrutables.
Por ello se ha hablado de Kierkegaard como antecesor del punto de
vista más íntimo de Kafka y otros han apuntado al anarquismo (lo
que nos devuelve a La
ida del Martín
Fierro). Benjamin rechazaba la idea de Brod según la cual Kafka se
hallaría en camino a la santidad y hablaba de la tensión entre la
tradición mística y la experiencia de la ciudad. Según decía
Benjamin, Kafka “vive en un mundo complementario” como Klee, cuya
pintura estaba esencialmente aislada en su esfera propia. Como Xul,
podríamos agregar nosotros. Maestro de la parábola como Xul, nada
psicológico como Xul, tuvo sí al igual que Kafka una obsesión por
las interioridades del poder. Ambos Xul y Kafka estaban invadidos por
una insatisfacción que los convirtió en buscadores.
En El
Proceso, que es
la obra que encontramos en su biblioteca tigrense, el protagonista se
adentra en una pesadilla de inaccesibilidad a la ley y termina
conversando con un sacerdote, capellán de la cárcel.
Finalmente, nos es dado
suponer que Xul buscó en Tigre develar otros secretos. Algunos
quizás más simples mediante la lectura del libro de C. L. Griffith,
The story of letters and numbers,
pero otros quizás más complejos especialmente en textos como
Theory and Magic
and Buch Vier de
Aleister Crowley.
Un
cosmopolita en el río
Borges,
que no carecía de esa cualidad, definiría también a Xul como un
cosmopolita. Para empezar, habitó múltiples idiomas. Se crió con
el alemán de su padre, el dialecto italiano de su madre, y las
lenguas que se mezclaban en Tigre y Buenos Aires a comienzos del
siglo XX. Se dice que aprovechó una convalescencia en el Hospital
Fernández para aprender ruso de un miembro de ese país con quien
compartía la habitación. “Exquisito estrellador de cielos y de
idiomas”, como lo definiera Macedonio, se supone que manejaba el
además el francés, el inglés, el portugués y el guaraní, además
de de tener conocimiento del latín, el griego, el mandarín y
estudios del sánscrito. La panlengua justamente representaba el
sueño de una lengua cosmopolita para un ciudadano del universo, y su
panteísmo suponía una búsqueda de identificación con todos los
seres humanos. De Europa se abrió al oriente y, al volver a
Argentina y luego específicamente a Tigre, se trajo consigo al
mundo.
Voy
entonces a su biblioteca de Li-Tao,
nombre de su casa tigrense frente al río que combinaba el nombre de
Lita con el Tao, y encuentro manuales de indostaní, otro de
gramática práctica del idioma finés para el autoestudio,
libros para estudiar alemán, otro para el aprendizaje de la lengua
árabe, uno sobre el dialecto coloquial de China del norte, otro
sobre la gramática elemental del sueco, otro de gramática del
griego antiguo, un nuevo vocabulario inglés-español con todas las
palabras en uso y su pronunciación figurada, un pequeño diccionario
inglés-español, una gramática de la lengua japonesa hablada, un
abc del uso del inglés, un diccionario castellano-guaraní, un
diccionario de la lengua griega y alemana, un diccionario
latín-inglés, un diccionario ruso-alemán y una guía para las
conversaciones entre esas lenguas, un método para estudiar el
sánscrito y un libro sobre la pronunciación del inglés, todos
estos libros escritos en los más diversos idiomas.
Recuerdo
que Khalil Gibrán, presente como vimos en su biblioteca, también
era un cosmopolita. Pero veo encuentro allí un libro que revela una
vida quizás más interesante en términos del cosmopolitismo de Xul:
el resumen de la Doctrina Secreta
de Madame Blavatsky, quien viajó por Egipto, Turquía,Grecia,
Lodndres, Canadá, EEUU, México, Sudamérica, India, Java, el Tibet,
Francia, Alemania, el Cáucaso, Rusia, los Balcanes, Siria e Italia,
Chipre, Ceilán (actual Sri Lanka), entre otros lugares. También nos
es relevante aquí la vida de William James, de quien Xul se había
llevado al Tigre su ya citado Philosophie de
l’experience y cuya educación hogareña
había alentado el cosmopolitanismo e hizo que viajara catorce veces
a Europa. Pero de repente me encuentro con una extraña publicación:
un libro sobre Postumia y sus grutas, ciudad y municipio del suroeste
de Eslovenia conocida por sus cuevas, eje de comunicaciones
terrestres que unía Viena, Liubliana y Trieste, única salida al mar
del imperio austrohúngaro cuya cosmopolita monarquía desarrolló
una protoindustria turística en torno a la cueva haciendo que la
ciudad cuente con una de las infraestructuras turísticas más
antiguas del mundo. ¿Había Xul visitado ese lugar?
También
Saint-Germain cuya biografía mencionamos había sido un personaje
que hablaba y escribía griego, latín, sánscrito, árabe, chino,
francés, alemán, inglés, italiano, portugués y español,
entendiendo asimismo algo de polaco, y había huido de Francia bajo
la presión de asuntos sombríos, viajando por Prusia, Rusia, Italia,
Inglaterra y Austria, país en donde se lo ve con frecuencia en
Viena, cuartel general de los rosacruces, deteniéndose finalmente en
la corte de un ferviente alquimista.
Xul tenía además en su biblioteca tigrense una
biografía de Fourier, quien viajara también extensivamente por
Europa y cambiaría a menudo de residencia para poder experimentar
nuevas cosas. Los diversos pueblos y culturas que conoció como
viajante de negocios fueron sin dudas una fuente importante para sus
pensamientos.
En
otro estante descubro Los
Cabalistas,
de Isaac L. Peretz, quien había
impulsado la idea de países multinacionales, defendiendo al pueblo
sobre el Estado y las culturas nacionales distintivas por sobre las
fronteras políticas. Asimismo
encuentro las Cérémonies
et coutumes qui s'observent aujourd'hui parmi les juifs, avec un
supplément touchant les sectes des caraïtes et
des samaritains de
notre temps de
León de Modène,
erudito veneciano que estudió literatura, danza y lenguas, que fue
rabino de Venecia pero también escritor, músico y fabricante de
amuletos, que ayudaría al redescubrimiento del Oriente y de las
religiones no cristianas y cuya obra prefigurará un estado de
espíritu que instaurará la crítica bíblica y una visión
desacralizada de los textos religiosos.
En esa línea también se encuentra en su biblioteca Quelques
concepts fondamentaux des hindous
de Arthur Avalon, seudónimo de Sir John George Woodroffe,
publicación que reúne las conferencias que diera en la Sociedad
Artística y Literaria Francesa de Calcuta. Este orientalista
británico ayudó con su obra a generar en Occidente un profundo y
amplio interés en la filosofía hindú y en las prácticas del Yoga.
Imagino ahora a Xul
abriendo frente al río su biografía de Paracelso, quien viajó
bastante en busca del conocimiento de la alquimia, y las Ideas
para una filosofía de la historia de la humanidad de Herder,
filósofo y teólogo alemán muy influenciado por Kant e instigador
del Sturm und Drang que inspiró al joven Goethe -aunque luego
éste se distanciara de aquél. Si bien Herder le diera un papel
esencial a las creaciones propias de cada pueblo, no era un
nacionalista sino un cosmopolita, por eso a pesar de ser pastor
estaba en contra de la evangelización al considerarla destructora de
culturas. Por eso tampoco es raro encontrar en su biblioteca de
Tigre la Einleitung in den Koran (Iniciación al Corán) del
Dr. Gustav Weil, orientalista alemán que hablaba hebreo, latín y
árabe y fuera profesor de francés en una escuela médica egipcia,
país en el cual aprendió persa moderno y el turco que luego
perfeccionaría en Constantinopla. No en vano fue el responsable de
la primera traducción íntegra al alemán de Las mil y una
noches.
Además
de un libro indescifrable para mí escrito en ruso y otro sobre el
simbolismo oriental y griego de los números, poseía también Xul
en Tigre un manual de inglés comercial y una historia del Japón, un
drama kabuki y el gran libro del escritor y pintor belga Henri
Michaux, Un bárbaro en Asia,
con el que se puede viajar por Asia siguiendo sus diferentes
impresiones sobre los países que atraviesa y sus culturas,
preguntándose con tono humorístico lo que los europeos podrían
aprender de esas poblaciones. Pero en cuanto al lejano oriente,
además de un libro sobre el arte y la filosofía en el Japón
antiguo, lo básico de la lengua china Xul tal vez intentara
aprenderlo del libro de James Summers, The
Rudiments of the Chinese language, with dialogues, excercises, and a
vocabulary, académico
británico contratado por el gobierno de Meiji del Imperio del Japón
para establecer un currículum de lengua inglesa en el Kaisei
Gakuin (el
precursor de la Universidad Imperial de Tokio).
Finalmente
encontramos el libro de Graf Hermann Keyserling, Das
Spectrum Europas. Graf
Keyserling fue un filósofo alemán báltico, nacido en el imperio
ruso en lo que actualmente es Estonia, cuya abuela fue descendiente
de Gengis Kan. Luego de estudiar en Dorpat , Heidelberg y Viena,
efectuó un viaje alrededor del mundo. Se interesó por las ciencias
naturales y la filosofía, estudió geología y fundó
la Gesellschaft
für Freie Philosophie (Sociedad
para la Filosofía Libre) en Darmstadt.
Mudado a Alemania, se casó con la nieta de Otto
von Bismarck
y tuvo por hijo a otro conocido filósofo, Arnold
Keyserling.
En este libro que Xul tenía en el Tigre ofrece imágenes de la
naturaleza de los pueblos europeos y descripciones de las
mentalidades nacionales, llegando a la conclusión de que el conjunto
de Europa era esencialmente un fantasma.
Conocimiento/saber
Quiquid
non creditur ars est, tonat coelum ignaro Jove
(Sea
lo que se cree que la técnica es, consciente del cielo truena
Júpiter)
Sentencia
del Fausto resaltada en el ejemplar que poseía Xul Solar en Tigre.
La
aventura xuliana es una aventura del conocimiento y del saber, su
arte buscaba una revelación de los sentidos ocultos de las cosas.
Tal vez haya aprendido esto de Dante, curas raíces esotéricas
estudiara Guenón (quien naciera el mismo año que Xul y a quien Xul
también leía). El romanticismo había revalorizado las fuentes
esotéricas del saber oculto y Xul, junto a William Blake, suponía
la existencia de una unidad mística del universo. Aleister Crowley,
a quien conoce en Londres, ya había abandonado la universidad por
considerarla sede de saberes muertos. Y le pareció encontrar saberes
vivos en Rudolf Steiner, a quien escuchó disertar en Stuttgart. El
impacto que causó Steiner en él hizo que se trajera a la Argentina
treinta libros del fundador de la antroposofía. No en vano le
dedicaría además luego una pictografía. Xul sospechaba, como
suponía su amigo Girondo, que “la realidad nos teje diariamente
una telaraña en las pupilas” y por ello se trataba de descubrir lo
oculto. Pero no todos creían en la sabiduría que Xul iba
acumulando:
“el
sentir popular andaba igualmente dividido: había quienes lo
imaginaban en el grado último de la iniciación védica, y quienes
lo suponían flotando en las excelsas regiones del macaneo teosófico,
amén de algunos que, demasiado suspicaces, lo reverenciaban como el
humorista más luctuoso que hubiese respirado las brisas del Plata”
Xul
estudiará también los libros de los antiguos maestros místicos
como Jakob Böhme y Emanuel Swedenborg ya que, versado en todas las
disciplinas según Borges, busca correspondencias con un orden
cósmico oculto para alcanzar una especie de sabiduría universal. El
ensayo del conocer xuliano se sitúa, por otra parte, dentro del
mundo de las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires que
incluían al astrólogo de Arlt y las fuerzas extrañas de Lugones.
Su biblioteca era testimonio de un ansia de saber que desafiaba las
limitaciones del positivismo, con el mareo de la metafísica
macedoniana de la que también bebió y que le llevó a una mística
de conciliación con la naturaleza en el Tigre y de contemplación a
la hora del conocer: para William James justamente aquello que nos
permitiría creer. Decido volver a abrir entonces su Philosophie
de l’experience en la que diferencia dos
tipos de espiritualismo: el teísmo y el panteísmo. El primero
establece una dualidad entre hombre y Dios; el panteísmo, en cambio,
identifica al hombre con Dios y la tendencia contemporánea, sostenía
James, era hacia el panteísmo.
En su momento se sumó a la Sociedad Teosófica e interactuó en su
vida con su padrino Ralph Waldo Emerson, el ya mencionado Henri
Bergson y Macedonio Fernández, amigo de Xul.
La
fascinación por lo oculto de Xul no está lejos de la de Pessoa,
penetrando en ese territorio que “los
angeles temen pisar”.
Pero, a diferencia de lo que ocurre con Xul, en
Pessoa cualquier tentativa de huir del laberinto borgiano es
infructífera y no hay otra solución sino abdicar frente a la
supremacía del misterio, aquello que William Blake admiraba,
especialmente el de la naturaleza porque confiaba en que a Dios le
gustaría aparecerse por allí y tal vez por ello Xul la elige para
sus últimos años en el Tigre. A Xul le preocupaba lo oculto
justamente como aquello que incluía ciencias que se suponía
contenían algún conocimiento de esas fuerzas misteriosas de la
naturaleza, sin descartar éstas además el conocimiento intuitivo y
el razonamiento mediante analogías.
En
tanto astrólogo Xul creía además en nuestros lazos con las
estrellas: el universo es considerado un drama cósmico contra cuya
oscuridad lucha, tal como lo hace también el cabalista. La intensa
pasión que guía a este último muestra que el amor y el
conocimiento son con frecuencia sinónimos. Y así como el gnóstico
busca respuesta al misterio de la existencia, la música de las
estrellas también podía ser reveladora para Xul.
Para Xul lo real pertenecía a otro mundo al que
accedía mediante sus visiones a las que corresponden sus cuadros.
Pero también lo que uno veía dependía de su imaginación porque es
uno quien le da forma al mundo.
El
verdadero artista debía para Xul intentar representar aquello que no
puede representarse, tender un puente hacia lo oculto. No deja de ser
relevante que Marechal lo eligiera para recorrer el camino al
conocimiento que implicaba el descenso al infierno porteño. La obra
de arte es en Xul una obra de descubrimiento de verdades que debe
conducir a la paz y el artista ser guía para la mirada, necesitando
a su vez de una lengua que pueda penetrar esa verdad. Su mudanza a
Tigre fue también una manera de acercarse a esa verdad. Vuelvo
entonces nuevamente a su biblioteca tigrense y vuelvo a abrir
Patterns of Culture de
Ruth Benedict, libro en el que, empleando los términos de Nietszche
para la tragedia griega, describe a la tribu de los zuni
como apolíneos y define sus patrones culturales en relación a lo
dionisíacos que no son al no escapar de los límites de los sentidos
y entrar a otro orden de la experiencia, valorando seguramente Xul al
leerlo las iluminaciones del frenesí del que desconfía el apolíneo
que con frecuencia tiene poca idea de la naturaleza de esas
experiencias, permaneciendo en el mapa conocido y no metiéndose con
estados psicológicos disruptivos.
Vuelvo
también a abrir la Guía Espiritual
de Miguel de Molinos como manual de aprendizaje práctico opuesto al
conocimiento escolástico, persiguiendo el autoconocimiento y
utilizando el concepto de la nada como medio para alcanzar la
divinidad. Este libro ha sido visto como el conjunto de enseñanzas
de un maestro que busca facilitar el aprendizaje de sus alumnos
“indecisos” o “perplejos”. Pero perplejo no es aquí aquel
que conoce sino aquel que no puede saber porque sabe en demasía, y
aunque busca una resolución sabe que no puede encontrarla. Tal vez
por eso también hallo un texto sobre la Fraternidad
Rosa Cruz para la América del Sur,
institución cuyo propósito era diseminar una enseñanza sobre el
origen, evolución y fin último del ser humano y del universo,
transmitiendo una enseñanza astrológica paralela a la cristiana.
Me
muevo hacia otro estante y encuentro The
Personality of Man, de George
Tyrrell, quien explicó los fantasmas como alucinaciones y mecanismos
telepáticos. Tyrrell condujo experimentos en precognición y
telepatía y se interesó mucho en el espiritualismo. Fue uno de los
primeros en introducir temas sobrenaturales o parapsicológicos en la
psicología dominante.
Cambiando
de estante vuelvo a abrir Sobre
la jerarquía celestial
(su título castellano, Xul lo tenía como ya vimos en italiano en
Tigre) del creador de una teología negativa según la cual solamente
nos es dado decir lo que Dios no
es,
doctrina que ejerció una gran influencia en la ascética
y mística cristiana
de los siglos XIII a XV y en el quietismo del ya citado Miguel de
Molinos. Pero
inmediatamente me deparo con First
and Last Things: A confession of faith and rule of life, obra
de H. G. Wells donde se percibe la influencia del pragmatismo de su
amigo William James, enfatizando su escepticismo con respecto a la
confianza acrítica en la mente o en los sentidos ya que “el mundo
de los hechos no es lo que parece ser”. Las creencias, nos dice
allí, no son convicciones sino más bien posiciones a las que se
llega “de la misma manera exacta en que un artista hace una
pintura”, satisfaciendo “un deseo de armonía y belleza”.
Dejo
ahora ese libro porque de reojo descubro The
Path of Light: Rendered for the First Time Into English From The
Bodhicharyavatara of Santi-Deva, a Manual of Maha-Yana Buddhism
de Barnnett, traducción de un importante tratado de budismo Mahayana, y a su lado nuevamente se me aparece El Profeta de
Kahlil Gibran (que también fue dibujante y pintor),
inspirado probablemente en la sabiduría de grandes maestros como
Buda o Jesús (sobre quien también escribió una vida imaginaria),
en las religiones orientales y corrientes de espiritualidad marcadas
por un gran sentido del lo místico (como el sufismo) sin perder
semejanza con las creencias animistas de muchas sociedades tribales
cercanas a la naturaleza. Igual que Xul, Gibran
fue muy influenciado por William Blake y algunas de sus pinturas
fueron comparadas con las éste. Es otro que, como Xul, se empapó de
todo lo visto, sentido y oído, procurando aprender en todo momento.
En
otro estante encontramos las Oeuvres Complétes
de René Ghil, poeta y científico francés que rompe con
Mallarmé oponiendo al idealismo un materialismo metafísico
inspirado en Darwin y en el budismo. Con un
sentido armónico en su camino muy desarrollado al punto que decía
escribir como compositor más que como escritor, René Ghil trabajó
como Xul después sobre la idea de la paridad entre los sonidos y los
colores (explorada asimismo por Baudelaire y Rimbaud y que fuera
reflexión de numerosos teóricos), intentando traducir los colores
en sonidos una vez bien determinados los colores de las vocales y de
los diptongos e inmediatamente en el timbre del instrumento. Dentro
de estas obras específicamente en el Traité
du verbe sistematizó bajo el nombre
de “instrumentación verbal” el principio de valor de los sonidos
fundamentales que Rimbaud había introducido en su soneto de las
vocales. Esta ambiciosa teoría debía permitir, gracias a la
orquestación de todos los sonidos, una audición colorida.
No es difícil imaginar cómo
influyó este autor en Xul, especialmente a la hora de diseñar su
colorido piano. Oscuras y con frecuencia de difícil lectura como las
del mismo Xul, sus obras indican el fracaso de una poesía con una
pretensión teórica demasiado fuerte y que, de hecho, a menudo no es
más que esotérica, lo que también algunos critican al pintor
argentino.
También
encontré a Fernando Demaría en la biblioteca, a quien el estudio de
la filosofía lo había llevado al convencimiento de que
la
conciencia más profunda del hombre responde al sentimiento más que
a las ideas y a la racionalidad, lo que resultó en su Tratado
del Sentimiento,
publicado por Ediciones del Hombre Nuevo, fundado entre otros por su
amigo Rafael
Squirru.
Su poesía ha sido condensada bajo el título común de Pampa
Roja,
cuyas primera parte de las dos primeras ediciones fue ilustrada por
su amigo artista Pérez Celis.
Cambio
de rumbo en la biblioteca y hojeo ahora Japanese Buddhism
de Daisetzu Teitaro Suzuki, autor japonés de libros y ensayos
sobre el budismo y el zen, también traductor de literatura china,
japonesa y sánscrita, y veo que también se encuentra en la
biblioteca de Xul en Tigre Buddhism as a religion: Its historical
developments and its present conditions, de Heinrich F. Hackmann,
teólogo protestante alemán y reconocido sinólogo, párroco de la
comunidad alemana en Shangai y profesor de historia de las religiones
en la Universidad de Amsterdam que viajó por el sudeste asiático
para estudiar el budismo.
Pero hay un libro que
en esta biblioteca me llamó especialmente la atención: La risa.
Ensayo sobre la significación de lo cómico de Henri Bergson, el
filósofo francés inflluenciado por Ralph Waldo Emerson y que fuera
parte de la reacción espiritualista y vitalista contra las que
consideraba limitaciones del racionalismo y positivismo de principios
del siglo XX, acreditando valores estéticos y mentales que
constituían el “mundo del espíritu” y buscando caminos hacia
esos ámbitos.
Sin
dudas otro libro fundamental que encontré para entender a Xul fue el
resumen que
Katherine
Hillard hiciera de
The Secret Doctrine. A synthesis of science, religion and philosophy,
de Madame Blavatsky, escritora y ocultista rusa (aunque nació en
territorio hoy ucraniano), una de las fundadoras de la Sociedad
Teosófica y específicamente de su sección esotérica, quien a lo
largo de su vida fue acusada de fraudes y engaños deliberados
–además de ser espía rusa- pero a quien también se le
atribuyeron poderes mediúmnicos y clarividentes así como la
capacidad de producir manifestaciones fenoménicas consumiendo parte
de su vitalidad.
The
Secret Doctrine
pretendía ser una síntesis del pensamiento científico, metafísico y
religioso, que contenería un conocimiento esotérico de los
misterios de la religión. La obra se basa en la existencia de un
principio omnipresente, eterno, ilimitado, inmutable y que no se ve
-porque su comprensión va más allá de la capacidad de inteligencia
humana- y no puede expresarse, y la identidad de todas las almas con
el Alma
Universal.
Se
trata de un libro seminal del conocimiento esotérico. Se dice además
que Blavatasky habría sido una de las primeras en introducir el
conocimiento de las religiones y sabidurías orientales en occidente,
presentando además fenómenos no explicables por las leyes
“conocidas” de la ciencia.
Paso
ahora rápidamente por un libro titulado La
química al día,
la Introducción
a la Química Orgánica
del Dr. Bernhard Bavink (naturalista y filósofo de la naturaleza
alemán) y
otro de Wilhelm
Heinrich Schüßler, otro alemán, en este caso un doctor que buscó
remedios naturales y publicó sus resultados en un diario homeopático
teutón, lo que llevó a una lista doce elementos aún populares
entre los interesados en la medicina alternativa como Xul lo estaba.
También hallé en esa línea la Filosofía
homeopática de James Tyler Kent, médico
estadounidense que fuera uno de los precursores de la homeopatía y
seguidor de una secta fundada por Swedenborg que lo convencería de
las causas espirituales de las enfermedades. En esta misma vena
curativa encontramos asimismo el Hermetische
Medizin -Stein der Weisen- Lebenselixiere
(Medicina hermética, la piedra filosofal, Elixires de la juventud )
de G. W. Surya, seudónimo del astrólogo austríaco Demeter
Georgievitz-Weitzer.
Pero
decido detenerme
más en el gran libro de Thomas
a Kempis, Imitatio
Christi
(en versión francesa), obra de devoción Cristiana redactada para la
vida spiritual de los monjes y frailes, para algunos inspirada en las
obras del místico flamenco Jan
van Ruysbroeck. Tomás era hijo de artesanos y pertenecía a una
escuela mística que se difundirá especialmente en el norte de
Europa. Todas sus obras, pero en especial ésta, están inspiradas
por el espíritu ascético y místico que le inspira el amor a Cristo
y en general aparecen como respuesta al espíritu intelectualista de
su época, presentando a Jesucristo como el único modelo de
auténtico conocimiento. Por eso, nos dice, “no
podemos confiarnos mucho en nosotros mismos porque frecuentemente nos
faltan el buen juicio y la gracia”.
Luego
nos encontramos con
La philosophie du moyen Age, de Ëmile
Bréhier, filósofo francés que sucedió a Bergson en la Sorbonne,
de quién fue un seguidor temprano, y quien aquí encara el
problema del conocimiento y el misticismo especulativo en la
filosofía de la edad media, considerándola más rica de lo que
normalmente se supone. Tambien aparece en otro estante Immanuel Kant
con su Prolegomena
zu einer jeden künftigen Metaphysik, die als Wissenschaft wird
auftreten können
(o Prolegómena a cualquier metafísica futura que podrá presentarse
a sí misma como ciencia) y su Metafísica
Futura
en la que enfatiza la importancia de este proyecto antipositivista.
Se trata de una visión simplificada de
la primera edición de la Crítica
de de la Razón Pura,
aclaración
de lo que consideraba que la metafísica podía
ser una vez que hubiera sido llevada a cabo la crítica
de la razón pura.
No
me sorprende ahora hallar el Parsifal
de Wagner en una edición original en alemán. Influenciado
por Schopenhauer, Wagner se mostró interesado en las filosofías
orientales, particularmente el budismo.
Esto es claro en su menos conocida Die
Sieger (Los
victoriosos),
un boceto de una ópera basada en una historia de la vida de Buda.
Los temas de la reencarnación, la compasión, la renuncia a uno
mismo e incluso a los grupos sociales que aparecerían en Parsifal
ya habían sido introducidos en Die
Sieger.
Recordemos además que en la obra es bastante importante el personaje
de Klingsor, un nigromante que seguramente cautivara a Xul.
Entre
otros libros de moral, religión, filosofía, ciencia y astrología,
encontramos la Lógica
de Abel
Rey,
filósofo francés e historiador de la ciencia que influyó en
Bachelard (quien lo sucediera en la Sorbona) y precursor de la
cooperación de las ciencias con las humanidades. Pero me interesó
aún más el hecho de que del
coronel y médico del ejército mexicano Heinrich Arnold Krumm-Heller
tenía su Tratado
de quirología médica. Diagnóstico de las enfermedades.
Krumm-Heller fue un alemán que participó de la revolución mexicana
pero cuya mayor atención la había dedicado a estudiar esoterismo,
espiritismo,
teosofía, ocultismo e iluminación espiritual.
Se
convirtió en el doctor privado del futuro presidente mexicano
Francisco Madero en 1911 y se supone trabajó como agente de
inteligencia tanto para el servicio secreto mexicano como el alemán,
incluyendo una misión diplomática a Argentina. El gobierno alemán
lo consideraba, por lo menos, “extraño”, tal vez mentalmente
extraviado, como algunos veían a Xul, pero leal y comprometido con
su país. Estando en México también fundó la Society
of the Iron Cross
y después de volver a Alemania se convirtió en un obispo de la
Iglesia Gnóstica. Como Xul, también conoció a Aleister Crowley y
fue muy influenciado por sus concepciones místicas. En Perú recibió
el nombre simbólico de Maestro Huiracocha,
con el cual sería conocido en los círculos esotéricos.
Vuelvo
ahora a la biografía de Saint-Germain, quien también era un hombre
de gran saber en química y alquimia además de ser un calificado
pintor. Se decía que había transmutado una pieza de plata en oro y
que había logrado la gran obra alquímica que permite alcanzar la
inmortalidad. El mismo habría bebido ese elixir que le habría
permitido vivir de dos a cuatro mil años, de allí que pudiera
eventualmente relatar las intrigas de la corte de Babilonia. De
alguna manera como a Borges le parecía mentira que haya muerto Xul,
Voltaire escribió de aquel en una carta a Federico II: “Es un
hombre que no muere nunca, y que sabe todo”. Más moderado,
Saint-Germain habría dicho que tenía 300 años y su empleado
doméstico,
interrogado sobre el asunto, habría respondido: “No puedo decirle:
hace solamente 100 años que trabajo para él”. Virtuoso
en el clavicordio y el violín, componía música también. Como si
fuera Borges hablando de Xul, Casanova se refirió a él como un
“sabio,
[hablando] perfectamente la mayor parte de las lenguas (…) de una
figura agradable”. Pero Giacomo
Casanova sospechaba de cierta impostura en el conde y describe en sus
memorias varios encuentros con el “celebrado y erudito impostor”.
Afirmó que como conversador no tenía igual, que se presentaba como
una maravilla y siempre buscaba sorprender, lo que con frecuencia
lograba, cual Xul Solar podríamos suponer.
Vuelvo
brevemente al libro de Fargue, de quien Saint-John Perse decía que
sus versos tenían la gracia de un canto puro a lo más secreto del
ser, acompañando la sombra de las cosas hacia su claridad primera,
pongo a un costado Los cabalistas
de Isaac León Peretz y decido abrir también Die
Plastik Des 20 Jahrhunderts (La escultura del
siglo XX) de Werner Hofman, historiador del arte austríaco, curador
y director de museo, considerado uno de los académicos europeos de
arte moderno más distinguidos y conocido por haber conectado la
Escuela de Historia del Arte de Viena con la de Hamburgo. Su obra fue
altamente interdisciplinaria, tomando ejemplos de la música, la
filosofía y la literatura para elucidar de nuevas maneras lo que
eran en muchos casos muy conocidas obras de arte.
Sin
dudas un texto clave de la biblioteca tigrense a la hora de pensar el
drama del conocimiento en Xul Solar es el Fausto
de Goethe, cuyo personaje se esfueza en aprender todo lo que puede
ser conocido, lejos de propósitos morales y, desesperado por la
insuficiencia del conocimiento religioso, humano y científico se
vuelve, quizás como también Xul, hacia la magia. Esta parábola
sobre el conocimiento situaba la ciencia y el poder en el contexto de
una metafísica moralmente interesada que obviamente inquietaba a
Xul. Después de rápidamente hojear los Ëtudes
de Theologie Mystique de Guibert, P. y
Joseph, S. I. y la Classification Universelle
systématique et cordonnée des connaissances humaines de
Maurice Phusis, abro Dolor, sexo y tiempo.
Nuevo aspecto de la evolución y futuro del
hombre de Gerald Heard. Su nombre era en
verdad Henry FitzGerald Heard,
escritor de temas científicos y filósofo cuya obra influyó en el
movimiento de desarrollo de la conciencia que se esparció en el
mundo occidental desde los años 60. Heard afirmaba que vivimos
una humanidad individualizada en psiquis separadas que solo pueden
conocer su propio placer y dolores privados, infiriendo solo
débilmente el sufrimiento de otros.
En este libro argumenta que en la evolución la humanidad adquirió
una vitalidad que nos hace más sensibles al dolor y nos empuja hacia
la transformación de nuestras capacidades mentales. Heard –que era
el único intelectual que H. G. Wells escuchaba en la radio-
representaba asimismo para Aldous Huxley un intento de reinterpretar
a la luz del conocimiento moderno las enseñanzas de las filosofías
religiosas tradicionales. Y probablemente jugara ese papel también
para Xul Solar.
Dejo
a un costado un libro titulado An
introduction to the study of minerals with a guide to the mineral
gallery
y me encuentro con Lo
santo, lo racional y lo irracional en la idea de Dios
de Rudolf Otto,
eminente teólogo protestante alemán, erudito en el estudio de las
religiones. Otto
pensaba lo sagrado como aquello que es
numinoso y misterioso, concepto que explicó como
una «experiencia no-racional y no-sensorial o el presentimiento cuyo
centro principal e inmediato está fuera de la identidad», siendo a
la vez terrorífico y fascinante.
En
este libro analiza las categorías de lo santo y lo numinoso, parte
de nuestra experiencia religiosa fundamental.
Paso
también por alto los Apuntes
de aritmética elemental: estudio
sobre la representación gráfica de las fracciones y
proporcionalidad de las cantidades
de
Lidia
R. Bosatta
y me detengo en The
Seven Great Problems of Astrology de
Charles Ernest Owen Carter, considerado uno de los maestros de la
astrología en su tiempo y cuya obra todavía influye hoy. Fue uno de
los fundadores de la Facultad
de Estudios Astrológicos de Londres, segundo presidente del
Astrological
Lodge
de la Sociedad Teosófica durante muchos años y fundador de la
revita Astrological
Quarterly
que editó durante más de treinta años. También
tenía Xul de él en Tigre The
principles of astrology: theoretical and applied. Pero
rápidamente me llama
Il
libro degle splendori: opera martinistica di Elifas Levi,
quien se había propuesto en este trabajo el comentario del rabino
Ben-Schimeon-Jochal en Siphra
Dzeniuta,
obra cabalística fundamental ligada a El
Zohar.
Eliphas
Lévi o
Eliphas Lévi Zaled (en hebreo) es
el seudónimo adoptado por el mago y
escritor ocultista francés Alphonse Louis Constant, amigo de Flora
Tristán (la gran viajera y escritora peruana, abuela de Gauguin).
Alphonse estudió la doctrina de los antiguos gnósticos y los
escritos piadosos de los místicos y fue autor de la la
Biblia de la libertad,
obra por la que fue condenado a prisión donde leyó por primera vez
a Swedenborg.
Enriquece,
como Xul, sin cesar su biblioteca y, consagrado maestro masón,
asiste a las reuniones de la logia Rosa
del perfecto silencio.
Obviamente
que en nuestra reflexión sobre el conocimiento en Xul Solar no podía
faltar Rudolf Steiner con su Die
Rätsel der philosophie. In ihrer Geschichte als Umriss dargestellt
(Los enigmas de la filosofía. En su historia como un esbozo),
libro en el que recorre las distintas concepciones del mundo que,
como enigmas filosóficos, han surgido en el mundo occidental. El
filósofo austríaco, ocultista y fundador de la antroposofía,
derivó
su epistemología de
la visión del mundo de Goethe,
según la cual «el pensamiento es un órgano de percepción al igual
que el ojo o el oído. Del mismo modo que el ojo percibe colores y el
oído sonidos, así el pensamiento percibe ideas».
Fue
quizás el portavoz más sofisticado de la tradición esotérica. Por
eso Xul lo leía tanto. También estaba en su biblioteca tigrense una
edición de dos conferencias suyas titulada Antroposofia:
Mensuario de la ciencia del espíritu.
En
tanto afines a las preocupaciones de Xul Solar, debemos recordar
también aquí especialmente los Dramas-Misterio de Steiner, obras
de teatro de argumento espiritual en el que los personajes se ven
sometidos a diversas pruebas relacionadas con el camino de la
iniciación. También ha llegado a hablarse de pintura
antroposófica,
cuyo tema es por lo general espiritual partiendo su técnica del
color para llegar a la forma.
Pasando
injustamente por alto el Tratado
de quimica orgánica
de Clemente E. Gentile, encuentro un libro de Delia Kamia (seudónimo
de Delia Ingenieros, hija de José Ingenieros), Memorias
de una maga.
Delia
era
una bióloga, maga y ensayista argentina que colaboró con Borges en
Antiguas
Literaturas Germánicas.
En estas Memorias
nos encontramos con las aventuras de una ilusionista que, seducida
por el encanto de lo maravilloso abandona su profesión científica.
Pero dejo a Delia y me encuentro con El
cardenal
de Henri Morton Robinson, un best seller en su época que es
ante todo la biografía espiritual de unos años de consolidación
del catolicismo norteamericano y es
la extensa historia de un sacerdote estadounidense que llega a ser un
príncipe de la Iglesia Católica.
Para
entender mejor a Xul siento, sin embargo, que debo volver al libro de
Alexandra David-Neel, según la cual todo “esoterismo” procede de
una incomprensión, de un deseo de saber. Alexandra allí recuerda
que la disciplina de los maestros espirituales tibetanos consistía
en acompañar a sus alumnos a atrapar el sentido real de las
enseñanzas que les eran presentadas, y resalta el rol esencial de la
atención sostenida y de la memoria en la disciplina espiritual
budista cuyo fin es la adquisición del conocimiento. En ese libro se
exponen asimismo diversas teorías elaboradas por pensadores
tibetanos en relación a la “conciencia cósmica”. Pero el
fin de la obra es ofrecer a las personas que se interesan en las
manifestaciones de la espiritualidad oriental informes precisos en
relación a la naturaleza de los ritos iniciáticos de los lamas y
las doctrinas expuestas a los iniciados.
Con
mi alemán aún precario para detenerme en Werden
und Wesen der Astrologie (Devenir y esencia
de la astrología) de Robert Henseling (1883-1964), lo hago entonces
en mi aceptable francés en Envoutements et
exorcismes a travers les ages. Rituel de defense,
de Anne Osmont. Poeta y novelista francesa, una de las más grandes
ocultistas del comienzo del siglo XX que aprendió tempranamente el
hebreo y se abrió así al estudio de la Cábala, Anne trabajó con
Hector Durville, maestro de hipnotizadores, pero sobre todo la
influenciarán dos hombres: Charles Henry, el sabio director del
laboratorio de fisiología de las sensaciones en la École
Pratique des Hautes Études,
gran especialista de la luz y de los colores, y el ocultista Francois
Charles Barlet, que se esconde bajo el seudónimo de Albert Faucheux,
se codea con Papus en el seno de la Sociedad Teosófica, es gran
maestro de la Orden cabalística de la Rosacruz y director de La
Revista Cósmica.
Pero ella también sigue las enseñanzas de otro ocultista: Max
Théón, el fundador de “La Hermética Hermandad de Luxor”,
versada en la cábala.
Dejo
ahora a un lado una traducción de El Corán
al francés y abro con entusiasmo el viejo Manifeste
du surrealisme de André Bretón junto a
Poisson Soluble del
mismo autor.
En ese manifiesto Breton
reivindica los derechos de la imaginación y alega por lo maravilloso
y la inspiración. Se trata de “transformar el mundo” y “cambiar
la vida”, como querría luego Xul. Breton tiene voluntad de
descubrir, inspirándose en la Fenomenología
del Espíritu,
ese “punto del espíritu de donde la vida y la muerte, lo real y lo
imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable,
lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos contradictoriamente”.
Después
de cruzarme con otro libro de química, esta vez escrito en italiano,
La
chimica moderna (teorie fondamentali),
llego a La
agonía del cristianismo
de Miguel de Unamuno, filósofo y escritor español formado
intelectualmente bajo el racionalismo que luego rechazaría. Este
libro critica la descristianización del mundo. La realidad cristiana
carece para Unamuno de una verdad racional y su planteamiento se basa
en una creencia sobrenatural sobre el mundo físico. No me resulta
entonces extraño encontrarme inmediatamente después con una
selección de escritos de Gerhard Tersteegen
(Eine
Auswahl aus seinen Schriften),
uno de los poetas místicos alemanes más notables de la iglesia
reformada alemana. Pronto se convirtió en un pietista de gran
influencia, entregándose enteramente al trabajo religioso. Paso
por alto un libro de biología y observo rápidamente Astrologische
Farbenlehere
(La teoría del color astrológico) de Otto Von Bressendorff y Walter
Koch, ambos astrólogos y este último también parapsicólogo. Pero
rápidamente salto a otro libro de mayor interés:
Le symbolisme de la crois
de René Guenón,
erudito, matemático, masón, filósofo y esoterista francés nacido
en El Cairo conocido por su esfuerzo por la conservación y
divulgación de las tradiciones espirituales.
Su
obra modificó la recepción del esoterismo en occidente en la
segunda mitad del siglo XX y tuvo una influencia marcada sobre
autores tan diversos como Mircea Eliade o hasta en el recientemente
mencionado André Breton. El
simbolismo de la cruz
fue considerado un “libro musulmán”. Había vivido en El Cairo
bajo el nombre que se le dio de su iniciación al esoterismo islámico
(Abd
al-Wâhid Yahyâ),
adoptando
el vestido egipcio tradicional, hablando árabe y evitando la
comunidad francesa de Egipto. Le
Symbolisme de la Croix corresponde
a sus preocupaciones metafísicas. Para Guenón sel simbolismo es “la
lengua metafísica por excelencia”, capaz de relacionar todos los
grados de la manifestación universal así como todos los componentes
del ser: el simbolismo es el medio del que dispone el hombre para
alcanzar órdenes de realidad que escapan a toda descripción por el
lenguaje ordinario. Y sostiene que Oriente nunca ha perdido esta
comprensión de la naturaleza profunda del simbolismo, que tanto
utilizara Xul. Según él, la meditación sobre los símbolos es
parte integrante de la inciación y del proceso de realización
espiritual, y el arte es sobre todo conocimiento y comprensión más
que asunto de sensibilidad. El simbolismo es una ciencia fundada
sobre “las correspondencias que existen entre los diferentes
órdenes de la realidad” y es utilizado para poner en relación
conceptos que tienen formulaciones distintas en tradiciones
diferentes. Este libro relaciona
de hecho el símbolo de la cruz con el esoterismo islámico.
La existencia de símbolos idénticos en diferentes tradiciones
alejadas en el tiempo o espacio sería indicador de un origen que se
remonta a una “tradición primordial”.
Dejo
pasar un libro sobre quirología, hojeo rápidamente los Puntos
críticos de la matemática contemporánea
de Francisco Vera, matemático y humanista republicano extremeño,
masón y teósofo que murió en Argentina en el exilio, para abrir
ahora esa biografía de Paracelso que antes mencionara: The
life and the doctrines of Philipus Theophrastus, Bombast of
Hoheneheim known as Paracelsus,
escrita por Franz Hartmann,
célebre doctor, astrólogo y escritor
alemán que trabajó con Helena
Blavatsky en
la India
y posteriormente fundó la Sociedad
Teosófica en Alemania,
tradujo el Bhagavad
Gita al
alemán, fundó la Orden
Rosacruz Esotérica e
intentó establecer un monasterio teosófico. Participó en varios
grupos ocultistas y sus obras incluyen varios libros sobre estudios
esotéricos y biografías de Jakob Böhme y ésta sobre Paracelso.
Fue uno de los fundadores de la orden mágica que luego sería
conocida como Ordo
Templi Orientis.
En esta obra se ocupa de este alquimista, médico y
astrólogo suizo
conocido porque se creía que había logrado
la transmutación del plomo en oro mediante
procedimientos alquimistas.
Abandono
a Paracelso y abro ahora Die
Heilkräfte des Logos
(Los poderes curativos del Logos), de Peryt Shou, seudónimo de Albert
Christian Georg (Jörg) Schultz, místico
alemán
que se dedicó a la poesía, a la pintura y posteriormente a las
ciencias ocultas y es recordado como uno de los más importantes
pensadores esotéricos
alemanes del siglo
XX
debido a su influencia sobre otros ocultistas. Aleister
Crowley también
se habría encontrado con él.
Decido cambiar de místico y me dirijo a Della
impronta delle cose ovvero della generazione e della definizione di
tutti specchio temporale dell’eternitá,
una
edición italiana del famoso De
Signatura Rerum
del místico y teósofo luterano alemán Jackob Böhme, cuyas
preocupaciones sobre el origen del bien y del mal posiblemente hayan
intrigado a Xul así como su percpeción del consuelo que las
personas encontraban en las doctrinas herméticas y teosóficas ante
la división religiosa de Alemania.
Como Xul, hombre de visiones y lector de obras de otros visionarios
como el alquímico Paracelso, creyó haber descubierto la estructura
espirtual del mundo y la unidad del cosmos..
Fatigado
de tanta mística decido abrir el Essaie
de Philosophie Chimique
de Maurice Delacre, un farmacéutico y químico belga cuyo pasatiemo
era el estudio de la influencia del dibujo en la pintura de Van
Dijck, Rubens y Miguel Ángel, y que finalmente se volvió a la
historia y a la filosofía al sentirse atrapado en su campo. Delacre
escribió este libro considerado una declaración de guerra a la
escuela entonces dominante en química orgánica. Pero no puedo
detenerme mucho allí ya que de reojo observo dos libros de Gustav
Meyrink (Gustav Meyer),
autor austro-húngaro famoso por El
Golem
que Borges admirara.
Pero
no puedo sino seguir recorriendo la biblioteca ya que desde otro
estante me llaman Las
metafísicas del cristianismo
de Julio Navarro Monzó, católico refugiado luego en el metodismo
que defendió la hipótesis del panteísmo originario del
cristianismo primitivo y que negó la divinidad del Cristo que “se
sentía hijo de Dios”. Salto entonces desde allí a La
infalibilidad de la iglesia de
George
Salmon Weekes,
matemático
irlandés que ante los límites que en dicha ciencia encontró se
convirtió en teólogo.
Este
libro fue su más controvertida e importante obra,
una serie de conferencias en las cuales argumenta contra la
infalibilidad papal en la Iglesia Católica Romana. Su vida y su obra
es un excelente ejemplo de cuán complementarios pueden ser el
estudio de la matemáticas y de la teología, como lo habían sido a
su vez para Lewis Carroll. Recordemos que Pitágoras decía que los
números reglan el universo y son el interior de todas las cosas y
que la geometría es el conocimiento de lo eternamente existente,
para no hablar del concepto de infinito.
Sin
tiempo para detenerme en el Essai
d’un traité elémentaire de physique selon les théories modernes
de J. Tillieux, elijo hurgar en The
Golden Dawn: An account of the teachings, rites and ceremonies of the
order de
Francis
Israel Regardie,
más conocido como Israel Regardie, ocultista y mago inglés,
discípulo, amante, secretario personal, biógrafo y editor de
Aleister Crowley, que había estudiado arte en Washington y
Filadelfia pero posteriormente estudió la cábala hermética y se
interesó en la teosofía, la filosofía hindú y el yoga, además de
sumarse a la Societas Rosacruciana en América, crisol alquímico
donde algunos dicen se incubó la New
Age.
La Hermetic
Order of the Golden Dawn
estudiaba y practicaba el ocultismo, la metafísica y las actividades
paranormales. Conocida como orden mágica, sus fundadores fueron
masones y rosacruces.
En este libro Regardie compiló información sobre esa orden e hizo
posible nuevas organizaciones ocultistas en Occidente que deben sus
sistemas de magia y popularidad a esta obra. Primero
estaban las conferencias de conocimiento, donde uno aprende los
fundamentos de la cábala, el simbolismo, la meditación y la
geomancia. Luego siguen los rituales de iniciación a los diversos
grados de la orden,
luego los rituales básicos de magia y los de invocaciones. El libro
explica además como diseñar talismanes y viajar en el plano astral
y provee una guía para una vida de magia y transformación. Regardie
estudió también psicoanálisis, abrió una oficina de quiropráctica
y enseñó psiquiatría.
Fascinado
pero atemorizado a la vez, dejo ese libro y abro
The serpent power being the shat-chakra-nirupana and paduka-panchaka
de Arthur Avalon,
seudónimo de Sir John George Woodroffe,
orientalista británico cuya obra abrió en Occidente un profundo
interés en la filosofía hindú y en el yoga. Especialmente atraído
por el Tantra Hindú, Avalon tradujo textos sánscritos originales.
Este libro ha sido fuente para adaptaciones occidentales modernas del
yoga kundalini. Se trata de una traducción comentada
del Satcakra-nirupana
de Purnananda y del Paduka-Pancaka.
El “poder de la serpiente” refiere a kundalini, una energía que
se dice es liberada dentro de un individuo mediante técnicas de
meditación. Encandilado
por la magia de Avalon decido abrir el Formulaire
de Haute Magie de Pierre
Vincenti, más conocido como Pierre V. Piobb, francés que investigó
sobre Nostradamus e influenció a los surrealistas.
No sorprende encontrar
también entonces en esta biblioteca
La Kabbale pratique de
Robert Ambelain, hombre de letras y maestro masón que participó de
la Orden Cabalística de la Rosacruz y de la Iglesia Gnóstica
Apostólica, dedicado a temas esotéricos e historia de las
religiones pero también dibujante y apasionado por la astrología y
la magia ritual, una de las figuras del renacimiento del ocultismo y
la espiritualidad en Francia posterior a la segunda guerra mundial.
Cansado
de tanto esoterismo, decido focalizarme al menos por un momento en el
Vocabulaire technique et critique de la
philosophie del filósofo francés Pierre
André Lalande,
diccionario enciclopédico del léxico filosófico en el que cada
término es presentado con sus diferentes definiciones así como
traducciones en griego, latín, alemán, inglés e italiano,
comentarios y notas al pie de página firmadas por los más grandes
filósofos y psicólogos de la época como Henri Bergson y Georges
Sorel. Y hablando de filósofos, recordemos que Xul también tenía
un libro de Herder ya mencionado en esta biblioteca tigrense, quien
se oponía a la idea de la razón ilustrada ya que consideraba al
hombre una unidad que excedía a aquella. Para
salir entonces de la razón ilustrada, nada mejor que abrir The
Gospel of our lord Jesus Christ according to Saint Luke, uno
de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento que junto a los Hechos
de los Apóstoles cubren ambos sesenta años de la vida de Jesús y
la temprana iglesia cristiana. La disciplina aquí toma la forma del
viaje y la oración como guías. En The Gospel
of our Lord Jesus Christ according to Saint Matthew,
también en la biblioteca, encontramos a su vez la evidencia bíblica
de los ángeles guardianes y la visita de los magos.
Dejo
la religión, vuelvo a las estrellas que Xul contemplaba en el cielo
de Tigre y me encuentro con The
Astrological ready reckoner and students’ assistant
de Sepharial, nombre por el que se conoció más al Dr. Walter Gorn
Old,
astrólogo y teósofo inglés que también estudiara medicina,
psicología, lenguas orientales y numerología.
Siguiendo en esta línea diviso la
Mundane
or national astrology
de H. S. Green, astrólogo y ocultista británico, vegetariano y
afamado solterón y
la
Raphael’s
horary astrology; By Witch Every question relating to the future may
be answered,
información esencial para la práctica de la astrología
horoscópica. De Raphael también Xul tenía en su biblioteca The
key to astrology
y junto a ella la Horary
Astrology,
de Alan Leo, pseudónimo de William Frederick Allan, teósofo
británico
considerado por muchos como el padre de la moderna astrología
habiendo fundado asimismo la Logia
Astrológica de
la Sociedad
Teosófica.
Veo
ahora en otro estante un libro alemán de lectura de ruso con
glosario
(Russisches
Lesebuch mit Glossar)
y The
alchemy of light and colour
de Oliver Leslie Reiser, filósofo estadounidense
influenciado por la obra de Einstein (su amigo) para definir lo que
llamó una filosofía panteísta de la ciencia.
Podría detenerme nuevamente en la obvia referencia del Fausto
de Goethe en relación a la tragedia del conocimiento, pero ya
cansado de tanto vuelo, diviso los 600
meccanismi scelti fra i piú importanti e recenti
de Henry T. Brown, refiriéndose a las dinámicas, hidráulicas,
neumáticas, hidrostáticas, de vapor máquinas, molinos, prensas,
coches, relojes y otras máquinas. Siento, sin embargo, que tal vez
sea más importante detenerme en otro autor de suma importancia hoy:
Afred North Whitehead. De este matemático y filósofo inglés Xul
tenía en el Tigre su
Introduction
to Mathematics.
Pero Whitehead escribió a su vez sobre lógica, física, metafísica,
epistemología y educación. Sostuvo que la realidad es un proceso
de acontecimientos y no de sustancias, y los acontecimientos se
definen en sus relaciones con otros eventos. En la década de 1930 su
obra se volvió más metafísica, alejándose de la filosofía
occidental. Una
de las aplicaciones más prometedoras del pensamiento de Whitehead en
los años recientes ha sido en el area de la civilización ecológica
y la ética medioambiental.
A
diferencia de A
Treatise on Universal Algebra
y Principia
Mathematica
(escrito junto a Bertrand Russell), destinados a matemáticos
profesionales, An
Introduction to Mathematics
estaba destinado a una audiencia más amplia. Si ya los Principia
Matematica
habían trazado importantes conexiones entre la lógica, la
epistemología y la metafísica, Introduction
to Mathematics
puede ser visto como un intento por entender el crecimiento en unidad
e interconexión de las matemáticas como un todo, así como un
examen de la influencia mutua de éstas con la filosofía, el
lenguaje y la física. En algunas formas el libro prefigura ciertos
puntos del trabajo posterior de Whitehead en metafísica.
Las
formas más altas de vida estaban para Whitehead activamente
comprometidas en modificar su medioambiente, lo que Xul se tomó muy
seriamente.
Paso
ahora a otro de mis grandes descubrimientos en la biblioteca de Xul
en Tigre: Annie Wood Besant y su Étude
sur la conscience. Annie Wood Besant estudió
ciencias y botánica en Inglaterra y se doctoró en Filosofía y
Letras en Benarés. Presidenta del Congreso Nacional Indio, corrigió
el estilo de escritura de La Doctrina Secreta
y recibió los dictados de Blavatsky. Masona, presidió la Sociedad
Teosófica y fundó la Orden del Templo de la Rosa Cruz. Por su
mirada antireligiosa se separó de su marido clérigo, fue importante
oradora de la sociedad fabiana y de la Federación Socialista
Democrática (vía William Morris). Supuestamente se había vuelto
clarividente y con este libro buscó contribuir a la psicología.
Planteó la existencia de una superconciencia que incluía sueños,
visiones e inspiraciones y que para manifestarse en el plano físico
debía entrar en trance usando métodos de los Yogis.
Veo
ahora un libro de Arturo Capdevila, el poeta favorito de mi abuela.
Peor no es un libro de poesía. Se trata de El
popol-Vuh para todos,
el libro sagrado de los mayas, en una edición dedicada por el autor
a Borges. Además de poeta Capdevila era profesor de filosofía y
amigo de Miguel de Unamuno.
Publicó
también una serie de ensayos sobre filosofía de la salud. Pero
el Popol
Vuh ('libro
del consejo' o 'libro de la comunidad”) es una recopilación de
narraciones míticas, legendarias e históricas del pueblo k’iche’,
la comunidad maya guatemalteca con
mayor cantidad de población, que tratan de explicar el origen del
mundo y de diversos fenómenos que ocurren en la naturaleza.
Encuento también
en la bilbioteca The
daily use of the ephemeris
de Elizabeth Aldrich y, más importante aún,
Egyptian
Magic de
Ernest
Alfred Thompson Wallis Budge,
egiptólogo, orientalista y filólogo inglés conocido por haber
transcrito y traducido el Libro
de los Muertos.
En este libro afirma que la magia fue una parte importante de la
religión egipcia, cuando se creía que tierra, aire y cielo estaban
poblados por incontables seres visibles e invisibles, amistosos o no
según las operaciones de la naturaleza que dirigían. La magia de
muchas naciones tempranas buscaba transferir el poder de un ser
sobrenatural a un hombre poderoso y capacitado así para obtener
resultados sobrehumanos.
De
Alexandra David-Neel , una de las primeras occidentales en entrar al
Tibet de quien ya hemos hablado, tenía también Le
bouddhisme du Bouddha. Ses doctines et ses methods et ses
dévéloppements mahayanistes et tantriques au Tibet
y de Richard Anthony Proctor, astrónomo inglés autor de artículos
sobre el tema en la American Cyclopaedia y la EnciclopediaBritánica,
The great pyramid: observatory, tomb and
temple.
Con
ansias de reflexión sobre la naturaleza decido abrir la Filosofía
natural
de Friedrich Reinhard Lipsius y Karl Theodor Sapper. Ambos alemanes,
Lipsius fue pastor y profesor alemán de filosofía y teología.
Sapper
fue un viajero, explorador, anticuario y lingüista conocido por sus
investigaciones de historia natural, culturas y lenguas de América
Central, por la que pasó muchos años viajando. Preocupado
por los recuerdos de mis propios viajes, hurgo ahora en Les
maladies de la memoire
de Théodule Ribot,
filósofo considerado fundador de la psicología francesa (tuvo la
primer cátedra de Psicología Experimental y Comparada en el College
de France). Esta obra fue un éxito en su época y primer libro
editado sobre el tema. Pero mi último gran descubrimiento en la
biblioteca de Xul ligado al problema del saber y el conocimiento fue
The monad and other essays upon the Higher Consciousness
del teósofo Charles Webster Leadbeater,
autor de libros de ocultismo y
cofundador de la Iglesia
Católica Liberal.
Originalmente clérigo de la Iglesia
de Inglaterra,
su interés por elespiritualismo hizo
que se desafiliara de la Iglesia en favor de la Sociedad Teosófica,
donde se asoció con Annie
Besant.
Este libro es una colección de ensayos sobre la conciencia elevada
conocida como “La mónada” o mente de Dios, instancia en la que
se detiene el tiempo y se conoce la paz infinita.
Construyendo,
inventando
A
Xul Solar le interesaba mucho la arquitectura. De hecho había
iniciado sus estudios en esta disciplina. Por eso royectó fachadas y
edificios y diseñó proyectos para viviendas en el Delta del Tigre.
Tomó de Steiner la idea de la arquitectura como síntesis de
contenidos filosóficos, artísticos y religiosos en los que trabajar
personalmente, noción que aflorará en sus obras del Tigre donde
sueña la ideal ciudad futura. Octavio Paz había dicho que la
pintura tenía un pie en la arquitectura y otro en el sueño, algo
que Xul se tomó al pie de su letra vinculando a éstos a su vez con
la naturaleza y el cosmos. De igual manera, y en clave
wittgensteiniana, también supo que conociendo pero también
inventando lenguas expandiría los límites de su mundo. En realidad,
como lo describiera Marechal en su personificación literaria en
Schultze, andaba innovándolo todo:
“Primero
el idioma de los argentinos, después la etnografía nacional, ahora
la música. ¡Ojo! Ya lo veo con una llave inglesa en la mano,
queriendo aflojar los bulones del Sistema Solar”.
Pero
no se trataba solo de inventar sino de que ese invento mejorara la
comunicación y el entendimiento entre los hombres. El “loco”
del Adán
BuenosAyres era
también para Macedonio el “agraciador de la hosca realidad” que
también diseñaría instrumentos y una nueva forma de notación
musical, nuevas religiones y, en síntesis, un nuevo mundo en línea
con Tlön y con ese deseo de Álvaro de Campos, heterónimo de
Fernando Pessoa, de que
“as
metafísicas perdidas nos cantos dos cafés de toda a parte, /as
filosofías solitárias de tanta trapeira de falhado, /as ideias
casuais de tanto casual, as intuicoes de tanto ninguém / Um dia
talvez, em fluido abstracto, e substância implausível, / Formem um
Deus e ucopem o mundo.”
Para
no ser esclavos, como le adviritiera William
Blake:
“I
must Create a System, or be enslav’d by another Man’s; I will not
Reason and Compare; my business is to Create”.
Xul creía que las
reglas de nuestro mundo podían ser modificadas, que no debíamos
aceptar la realidad impuesta. Ese deseo de reforma partía de una
indignación con el estado del mundo. La creación era un camino
posible, de allí Borges definiéndolo como “una
especie de máquina inventiva abierto en
fuga hacia lo imprevisible, casi un lance de dados de Mallarmé”.
Si el Tlön de Borges es la historia de una sociedad secreta de
genios que desean inventar un planeta, la arquitectura bocetada que
proyectara para el Delta en sus pinturas era para él tan posible
como el panjuego. En Xul la imagen impulsa a transformar la vida, tal
como marca la Guía Espiritual
de Miguel de Molinos que tenía en su biblioteca tigrense, tan útil
para el perplejo. Igual de relevante había sido para él seguramente
la doctrina de instrumentación verbal y la ambición cósmica del
mencionado René Ghil. De allí también que tuviera entre sus
estantes Play-Making: A manual of
craftsmanship de William Archer, un gran
libro sobre construcción dramática y el arte de la estructura.
La
reacción espiritualista y vitalista al positivismo concebía al ser
humano como ser libre que se crea a sí mismo y el sentido mismo de
las cosas. Este fue un gran fenómeno europeo del cual Bergson, de
quien Xul poseía en Tigre su libro La risa,
fue parte. Imagino que este debe haber sido un libro importante para
Xul. Bergson había estudiado matemática y mecánica además de
filosofía, y en su anhelo de espiritualidad a lo mecánico y
necesario oponía la filosofía de la vida con sus derechos de lo
dinámico y libre. Pero para lograr la libertad y arribar a un
dominio superior se hacía necesario recuperar determinadas
dimensiones de la conciencia, ese era un objetivo de vida para
Bergson y seguramente lo fue también para Xul.
La
también ya mencionada Philosophie de
l’experience (A
pluralistic universe en su original inglés)
de William James, que Xul tenía en su biblioteca de Tigre, contiene
un capítulo sobre Bergson y su crítica de cómo el racionalismo
tradicional da como resultado un universo esencialmente estático. En
contraposición, para Bergson la función de los conceptos era
práctica más que teórica: lo que realmente existía para él no
eran las cosas hechas sino las cosas siendo hechas. De allí la
impotencia de la lógica racionalista para definer un universo en el
que el cambio es continuo y la presencia también en la biblioteca de
Tigre de Xul de la Guida dell’inventore
del Ing. Italo Ghersi y un libro de Charles Kay Odgen, el creador de
Interlingua y cofundador y presidente de la Heretics
Society en
Cambrige. Allí disertaron Chesterton, George Bernard Shaw y
Wittgenstein –a quien ayudara con su traducción al inglés de su
Tractatus. La defensa de su Basic
English y su
promoción nos acercan a Leonora Wilhelmina Lockhart, que pertenecía
al mismo instituto y de quien Xul poseyera su Word
economy: a study in applied linguistics y
Opposition: A linguistic and psychological
analysis. Como Xul,
tenía también una enorme y fabulosa biblioteca personal.
Sumergido
ya de nuevo en los estantes de Xul, vuelvo nuevamente al libro de
Léon-Paul Fargue en el que leo:
“La poésie est cette vie
de secours où l'on apprend à s'évader des conditions du réel,
pour y revenir en force et le faire prisonnier”.
Por ello tal vez Paul Claudel llamó a este poeta “hacedor de
vida”, colaborador de la creación como Xul podríamos decir,
errante y maravillosa presencia admirada por Gide, Satie, Jarry,
Joyce, Saint-Exupéry y Picasso, cuya pereza y timidez por mucho
tiempo fueron obstáculo para la publicación de sus obras.
Posiblemente con la
ayuda de la lectura de El cálculo infinitesimal al alcance de
todos Xul comprendiera que éste era el
estudio del cambio que tenía amplias aplicaciones en la ciencia y la
ingeniería (específicamente podía ser usado para encontrar el
flujo total de los campos electromagnéticos). Cambio que era
inevitable y podía ser dirigido puesto que, como Gerald Heard había
anunciado en el libro ya mencionado, el universo existía para
la emergencia y desarrollo de la libre conciencia creativa. O, según
el ya mencionado Steiner, constructor del Goetheanum y
desarrollador del arte de la euritmia, el cosmos era transformado
continuamente por la actividad creativa de procesos no físicos y
seres espirituales que, para hacerlos concientes, debíamos tratar de
representar internamente.
La
ya citada Alexandra David-Neel también se había mostrado muy
interesada por una práctica budista que consistía en la creación
de un fantasma (tulpa),
a través de nuestra mente e imaginación pero como figura visible y
tangible. Según los lamas el universo es una proyección nuestra.
Decido entonces abrir la edición de Der
Golem de Gustav Meyrink
que aparece como propiedad de Borges,
basada en la leyenda de
un ser creado artificialmente por un cabalista
que, como el tulpa de Alexandra, también acaba provocando temor e
incluso catástrofes.
Claro que esta obra está vinculada a la tradición tan cara a Borges
de la literatura fantástica. Y no es casual que también entonces
encontremos en esta biblioteca tigrense
Un terrible experimento
(nombre que adoptó aquí La
Isla del Dr. Moreau) del
escritor inglés Herbert
G. Wells,
quien cuestiona a la humanidad en este oscuro libro de un náufrago
testigo de animales que son infructuosamente viviseccionados en seres
humanos.
Horrorizado
y con ansias de belleza, cambio de estante y abro The
notation of movement de
Margaret Morris, bailarina, coreógrafa y profesora escocesa que a
los doce años reaccionó contra la limitación de la técnica de
ballet clásica y comenzó a crear ejercicios más naturales que
terminaron en su propio sistema de movimiento. Al estudiar la pintura
del movimiento moderno en París se dio cuenta de la necesidad de
relacionar movimiento con forma y color. Fue el pintor J. D.
Ferguson, quien enseñaría en su escuela, el que primero le hizo
darse cuenta de las posibilidades del trabajo teatral considerado
desde el punto de vista visual y el valor del estudio de la forma y
el color como un medio educativo. Su interés original en crear su
propio ejercicio y movimiento de danza estuvo basado en su deseo de
desarrollar una técnica que fuera más natural que el ballet de
manera de incluir todas las edades y capacidades. Y publicó este
libro con su propio método de notación de danza, un lenguaje
escrito de coreografía, para sus estudiantes.
Vuelvo
ahora a la biografía de Fourier, pues recuerdo que también estaba
éste muy interesado en la arquitectura para ayudar a la humanidad
tras una revolución que había destruido los lazos sociales.
Fourier soñaba con una comunidad que era el producto de la voluntad
de los hombres y le reprocharía a los revolucionarios no haber sido
lo suficientemente radicales como para fundar una religión.
Finalmente abro
Contrapunto.
La
doctrina de la propia escritura
(Kontrapunkt.
Die Lehre von der selbständigen Stimmführung),
de
Stephan Krehl,
compositor alemán autor también de Théorie
de la musique et de science de la composition,
y allí leo: “El
contrapunto no debe ser una cosa mecánica, sino una verdadera
creación libre”. Este arte se gestó como forma de dar más
libertad compositiva mediante el uso de notas extrañas y
disonancias. Se
decía que por ello que cuando el compositor se
aburría, se ejercitaba en el contrapunto. Brahms utilizó mucho la
fuga que requiere de éste, como por ejemplo en su Deutsches
Requiem,
lo que nos devuelve una vez más a Borges.
Del
desasosiego al juego
La
invención se expandía al espacio lúdico. Xul había diseñado
cartas de tarot, el panajedrez y panjuego: “La Creación Divina es
un juego y Xul, al crear el suyo, imitó al artífice divino. Adiós,
demiurgo” dijo Leopoldo Marechal en su despedida. Su chaplinesco y
macedoniano espíritu jocoso hizo que a veces no se lo tomara
demasiado en serio, como sugiriera Borges y como se percibe en el
retrato que del personaje Schultze hace el autor del Adan
Buenosayres. Incomprendido y aislado por una
ciudad que considera miserable, encuentra en el espacio lúdico la
posibilidad de una vida mejor. El pasaje es entonces, mediado por la
creencia como en Macedonio Fernández, de la metafísica a la
comicidad cotidiana que recrea la divinidad percibiendo el flujo de
lo sagrado. El trayecto va del desasosiego de una ciudad que lo
expulsa a la masónica magia que traza un lazo entre la tragedia y la
comedia. No es difícil imaginar aquí la influencia de Schopenhauer
y debemos recordar que Xul tradujo el libro de Thomas Mann sobre el
filósofo.
Volviendo
a la novela de Marechal, recordemos que la misma se abre con la
ciudad riéndose y que Xul es retratado en Schultze también de la
siguiente manera:
“…mientras
algunos lo creían galopando su tercera infancia, otros no vacilaban
en adjudicarle todos los años de Matusalén, sin contar a lo smuchos
que, renunciando al sudor especulativo, le atribuían la simple y
llana inmortalidad del cangrejo. Yo sé decir que algunas veces, y
sin duda en relación con ciertas oposiciones astrales, mostraba
Schultze las huellas de una decrepitud infinita; y que otras, bajo
signos más favorables, alardeaba de locos arrebatos que lo inducían
a bailar una noche entera en el Tabarís, o a entonar en los
almacenes de barrio canciones libres que hacían enrojecer a los
cautelosos malevos de Villa Ortúzar”
El
arte surge en Xul también de la risa ante lo leve que traza puentes
a chaplinescas verdades. Es fundamental para entender a Xul la
presencia de un desasosiego pessoano inicial, producto de una crisis
espiritual y una sensación de impotencia moral en una sensibilidad
herida por los fracasos y por las ruindades de la gran ciudad (“el
olor de lo excremental del hormiguero que me aplasta”). Todo ello
lo vuelca por un lado al ocultismo pero también a la risa de Bergson
sobre lo humano. Insisto entonces en mi intuición de que justamente
la lectura de Bergson, cuyo libro sobre el tema poseía en la isla,
puede ser importante para comprender a Xul. Bergson suponía que el
cuerpo del ser humano era risible en la medida en que nos hace pensar
en un simple mecanismo de un articulado fantoche sin dejarnos de dar
la impresión de un ser vivo: “Es
cómico todo incidente que atrae nuestra atención sobre la parte
física de una persona cuando nos ocupábamos de su aspecto moral”,
escribe Bergson. Lo cómico sería lo
mecánico en lo vivo y lo que hay de serio en la vida arrancaría con
nuestra libertad. Una aparente libertad solo encubriría un juego de
fantoches. De esta manera el humor se convierte en una transposición
de lo moral a lo científico. Por eso toda situación podrá hacernos
reír siempre que se presentada de modo que no nos conmueva. Finaliza
así su libro Bergson:
“Igual
que esta espuma nace la risa. Acusa en lo externo de la vida social
las revoluciones superficiales. Dibuja por un momento la movilidad de
esas sacudidas. Ella es también una espuma a base de sal. Chispea
como la espuma del licor. Es alegría. Pero el filósofo que la
recoja para saborearla, encontrará algunas veces, por una exigua
cantidad de materia, una cierta dosis de amargura”.
Podemos entonces
entender el pasaje de la depresión al humor en Xul, quien perplejo
no se reconoce en las posibilidades del ambiente que lo rodea. Xul
poseía también en su biblioteca tigrense el libro Gracias
de la gracia: saladas agudezas de los santos, insinuación de algunas
de sus virtudes, exemplos de la virtud de la eutropelia,
del Dr. Joseph Boneta. La eutropelía (del griego, broma amable) es
una virtud que modera el exceso de la diversión acercándolo al
donaire y volviendo esa jocosidad inofensiva, inocente. En el prologo
se lee que se trata de “un libro para que se divierta sin peligro
una persona espiritual”. No es casual encontrarnos tampoco en otro
estante con Oblómov,
la novela del ruso Iván Goncharov
que retrata a un noble joven y generoso que parece incapaz de tomar
decisiones importantes y llevar adelante acciones significativas,
siendo desde entonces Oblomóv un termino que designa a cualquiera
con una actitud indecisa. Juguetón, también había aprendido de
Breton la seducción del humor inteligente y su encanto, que este a
su vez había admirado en Francis Picabia.
En
otro estante encuentro ahora The pocket
book of cartoons de Alfred Cerf Bennett, uno
de los fundadores de Random House, conocido por su propia compilación
de bromas y puns, y de
Paul Klee, cuya influencia en Xul es por todos concida, hallo
Handzeichnungen.
Recordemos que las obras de Klee reflejan su seco humor y su
perspectiva a veces infantil, en obras usualmente pequeñas como las
de Xul que también incluyen símbolos como jeroglíficos y cierto
misticismo. Pero decido dejar al remanido Klee y abro Las
calaveras y otros grabados de José Guadalupe
Posada, el grabador, ilustrador y caricaturista mexicano, célebre
por sus ilustraciones de calaveras,
ese género de versos alusivos a la muerte, fusión de visiones
precolombinas, coloniales y populares e ilustración jocosa y llena
de vitalidad, de allí el espíritu de la fiesta del Día de los
Muertos que Posada ayudó a consolidar. E inmediatamente después me
topo con un clásico que no sorprende encontrar en la biblioteca de
Xul en Tigre: Alice’s Adventures in
wonderland de Lewis Carroll, donde nos
deslumbra el juego y la fantasía de un matemático soñador y
diácono anglicano, interesado en las religiones “alternativas”
como la teosofía y también miembro de la Society
for Psychical Research, que creía en la
“lectura de los pensamientos” y había inventado muchas cosas y
diversos juegos de palabras (incluso una visión temprana de lo que
hoy se conoce como Scrabble).
Tampoco
me sorprendió encontrar los Disparates de
Ramón Gómez de la Serna, cuyo eje central de su obra son las
greguerías, género
por él iniciado en los que encierra una pirueta conceptual o una
metáfora insólita y que suelen ser de varios tipos: chistes, juegos
de palabras y apuntes filosóficos: “Si bien no se puede decir sin
ser un insensato, que el mundo es un disparate, el pensamiento del
hombre y alma humana son unos puros disparates”, sostiene en esta
verdadera teoría del disparate.
Este
pasaje de la desesperación al juego y al humor dijimos estuvo, como
en Macedonio, mediado por la creencia. Gustav Meyrink, de quien Xul
tenía dos libros en Tigre, también pasó por una profunda crisis
vital que lo llevó a intentar suicidarse. Pero en el momento en que
se disponía a hacerlo alguien dejó bajó su puerta un folleto
titulado La
vida postrera.
Asombrado, Meyrink se interesó a partir de allí por los fenómenos
ocultos y y las tradiciones esotéricas y escribirá desde una
perspectiva influida por la alquimia, la cábala, el budismo, el
taoísmo y la masonería. En Fledermäuse
(Murciélagos),
libro de cuentos presente en la biblioteca tigrense de Xul, reafirma
su esoterismo y su misticismo no despojados de elementos satíricos.
Finalmente,
y ya decidido a relajarme, hojeo de la bibiloteca final de Xul The
Comic English Grammar y The
pocket book of games, este último de Albert Hodges
Morehead Jr., famoso jugador de bridge que escribió la columna de
este juego para el New York Times durante más de veinticinco años.
Xul
utopista
Ich
lernte diese Welt verachten
Nun
bin ich erst sie zu erobern werth
(He
aprendido a despreciar este mundo,
Ahora
estoy a la conquista hasta que valga la pena)
Goethe,
Fausto. Texto resaltado en la edición que poseía Xul Solar en
Tigre.
No es extraño que
una de las obras de Xul se titulo Nuevo Mundo,
apelando a una utopía que Xul recrea en varias de sus pinturas y en
su historia en Tigre. Es en Tigre donde escribe “Vuelvilla”,
“Propuestas para más vida futura”, “Mi voluntad contigo en paz
total para trabajar para lo futuro”, trabaja intensamente en la
panlengua y plantea su visión sobre la capacidad de variar el
organismo humano: una nueva lengua, un nuevo ser humano, una nueva
estética, una ciudad ideal (de la cual, como dijimos, los edificios
en el Tigre que pintó eran parte). Xul soñaba con una comunidad
universal artístico espiritual, el Pan Klú (Delta), un proyecto
fallido inspirado en la Bauhaus de Walter Gropius –que acabó en
soledad-, parte de la ciudad ideal que debía construirse. Tigre
había sido su tierra para la utopía. Y diseñaba allí muebles y
lenguajes para ese nuevo mundo espiritual. Tal vez los ríos del
Delta hayan sido para él los del país de los sueños de William
Blake al que debía volver y volvió. Buscaba un nuevo mundo para un
hombre nuevo, sabía que el amor y la imaginación podían
transformar el universo y que el paraíso estaba aquí, panviviendo
como él hubiera dicho. No casualmente tampoco en Adán
Buenosayres el neocriollo pasa a ser un
hombre utópico. Xul creía que las posibilidades del cosmos no
estaban agotadas. Padre de utopías, como lo llamara Borges, obraba
por ello sus sueños. Xul era una posibilidad de futuro y una
posibilidad de volver a nombrar el mundo. “Previsiblemente, las
utopías de Xul fracasaron, pero el fracaso es nuestro, no es suyo.
No hemos sabido merecerlo”, diría también su amigo Borges.
Orientado por el amor, procuraba un renacimiento. Y seguramente por
ello leía el Esbozo de historia de las
utopías de Max Nettlau, que encontramos en
su biblioteca tigrense y donde hay centenares de utopías
mencionadas. Con una finalidad libertaria, Nettlau había sido un
importante historiador y partidario del anarquismo alemán e
internacional. Pero también el libro de Kempis ya citado buscaba la
reformación del hombre, así como el tratado sobre biónica e
inteligencia artificial de Desiderius Papp que hallamos en otro
estante. Tampoco me sorprendió encontrar El
juego metafísico, obra
del filósofo argentino Carlos Astrada que
recuerda el ámbito de la libertad en donde el ser humano se juega su
posibilidad de realizarse mediante una praxis transformadora. Astrada
nos exhorta allí a lanzarnos a jugar nuestro propio juego: la
búsqueda del ser. El libro está dedicado a Xul, a quien trata de
“amigo, monumento primordial de todo posible Pan-Juego y sus
derivados”.
Vuelvo
a buscar el libro de Gerald Heard porque recuerdo que éste afirma
que había un nuevo estadio de la humanidad emergiendo: una fase
psicológica post-individual de personas y por lo tanto de la
cultura, con una madurez que va más allá de la capacidad personal
de disfrutar la vida. Heard sostenía que los humanos enfrentaban la
oportunidad de dar un salto a una conciencia considerablemente
expandida para dar lugar a los individuos sabios del mundo moderno.
El hombre
leptoide
-el que da el salto- podría volverse un humano de espiritualidad
desarrollada, similar a la de los místicos del pasado -desafiaba. Y
no es inapropiado recordar nuevamente aquí el aprecio especial de
Xul por Steiner -quien había conservado de Nietzsche la idea del
Übermensch- como también que Breton había sido influenciado por la
utopía de Fourier, de quien –recordemos- Xul tenía una biografía
en Tigre, quien suponía que cuando la vida social de la Tierra fuera
armonizada nuestro planeta volvería a incorporarse al “universo de
Pasión” y se experimentarían vastas transformaciones en la forma
del cuerpo humano.
Pero
pensando en relación al Xul utopista también encuentro un libro
sobre el pensamiento de August Comte en relación al futuro social y
un ejemplar de The Plough: the Quarterly of the Bruderhof
Communities, comunidades religiosas cristianas para las cuales
son esenciales el amor al prójimo y la no violencia, y donde no
existen la propiedad privada, los salarios o las cuentas bancarias y
sus miembros no sirven a las fuerzas armadas de ningún país,
modelando así una forma de vida que decía remover las divisiones
socioeconómicas que traían la guerra.
Decido
ahora volver al libro de Herder pues recuerdo que éste, si bien
precursor del relativismo cultural, mantuvo la idea –inspirada por
Kant y la ilustración- de una unidad profunda de la humanidad,
manifestada en la diversidad. En Ideas
para una filosofía de la historia de la humanidad afirmó
que con el tiempo las fuerzas humanas antagónicas se reconciliarían
en una historia posthumana y de superhombres. Este optimismo partía
de su idea de que la humanidad se superaría a sí misma pero, a
diferencia de los ilustrados, lo vislumbraba en una naturaleza en
unión con la humanidad. También el citado Wells desde muy temprano
en su carrera había buscado una mejor manera de organizar la
sociedad que describía en sus novelas utópicas.
Pero
si sigo volviendo a libros ya abiertos no abriré nunca libros
nuevos. De Schiller, poeta, dramaturgo y filósofo alemán, hallo
entonces el ejemplar de su Gedichte
(Poesía) que Xul tenía en Tigre.
El
pathos y
la sensibilidad en las obras de Schiller son una expresión del
desarrollo de lo humano. En Über
die ästhetische Erziehung des Menschen (Sobre
la educación estética del hombre)
y Über
naive und sentimentalische Dichtung (Sobre
la poesía ingenua y sentimental),
programa la educación estética del hombre, el equilibrio entre la
razón y el sentimiento. Se había propuesto formar al hombre esteta
a través de la alternancia entre obras dramáticas e idílicas, como
medio para alcanzar una transición pacífica hacia una forma de
Estado razonable. Como afirma en su segunda carta de Sobre
la educación estética del hombre:
«La construcción de la auténtica libertad política... es la más
completa de todas las obras de arte».
Pero
para terminar con mi reflexión sobre el Xul utopista decido cambiar
de género y tomar de la biblioteca final xuliana The
pocket book of science-fiction
de Donald
Allen Wollheim, escritor
y editorestadounidense
fundador del grupo de «los futurianos»,
el más conocido de los clubs de ciencia ficción (al que
pertenecería Isaac Asimov). Y no me sorprende hallar que este libro
es la primera antología de ciencia ficción que entró en el mercado
de masas, y que incluye textos de de Ambrose Bierce y H. G. Wells.
Comunicación
para un mundo mejor
Was
uns zerspaltet ist die Wircklichkeit
Doch
was uns einigt das sind Worte
Lo
que nos ha desgarrado la realidad
Pero
lo que nos une son las palabras
Faust,
Goethe (texto resaltado en la edición que poseía Xul Solar en
Tigre)
Es
altamente probable que Xul haya pintado su arquitectura de signos y
símbolos después de 1954 en Li-Tao,
su casa frente al río Luján en Tigre. Esos signos y símbolos,
junto al desarrollo del neocriollo y la panlengua, debían permitir
una mejor comunicación. Xul buscaba un lenguaje que permitiera el
mejoramiento de la humanidad. De
allí “Mi voluntad para trabajar para un
mejor mundo” y “Mi voluntad contigo en paz total para trabajar
para lo futuro”, ambos escritos en Tigre. Ese lenguaje debía ser
espiritual y universal. Nada mejor que cambiar el lenguaje para
cambiarnos a nosotros mismos, y su pintura era también parte de su
lenguaje con fin social, integrando allí textos con símbolos
geométricos. Sus grafías plastiútiles cumplían también esa
función, además de permitir su lectura a los analfabetos. No sería
fácil, sin embargo. Macedonio, por ejemplo, llamaría al neocriollo
“idioma de incomunicación”.
Revisando
los libros de Xul en Tigre vuelvo a abrir el libro de Bergson y
recuerdo que éste creía que si pudiésemos entrar en comunicación
inmediata con las cosas y con nosotros mismos todos seríamos
artistas pues nuestra alma vibraría al unísono con la naturaleza.
Además del arte de la persuasión, que Xul manejaba, el secreto se
encontraba asimismo en la realidad y calidad de la experiencia
transmitida. No
resulta sorprendente entonces que Xul también tuviera en Tigre el
libro del famoso parapsicólogo inglés George Nugent Merle Tyrrell
The
personality of man: New facts and their significance.
Tyrell
fue un pionero en el desarrollo de la radio, se unió a la Sociedad
para la Investigación Psíquica,
que luego presidió, y llevó a cabo numerosos experimentos
en telepatía.
También
encontramos Cry
Havoc,
de Beverly Nichols quien, además de ficción, escribió sobre
parapsicología y religión. Cry
Havoc
fue un best-seller del pacifismo que luego éste autor abandonaría.
Seguramente
para aprender sobre cómo comunicar mejor através de su pintura,
especialmente en el Tigre, era que tenía en su biblioteca del río
Luján The
Scientific Study of Scenery,
de J. E. Marr, un tratado introductorio en geomorfología. Este
geólogo británico estudió las relaciones entre paisaje y geología,
siendo uno de los pioneros en este campo. El estudio del paisaje se
ocupa de todo lo que el ojo ve y cómo el tamaño, la forma, el
carácter, la superficie, el color y el movimiento de cualquier
escena nos afectan, en especial la forma, y de ello se ocupa con
mucha atención en este libro.
Abro
ahora The
teaching of Islam: A solution of five fundamental religious problems
from the Muslim point of view de
Mirza Ghulam Ammad, quien proclamó ser el “Mesías Prometido”,
abogó por una propagación pacífica del Islam y argumentó contra
la
permisibilidad y necesidad de la Jihad
en su forma militar en nuestro tiempo. Y
es buscando comunicar para un mundo mejor que también seguramente
Xul tenía el ya citado diccionario enciclopédico del léxico
filosófico de Lalande, útil para hacer conocer las realidades
linguísticas y prevenir malentendidos. Lalande buscaba contribuir a
la definición de un lenguaje filosófico común y este diccionario
era un manual del “buen uso de la lengua filosófica para permitir
el acuerdo de los espíritus/mentes”. Pero esta tarea no era
solamente filosófica para Xul, claro está. Por eso decido consultar
de su biblioteca Buddhist
Psychology: An inquiry into the analysis and theory of mind in Pali
literature
de
Caroline
Augusta Foley Rhys Davids,
académica británica estudiosa de la psicología y traductora del
pāli, muy
influenciada por el espiritismo y quizás por la teosofía. Foley
Rhys Davids estuvo particularmente involucrada en formas de
comunicación psíquica con la muerte, primero tratando de llegar a
su hijo fallecido a través de sesiones de espiritismo y luego a
través de la escritura
automática.
Más tarde afirmó haber desarrollado la clarivdiencia, así como la
capacidad de pasar al otro mundo al soñar.
Vuelve
a mi mente entonces Madame Blavatsky, otra dotada de poderes
psíquicos o sobrenaturales que afirmó escribir
tanto Isis
sin velo como La
Doctrina Secreta con
la ayuda de los Mahatmas que algunas veces le transfirieron sus
conciencias a su cuerpo físico en un proceso llamado "tulku".
En
la Doctrina
Secreta
hace referencia al idioma
árabe y hebreo que,
según afirmaba, se habían vuelto materialistas, dejando de mostrar
la esencia de las cosas, tal como ocurriera en el sánscrito del
que derivan.
Vuelvo
a pensar entonces inevitablemente en la influencia de William James
en Xul. James había estudiado de cerca el espiritualismo, escuela de
pensamiento que cree que los eventos de la mente son atribuibles al
alma y que las ideas y conductas están conectadas de manera causal.
Un alma haría que uno tenga un pensamiento que lleva a un
determinado comportamiento, y la memoria de comportamientos pasados
determinaría como uno actuará en el futuro.
En
otro estante encuentro International
Communication: A Symposium on the Language Problem,
editado por H. N. Shenton, E. Sapir and O. Jespersen, un Pequeño
larrouse ilustrado
y Panstenographie:
Allgemeine Stenographie zum Gebrauch in Allen Sprachen
(Taquigrafía Pan: Abreviatura General para su uso en todos los
idiomas), de A. Dirr. Me llama más la atención, sin embargo, una
Vida
de Jesús
dictada por él mismo a la médium Sra. X en la 1ª parte y la 2ª
parte al médium XX del Instituto Metapsíquico de Buenos Aires. Este
instituto había sido fundado por un químico, escritor y espiritista
paraguayo, inicialmente con el nombre de Sociedad Magnetológica. La
Vida
de Jesús contada por él mismo habría
sido un texto recibido directamente de Cristo mediante sesiones de
espiritismo.
Pero
a los efectos de pensar la comunicación en Xul decido volver a
Gerald Heard, quien inició un grupo de investigación informal sobre
group-mindedness
conocido como The Engineers Study
Group porque muchos de sus miembros
fueron ingenieros que luego estuvieron involucrados en el desarrollo
temprano de las computadoras.
Vuelvo a sacar de la biblioteca
su Dolor, sexo y tiempo y allí leo:
“La
historia puede ser interpretada como los síntomas de una evolución
mental (…) La civilización es la sombra que arroja su conciencia
en evolución” (…) En el hombre hay un depósito de energía
evolutiva y esa energía puede permitir que se eleve en adelante esta
pura evolución psíquica. El dolor y el placer, la agonía y la
lujuria, son las dos fundamentales sensaciones polares que descansan
a un nivel igualmente rudimentario (…) Este proceso indica un
posible fin del dolor, una posible resolución para el problema del
sexo, y también la posibilidad de un paso completamente nuevo en la
evolución”. (traducciones mías).
Recuerdo
que alrededor del “Manifiesto del Surrealismo” también se había
formado un grupo deseoso de cambiar de vida pero sigo explorando la
biblioteca final de Xul y encuentro Il
miracolo delle onde: Il romanzo della radio e della televisione,
de Edoardo Rhein, una exposición divulgativa del progreso de la
radiotécnica y la televisón y La grande
pscyché. Vers une humanité meilleure de Ch.
M. Marchand. Decido sin embargo tomar How to
win friends and influence people, de
Dale Harbison Carnegie,
escritor norteamericano que desarrolló famosos cursos de autoayuda,
oratoria pública y habilidades interpersonales. Este libro fue un
bestseller una de cuyas ideas centrales (que continúa en otros
libros del mismo autor) es que es posible cambiar la conducta de los
otros cambiando la conducta de uno hacia ellos. Libro esencialmente
escrito para enseñar habilidades comunicacionales, está compuesto
de cuatro partes: “Técnicas fundamentales para manejar a la gente”
“Seis maneras de hacer que la gente guste de uno”, Cómo hacer
que la gente piense como uno” y, finalmente, “Sé un líder: como
cambiar a la gente sin ofender o generar resentimiento”.
La idea es que el
libro te provea nuevos pensamientos y visiones, te permita hacer
nuevos amigos rápida y fácilmente, aumente tu popularidad, te ayude
a hacer que la gente piense como vos, aumente tu influencia y
prestigio, te haga
un mejor orador y conversador más entretenido. La sonrisa
–recordemos su habitualidad en Xul según los testimonios
recogidos- es considerada aquí fundamental para que los otros gusten
de uno.
Entusiasmado con los
descubrimientos, decido continuar con Symbolic distance in
relation to analogy and fiction de Scott
Milross Buchanan, filósofo y educador
estadounidense especialmente conocido como el fundador del programa
de los Great Books en
St. John’s College en Annapolis, Maryland. Sus varios proyectos y
escritos pueden ser entendidos como un ambicioso programa de reforma
cultural y social basado en la visión de que muchos problemas
cruciales aparecen a causa del uso acrítico del simbolismo. En este
sentido, su programa fue similar a y competía con otros movimientos
contemporáneos como la semiótica de Charles Morris y los proyectos
de Charles Kay Ogden (autor, como vimos, no ajeno a la biblioteca de
Xul).
Este libro apareció en Londres como parte de la serie Psyche
Miniatures que Ogden editara en la
Universidad de Cambridge. Aunque Buchanan luego dijo que esta obra
estuvo inspirada por el estudio durante un año del lógico inglés
George Boole, la obra no lo menciona.
No
resulta sorprendente entonces encontrar ahora Basic
English: A general introduction with rules and gramar
y Basic
English versus the artificial languages de C.
K. Ogden, quien produjo una
versión modificada del
inglés consistiendo en un vocabulario reducido y gramática
simplificada, y Sona
and auxiliary language, de Kenneth
Searight, creador de
Sona, la lengua internacional auxiliar.
En 1934 Searight contactó a Charles Kay Ogden para discutir la
publicación de este libro, quien lo aprobó y publicó.
Se trata de un
lenguaje aglutinante –en el que las ideas y oraciones se forman
yuxtaponiendo los radicales- que sin dudas influyó en los proyectos
lingüísticos de Xul.
Xul
moralista
Ja!
sie sind's, die dunkeln Linden,
Dort, in ihres Alters Kraft.
Und
ich soll sie wiederfinden,
Nach so langer Wanderschaft!
Ist es
doch die alte Stelle,
Jene Hütte, die mich barg,
Als die
sturmerregte Welle
Mich an jene Dünen warf!
Meine Wirte möcht'
ich segnen,
Hilfsbereit, ein wackres Paar,
Das, um heut mir zu
begegnen,
Alt schon jener Tage war.
Ach! das waren fromme
Leute!
Poch' ich? ruf' ich? – Seid gegrüßt,
Wenn
gastfreundlich auch noch heute
Ihr des Wohltuns Glück genießt!
CAMINANTE:
¡Sí, aquéllos son esos tilos sombríos,
robustos
aun con toda su vejez,
y
ahora vuelvo a hallarlos nuevamente
Tras
tan larga peregrinación!
¡También
está allí el viejo lugar,
la
cabaña que un día me guardó,
cuando
las olas que la tempestad
movía,
me arrojaron a esas dunas!
Querría
bendecir a los que entonces
me
acogieron, vivaces, serviciales;
pero
ya eran entonces muy ancianos
para
que hallarlos hoy de nuevo pueda.
¡Ah,
qué gentes piadosas fueron esas!
¿Llamo
a la puerta? ¿Os traigo mi saludo
si
disfrutáis aún, hospitalarios,
de
la felicidad de hacer el bien!
Extraído
del Fausto de Goethe, párrafo resaltado en la edición que tenía
Xul en Tigre
Hay un claro contenido
moral en la obra de Xul Solar, el mundo está para él atravesado por
fuerzas morales. Se ve claramente en las grafías plastiútiles o
pensiformas, de Lao-Tsé y Confucio a Rudolf Steiner, del I Ching al
Tao Te King, que sintetizan pautas morales. Y se ve en los San Signos
que sigue puliendo hasta su muerte en el Tigre. Para Schultze, nombre
ficcional que en la novela de Marechal asume Xul Solar, en Buenos
Aires coexistían dos ciudades, Cacodelphia (la ciudad de los
hermanos feos o malos) y Calidelphia (la ciudad de los hermanos
bellos o buenos). Ambas, sostiene el personaje, son ciudades
mitológicas pero reales, y
“se
unen para formar una sola. O mejor dicho son dos aspectos de la misma
realidad. Y esa Urbe, solo visible para los ojos del intelecto, es la
contrafigura de la Buenos Aires visible.”
El
Xul Solar real sentía sin dudas cierta indignación y quería
reformarlo todo, nos recuerda Borges. Un humanismo moralista estaría
en la base de esas reformas. Como se lee en la teoría del arte de
Macedonio Fernandez, la emoción que se crea a partir del arte se
compone de una indefinida intranquilidad moral, de una molestia
trágica. Esa intranquilidad moral estaba en Xul y reecordemos
también que la ética de su estimado Schopenhauer, derivada de la
mística budista e hindú, culmina en la contemplación bajo la
serena ansiedad de una comunión con los animales y la naturaleza,
como culmina Xul en Tigre. O podemos recordar asimismo nuevamente sus
lecturas de William James, para quien el universo tenía una
estructura moral. O al Gran Mago Aleister Crowley, también descripto
como Maestro de la Moral, o el Gran Rey Wen, Modelo Moral, ambos
pintados en Tigre. Recordemos también que para Bergson, autor de La
Risa ya citada y que creemos importante para
Xul, la idea social y la idea moral no diferían en su esencia.
Por
ello, como la vida de Goethe a quien admiraba, la vida de Xul fue la
forma crítica que tuvo de pensarse o imaginarse a sí mismo. Miguel
de Molinos, autor de la Guía
Espiritual
que poseía Xul en Tigre, había sido condenado por inmoralidad al
promover una espiritualidad que dejaría en suspenso -en virtud de la
apelación a la quietud- la responsabilidad moral.
Pero a la hora de pensar sus dilemas morales vemos que en su
biblioteca tigrense también también nos encontramos con el teatro
de Emmanuel Robles, escritor argelino/francés entre cuyas obras se
halla Montserrat
, que habla de la guerra civil en Venezuela y de la que Camus dijera
que “elle
s'accorde à la terrible cruauté du temps sans cesser de se référer
à une pitié vieille comme le cœur humain ».
Montserrat, oficial español, se pone del lado de los revolucionarios
venezolanos, horrorizado por el trato que le hacen subir sus
compatriotas a los indígenas. Atrapado como traidor se enfrenta al
dilema moral de condenar a seis inocentes o hablar pero comprometer a
la revolución venezolana entregando a Simón Bolívar.
Al
lado encuentro First
and Last Things,
en el que H.G. Wells afirma la libertad de la voluntad y asegura que
“¿Qué debo hacer?” es la pregunta perpetua de nuestra
existencia. Después de analizar los varios motivos para la acción
que siente, los resuelve abrazando como idea reguladora una
“solidaridad de la humanidad” históricamente emergente, aunque
reconoce que “la especie está todavía como un todo dormida, aún
hundida en la ilusión de la separación permanente del individuo y
de las razas y naciones”. Wells, sin embargo, ve esta solidaridad
de la humanidad como un “hecho” biológico en dirección “hacia
el Poder y la Belleza”, pero tiene una actitud confesadamente
“mística” en relación a estos términos que probablemente
atrayera a Xul, rehusándose a definirlos o siquiera a distinguirlos.
Decido
volver entonces a El Profeta
de Kahlil Gibran, libro en el que este popular autor invita a
reconsiderar los valores de la sociedad llevando al lector hacia un
gran sentido de empatía con los seres vivientes y a la mayor
relevancia de un estrato espiritual subyacente a todas las acciones
humanas. Antes de publicar este libro Gibrán ya se había ganado
entre los árabes una fama de escritor que rechazaba la realidad
corrupta que vivía.
Posteriormente publicará Arena
y Espuma, conjunto de máximas y
exhortaciones algunos de cuyos fragmentos recuerdan a Blake y, por
tanto, no nos cuesta entender su cercanía una vez más con Xul.
Encuentro
también que Xul
poseía en Tigre una edición del Pfaffenspiegel,
título bajo el cuál fue vuelta a publicar en 1869 la Historische
Denkmale des Christlichen Fanatismus (1845),
particularmente la parte dedicada a la iglesia católica romana. Esta
obra fue utilizada por los nacionalsocialistas contra una iglesia que
se presenta plagada de abusos y con la devoción saqueada por el
dinero quitado a los pobres. La crítica al catolicismo de este libro
es devastadora como religión que trae miseria y una riqueza de
ejemplos de mala conducta.
Recuerdo
que Madame
Blavatsky, de quién como ya vimos Xul tenía una versión reducida
de La Doctrina
Secreta, también
sentó las bases que ella consideraba lógicas para la moralidad y
hermandad requiriendo que el primer objetivo del movimiento teosófico
sea la hermandad universal sin atención a cuestiones de raza, credo,
sexo, casta o color.
Pero ahora me encuentro con un drama
taoísta anónimo del siglo XIII traducido del chino al francés: Le
reve du Millet Jeune, obra que pone en escena
la pregunta sobre la naturaleza moral del hombre. Junto a ese exótico
texto encuentro cinco cuadernillos muy prosaicos de Esgood con cursos
de influencia personal, hipnotismo y sugestión, autosugestión,
formación y lectura del carácter, análisis de sí mismo,
desarrollo de la fuerza de la voluntad y extirpación de malos
hábitos. Y todo esto me hace volver nuevamente al libro de Gerald
Heard, porque recuerdo que le preocupaba nuestra ineficaz e
irrelevante educación para los valores, para el entrenamiento de la
voluntad, para la elevación del corazón y la iluminación de la
mente. Y también tengo que volver al libro de Rudolf
Otto en el que “lo santo”
constituye una categoría compuesta por elementos racionales e
irracionales, teniendo que ver los primeros con el proceso de
moralización de lo numinoso convirtiéndose de esta manera en lo
bueno.
Recordemos
asimismo que el Steiner
tan leído por Xul propuso también una forma de individualismo ético
al que luego añadió un componente explícitamente espiritual en su
Die
Philosophie der Freiheit
(La
filosofía de la libertad),
exploración de un camino por el cual suponía que los seres humanos
podían convertirse en seres espiritualmente libres, morales y
creativos.
Asimismo,
el libro de Alexandra David-Neél también le mostraba a Xul las
concepciones de los pensadores tibetanos para la dirección de
nuestra conducta en el viaje arduo de la vida.
Pero
para mi estupor, me topo ahora con (W)Molter
Von Plettenberg (1938)de Hans Friedrich
Blund, jurista y escritor
alemán que ocupó varias posiciones en instituciones culturales
nazis durante el Tercer Reich y escribió muchas novelas y
narrativas vistas hoy como un intento de establecer el camino al
nacionalsocialismo.
Recuerdo entonces
que la escritura automática de inspiración freudiana de Breton
estaba también libre de preocupaciones morales y que el surrealismo,
de hecho, no se reclamaba de ninguna moral. Pero, por otro lado,
vuelvo a la biografía de Paracelso y leo que uno de sus principios
fue: «Únicamente
un hombre virtuoso puede ser buen médico»,
siendo el amor uno de los pilares de la medicina. La novela de H.G.
Wells que Xul tenía en Tigre (Un
terrible experimento,
nombre local de La
isla del Dr. Moreau)
también lidiaba con la responsabilidad moral, la identidad humana y
la interferencia de los humanos en la naturaleza.
Encuentro
ahora dos versiones del Nuevo Testamento (en
esperanto y de acuerdo a la traducción al alemán de Lutero) y, lo
que me resulta de mayor importancia, el libro de E. Poisson sobre
Fourier, ese gran satírico que anticipa líneas críticas de la
moral burguesa y patriarcal basadas en la moralidad cristiana
restrictiva del deseo y el placer.
Fourier critica la religión hasta el rechazo de
la moral familiar y de la jerarquía social tradicional en tiempo en
que la reacción postrevolucionaria estaba en todo su apogeo. Y
debido a que rechazaba una moral pesimista y enfocada en el dolor,
proponía una enfocada en la felicidad entendida como placer y
satisfacción de los sentidos.
La sociedad para Fourier era básicamente
hipócrita, con individuos que reprimen sus deseos y recurren a la
moral para autojustificarse y reprimir a los que quieren perseguir
sus deseos o, como diría Fourier, pasiones. Para él las pasiones no
son nocivas sino parte fundamental de la naturaleza humana, no son el
mal sino el principio divino. Y por tanto no solo son buenas sino
necesarias para la realización de nuestro destino. En su sistema de
“Armonía” todas las actividades creativas surgirían de la
liberación de la pasión.
Y nos llamaba a disfrutar del momento, a realizar nuestras
inclinaciones o pasiones para producir esa “Armonía” (un estado
de equilibrio entre todos) universal. El universo reflejaba para él
las pasiones humanas y para hacer cesar los vicios de la civilización
bastaba con confiar en la “atracción apasionada”, impulso de la
naturaleza anterior a la reflexión y persistente a pesar de la
oposición del deber.
Abro
ahora Las
manifestaciones del karma de
Rudolf Steiner lo que me lleva a volver a Helena Blavatsky para
buscar en su Glosario
Teosófico
la
definición metafísica del karma como
una ley de causación ética, la resultante de la acción moral o “el
efecto moral de un acto sometido para el logro de algo que satisfaga
un deseo personal…” Ese libro de Steiner está compuesto por sus
célebres once conferencias sobre el tema dictadas en 1910,
culminando con una descripción del problema del mal y del modo en
que esas fuerzas representadas por Lucifer y Ahrimán actúan sobre
el hombre, sosteniendo que solo en la medida que comprendamos esta
acción es que podríamos librarnos de su influencia.
Li-Tao,
la casa en el Delta
Fue
conmovedor leer las cartas de Micaela Cadenas (Lita), su mujer ya
viuda, al Concejo Deliberante de Tigre y al Intendente pidiendo ayuda
con los impuestos. Allí habla del amor de Xul por Tigre y que su
sueño era tener una casita modesta para poder ir los fines de
semana, de cómo a Xul le gustaba la pureza del aire de Tigre y la
belleza del paisaje,
“asi
que ya jubilada, íbamos lo más que podíamos y asi una de las veces
que fuimos por una semana lo soprendió la muerte, y desde entonces
yo no he dejado de ir a Tigre, lo más que he podido y ahora estoy en
aprietos…”
Y
fue fundamental para escribir estas reflexiones tener un breve y
fugaz acceso al menos a algunos de los libros de la Biblioteca que
Xul tenía allí cuando falleció: su biblioteca final, los libros
que lo acompañaron hasta el último momento. O leer la carta que Xul
le envió a un amigo alemán en la que le habla del Tigre.
Xul
amaba el río Luján. Su deseo era descansar donde falleció, a la
sombra de los sauces del Delta. Amaba asimismo la naturaleza, hay
testimonios que dicen que podía pasarse horas contemplando una
planta. Adquirió su casa (“Los Ciruelos”) en el Delta en el año
1954, sobre ese río, donde instaló su taller que él mismo diseñó.
En esa misma casa en la que falleció, escribió, pintó y pensó el
futuro. Al principio iban con Lita los fines de semana, más adelante
luego Xul iría a Buenos Aires generalmente solo los miércoles o
jueves, para alguna actividad o para dictar sus cursos, y se quedaba
a dormir esa noche en su casa de la calle Laprida donde hoy está el
Museo Xul Solar. Marta Capriotti, amiga y testigo clave de esos años,
sugiere que, en realidad, no dormía. Cuando volvía al Tigre pintaba
en el jardín y remaba con un bote que él mismo había construido.
Menos dos sillas usadas que le habían regalado, casi todos los
muebles habían sido construidos por él.Tenía muchos amigos
alemanes, me cuenta Marta, y él mismo iba al club alemán (el
Teutonia). Con Lita
tenían el proyecto de hacer un bosque.
En Li-Tao
Xul contaba con dos gatos y, recuerda Marta, al menos tres perros.
Sabemos que el último de los caninos en morirse fue Alí y que uno
de los gatos se llamaba Blitz. Seguramente los primeros ladraban
cuando a la casa Xul llegaba por tierra (a quince cuadras de tierra
de la ruta) o con lancha colectiva. Una vez allí Xul hacía gimnasia
todos los días, meditaba, nadaba en el río Luján y gozaba de la
naturaleza. Marta Capiotti lo recuerda yendo al muelle con un
guardapolvo azul con bolsillos o con otro delantal bordeaux
con modelo de cocinero que aún se conserva en el Museo Xul Solar:
tornillos en un bolsillo, destornillador y clavos en otro. Sacaba su
martillito y su clavito y trabajaba, me cuenta Marta. El botiquín
del baño hecho por él está hoy conservado en la casa de la calle
Laprida. El bote luego lo convertiría en la cucha del perro.
Pero la
historia de Xul en Tigre no comenzó en Li-Tao.
En 1894, cuando era un niño, fue inscripto en la Escuela N.1 de
Tigre para iniciar los estudios primarios, escuela inaugurada por
inicativa de Sarmiento en 1861. Sólo cursó allí primer grado y no
regresaría allí sino hasta 1954 para seguir creando, entre otras,
las obras del “Proyecto Fachada Delta”. Sin embargo, y a pesar
de no estar en el Tigre, lo llevaba consigo, lo que podemos ver
claramente en cómo la geografía del Delta influyó en obras previas
a su estancia final allí como “Cinco Casas” o “Das Ruas”
(1922) o en “Puerto azul” (1927). Los vivos colores del Delta
nunca dejaron de estar presentes en Xul, y la casa que compraría
después en Tigre tendría también una fachada de vidrios coloreados
en el mismo estilo de los edificios de sus témperas o acuarelas.
Quería cambiarle su monotonía al Tigre y volverlo más alegre.
Una
vez adquirida la misma diseñó, como ya dijimos, numerosos proyectos
para otras viviendas allí, recuperando un sistema constructivo
tradicional para el Tigre: las casas elevadas sobre pilotes. . A
partir de 1957 sus estancias en el Delta se hacen cada vez más
prolongadas y Lita se convierte en intermediaria con la ciudad. Ya
al año siguiente su vida se había afirmado allí, inclinándose
sobre la tierra, contemplando el oscuro río que tantos secretos
guardaba. Xul había empezado su vida junto al río y la terminaba
también allí, entre botes y crecidas. Era ese Delta del Tigre
también un lugar espiritual y un sueño, como le ocurriera a tantos
artistas y escritores.
En
su biblioteca tigrense encontramos Hombres de
maíz de Asturias, dedicado por el autor a
Xul Solar. Miguel Angel Asturias también tendría su casa en el
Delta sobre el río Sarmiento, donde escribiría parte de su obra
maestra que lo conduciría al Nobel. Xul le había comprado la suya a
Sustaita Seeber, dueño de buena parte de La Ñata y a quien
probablemente hubiera conocido en el Teutonia. Desmontó el terreno,
plantó robles de pantano, ciruelos y casuarinas, y fue
acondicionando de a poco la casa. Trabajó en Tigre hasta el último
día de su vida y tenía muchos proyectos en marcha cuando lo alcanzó
la muerte en el otoño deltaico que amaba, en particular por sus
hojas caídas donde encontraba el arte en la naturaleza misma.
Rodeado de
misterio, nos dejó en Tigre el 9 de abril de 1963 a las 23:30 horas.
Jugó con el lenguaje aún mientras se quejaba del dolor en el pecho.
Con un rosario de madera que él mismo había tallado en su mano se
fue esa noche un mago tigrense. Quedaron en su casa sus grafías, el
armonio con las teclas pintadas en su cuarto, los muebles hechos por
él, sus vasos y copas pintados, la radio Spika, sus dibujos, croquis
y planos a mano de su casa.
Había dudado sobre
volver a Europa o quedarse en Argentina. No en una Buenos Aires que
no idealizaba ni le traía buenos recuerdos. Eligió el Tigre donde
veía mejor las estrellas que tanto amaba y una casa que hacía juego
con su reserva y pudor, su soledad y su excentricidad tan bien
retratadas por Leopoldo Marechal y Roberto Arlt.
¿Había encontrado Xul en Tigre, cual personaje arltiano, un refugio
frente a una ciudad que lo marginaba? Gracias a ello dio forma en su
jardín a sus grafías, entre nadadas en el río, meditaciones y
sueños del PanKlú Delta, su San Lar de Tigre. Allí llevó su
máquina de escribir, en ese lugar donde había encontrado una
felicidad y paz no ajenas a su misticismo. Se contactó
herméticamente con la naturaleza en una espiritualidad panteísta y
pulió allí los San Signos hasta su muerte.
En
la carta ya citada a su amigo alemán (Siemsen), el delta de Tigre le
recordaba al egipcio y a la vieja Caldea. Lo veía también como una
región productiva que con el tiempo quizás llegue a ser lo más
rico de la Argentina. Así lo había pensado también Sarmiento.
Para finales de la década del 50 ya se había convertido Tigre
entonces el espacio elegido por Xul para reflexionar, escribir, crear
e inventar. Trabajó allí intensamente en su pintura y en la
panlengua, inspirado en la pureza del aire y la belleza del paisaje.
Había soñado con una vida comunitaria y se quedó solo con su mujer
en Li-Tao buscando la
verdad.
Vuelvo
por última vez entonces a su biblioteca tigrense y me encuentro con
una enciclopedia que le regaló Borges y, enseguida, con otros libros
que seguramente le fueron de suma utilidad e interés en el Delta:
Elementos de botánica, Plantas que curan y plantas que matan,
Arboricultura Argentina: apuntes generales
sobre arboricultura frutal e Hydroponics:
food without soil: a journal of experiments 1938 to 1940.
También encuentro La liga de las cocinas:
manual internacional de las mas exquistas recetas,
un catálogo general de alimentos integrales, y el libro del Dr. E.
Monin: Hygiene et medecine des viellards.
Pero
algo me lleva a volver a abrir el libro de Goncharov, Oblómov,
puesto que oblómovka se
refiere a la casa familiar, situada en el campo, y descrita como un
lugar idílico en el capítulo titulado “El
sueño de Oblómov”,
casa que simboliza el escapismo recurrente: un lugar y un tiempo (la
infancia) al que se regresa mentalmente cuando la incapacidad de
decidirse bloquea cualquier acción. Pienso en cómo se podría haber
identificado Xul al elegir el Tigre. Lo cierro y vuelvo a abrir las
obras completas de René Ghil, cuya obra poética comenzó con la
colección Légende
d'Âmes et de Sangs.
Este ambicioso poeta había sido uno de los casos más interesantes
de estética trascendental en la que vemos el amor de la naturaleza y
una pasión de mil poderes que conjuga sabiduría con emoción del
infinito en una ensoñación también campesina que hasta llega a
lograr una visión.
De
repente me vuelve a llamar Pampa
Roja,
de Fernando Demaría, también profundamente enraizado con la tierra
y el medio ambiente rural que le otorgó en sus propias palabras,
“las lentas y profundas enseñanzas de la naturaleza”, un aspecto
saliente de su poesía y filosofía. Recordemos que Demaría era uno
de los amigos personales de Leopldo Marechal y que publicó una
traducción de los fragmentos de Heráclito, ese que no se bañaba
dos veces en el mismo río. Como en un frenesí final me convoca
nuevamente Corvin, autor del ya mencionado Pfaffenspiegel,
quien había publicado también un libro para enseñar a nadar
–deporte que Xul practicaba- y era muy talentoso en el rubro,
habiendo también fundado revistas sobre la vida al aire libre.
Investigo y descubro que publicó también el Taschenbuch
für Jäger und Naturfreunde (Handbook
for Hunters and Friends of Nature).
Y como me estoy sintiendo mal, mareado de tanto leer, decido abrir el
Manual
de Homeopatía Familiar de
Rousson.
En
todos los capítulos de Imitiation de
Jesús Christ, célebre libro de
Thomas a Kempis que Xul tenía en Tigre, se hace énfasis en la
necesidad de vida interior y retirada del mundo exterior, retiro que
bien podría ser el que Xul llevó adelante en sus últimos años.
Para ese retiro seguramente no le vino mal el Ricettario
domestic. Enciclopedia moderna per la casa del Ing. Italo Ghersi,
con recetas de todo tipo, desde insecticidas (fundamentales en el
Delta) a culinarias, médicas, de escritura, higiene y miles de otras
cosas. Como me siento mejor lo cierro y pienso que es hora de
sembrar. Entonces abro La granja argentina de Arturo Pimentel,
quien se refiere a la granja como un mecanismo para combatir el
monocultivo. En este libro ofrece una cantidad de consejos prácticos,
escritos en lenguaje sencillo, para alentar las “industrias
menores de la granja”.
Para mi goce
personal encuentro ahora The naturalist in La plata del gran
W. H. Hudson pero, para mi sorpresa, lo dejo y abro La pálida
rosa de Soho de Luisa Mercedes Levinson, libro de cuentos que
incluían “El Abra”, “En la otra Orilla” y “La isla”.
Pareciera que, contagiado del espíritud de Xul y Borges, no pudiera
parar de leer. Como estoy estudiando alemán, me entusiasma asimismo
traducir el título de este libro del Dr. Bürki y otros:
Dungerlehre: Leitfaden für den Unterricht an landwirtschaftlichen
und Leruch für den praktischen Landwirt (Fertilizantes
Docencia: Directrices para la enseñanza en las escuelas agrícolas y
puerros para el agricultor práctico), lleno de notas escritas al
margen también en alemán y también otro ejemplar titulado
Leitfaden für den Unterricht an landwirtschaftlichen Schulen und
Lehrbuch für den praktischen Landwirt (Guía
para la enseñanza en las escuelas agrícolas y de libros de texto
para el agricultor práctico).
Como
mi alemán aún es muy precario encuentro sosiego en una de las obras
maestras de la literatura latinoamericana: La
vorágine, de José Eustasio Rivera, novela de la selva amazónica
donde el poeta Arturo Cova y su amante Alicia huyen de la sociedad,
cual Xul y Lita. Cova es un personaje tan atractivo por su vitalidad
y gran complejidad psicológica como Xul, movido por un ideal que no
logra conciliar en la realidad. Arturo Cova y Xul Solar huían para
mí juntos de las convenciones sociales hacia extensas regiones de
caudalosos ríos. La selva, sus ritos ancestrales y sus
alucinaciones, son protagonistas de esta novela sobre la vida de un
hombre entregado al destino, como también lo había estado Xul.
Dejo
ahora esta vorágine xuliana y, mareado nuevamente, recurro a Los
grandes remedios vegetales de Pierre Bompard.
Luego de encontrar el brebaje natural preciso decido abrir L’art
des jardins, de Georges Riat, un crítico e
historiador del arte francés, erudito amante de la naturaleza que
creyó necesario localizar el arte de los jardines en las diversas
civilizaciones. No es un libro de jardinería sino de historia del
arte pero que Xul leía seguramente pensando en su jardín deltaico.
Sintiéndome demasiado bucólico, opto por abrir un clásico deltaico
más duro: Los isleros
de Ernesto L. Castro, historia que narra la sacrificada vida de las
personas que vivían en las islas en la década del 40 y el drama
social de las crecidas e inundaciones allí.
Sin embargo, reflejaba también los aires de renovación y
expectativas que aparecían en las nuevas generaciones. Más
optimista entonces, me introduzco en El
camino de El Dorado de Arturo Uslar-Pietri,
la novela de la locura de Aguirre, su impotencia y el magnetismo con
el cual se apoderaba de la voluntad de los hombres que enmudecían
frente a sus deseos, algo que a Xul le hubiera gustado lograr
probablemente.
Después
de pasar por alto más libros de medicina (Galtier-Boissiere, Dr.
Larousse Médical illustré
y Schweizer, Federico. Guía de la salud
(herboristería suiza) vuelvo
una vez más a Un experimento terrible” (La isla del Dr. Moreau),
cuyo personaje, incómodo con los otros humanos animalizándose, deja
Londres y vive casi en soledad en el campo, dedicándose a la química
y a la astronomía, en cuyos estudios, cual Xul, encuentra algo de
paz. Pero decido acabar estas líneas con Whitehead, cuyo
pensamiento tiene en los años más recientes una de las aplicaciones
más interesantes en el área de la civilización ecológica, la
sustentabilidad y la ética medioambiental. Muchos han visto su
metafísica holística como una alternativa prometedora a la
tradicional visión del mundo mecanicista, proveyendo una detallada
pintura metafísica de un mundo constituido por una red de relaciones
interdependientes. La empatía con la naturaleza de Xul estaba aquí
como también la encontramos en alguna nota sobre el Fausto y en la
idea de que todo confort
es vil (Jeder Trost
is niederträchtig). No en vano había sido su admirado Fourier
adversario de la civilización urbana.
Macedonio
Fernández sostuvo que Xul Solar no debía
morir puesto que no era reemplazable ni repetible.
Borges afirmó que Xul Solar y su pintura nos siguen mirando. Quizás
porque, como Saint-Germain, no haya muerto, dado que hasta a Borges
–que no mucho dejó sin imaginar- eso le parecía imposible.
Notas