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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 24 de febrero de 2019

Entropía



"La segunda ley de la termodinámica explica por qué un vaso se hace añicos al tirarlo al suelo y, en cambio, si tiras los añicos no se arma un vaso. Explica por qué se estropean los aparatos si no los usas, por qué no duran los castillos de arena y por qué, al final, todo acaba olvidándose. Explica por qué lo que querías hacer se convierte en la chapuza que acabas haciendo y por qué tu pareja acaba aburriéndose de ti y buscándose a otro. Incluso explica por qué no podemos volver atrás en el tiempo y arreglar la cagada que tuvimos con ella. Explica prácticamente todo lo que haces mal, porque se puede aplicar a todos los sistemas, empezando por el mismo universo y acabando por tu propia vida y la mierda de sistema social en la que la estás echando a perder" (Extraído de "Las leyes de la termodinámica", película de Mateo Gil).

sábado, 16 de febrero de 2019

Declaración de amor



Acaba de morir un actor enorme, sin duda uno de mis preferidos del cine alemán...Bruno Ganz. Interpretó a Ibsen, Kleist y Shakespeare (fue Hamlet y Macbeth) en el teatro. Y en un momento tuvo que elegir y el cine (y Wenders con “El amigo americano” y “El cielo sobre Berlín”) se lo llevó. Como olvidar a Cassiel, el ángel que reuncia a su condición para volver a la vida de los mortales con sus colores y olores. Trabajó además, entre otros, con Herzog, Schlöndorff, Coppola, Ridley Scott y Lars Von Trier. Pero popularmente el mundo todo lo conoce por “La caída” con su gran interpretación de Hitler (naturalmente temía que se lo recordara por eso). Por eso aquí se los dejo en un momento seguramente mejor para él, en una película que me marcó para siempre y en una escena con la mejor declaración de amor que seguramente recibió en su vida:

miércoles, 13 de febrero de 2019

Aglaura

Poco saprei dirti di Aglaura fuori delle cose che gli abitanti stessi della citta' ripetono da sempre: una serie di virtù proverbiali, d'altrettanto proverbiali difetti, qualche bizzarria, qualche puntiglioso ossequio alle regole. Antichi osservatori, che non c'è ragione di non suppore veritieri, attribuirono ad Aglaura il suo durevole assortimento di qualita', certo confrontandole con altre citta' dei loro tempi. Ne' l'Aglaura che si dice né l'Aglaura che si vede sono forse molto cambiate da allora, ma cio' che era eccentrico è diventato usuale, stranezza quello che passava per norma, e le virtù e i difetti hanno perso eccellenza e disdoro in un concerto di virtu' e difetti diversamente distribuiti. In questo senso nulla è vero di quanto si dice di Aglaura, eppure se ne trae un'immagine solida e compatta di città, mentre minor consistenza raggiungono i giudizi che se ne possono trarre a viverci. Il risultato e' questo: la citta' che dicono ha molto di quel che ci vuole per esistere, mentre la citta' che esiste al suo posto, esiste meno. Se dunque volessi descriverti Aglaura tenendomi a quanto ho visto e provato di persona, dovrei dirti che è una città sbiadita, senza carattere, messa li' come viene viene. Ma non sarebbe vero neanche questo: a certe ore, in certi scorci di strade, vedi aprirtisi davanti il sospetto di qualcosa di inconfondibile, di raro, magari di magnifico; vorresti dire cos'è, ma tutto quello che s'è detto di Aglaura finora imprigiona le parole e ti obbliga a ridire anziché a dire. Percio' gli abitanti di Aglaura credono sempre di abitare un'Aglaura che cresce solo sul nome Aglaura e non si accorgono dell'Aglaura che cresce in terra. E anche a me che vorrei tener distinte nella memoria le due città, non resta che parlarti dell'una, perche' il ricordo dell'altra, mancando le parole per fissarlo, s'è disperso.

da: Le Città Invisibili di Italo Calvino

lunes, 4 de febrero de 2019

El tango, extractos de nuestra identidad

https://www.clarin.com/opinion/tango-extractos-identidad_0_kcswsb1ss.html

Quejosos, rebeldes, rezongones, hasta en ocasiones insolentes y furiosos, hay un instrumento que ha sido asociado con ese lamento nuestro, fruto de algún oscuro dolor: el bandoneón, alma de una música y una danza pasionales, hecha de impulsos y detenciones, kafkiano arte de la espera con aliento prostibulario y coraje compadrón.

Hilachas románticas de un mundo que ya no lo es, en su versión más poética y optimista Buenos Aires y el tango (y la Argentina en última instancia de la que simbólicamente se apropiaron) pueden imaginarse como territorios de desengaños, aprendizaje y luchas contra lo imposible.

En su versión más prosaica y pesimista un territorio marginal y pendenciero, delictivo y provocador, resentido pavoneo de quien aspira a una pícara distinción que no tiene. No hay tango humilde. Pero lo que sobra en él es improvisación y una facilidad para salir de apuros en circunstancias difíciles, con los sentidos concentrados porque intuimos que algo muy importante está por ocurrir al bailar y al vivir. Esa “inminencia de una revelación que no se produce” de Borges al referirse al hecho estético

No infrecuentemente vestidos de negro, como llegados a un funeral, los bailarines de nuestra necrófílica cultura produjeron un abrazo propio de las hondas tragedias que lo reclamaban.
El argentino lo generó y lo sigue brindando. Ante la soledad, el sosiego que aportan esos brazos. Ante la ausencia, la memoria, la nostalgia y la melancolía por lo perdido, un cálido presente muy presente: tres minutos dura aproximadamente el abrazo de un tango. Los argentinos sabemos del tiempo y su fugacidad y, “por cuatro días locos que vamos a vivir”, ¿cómo negarle un abrazo a quien recién conocemos o al caído en desgracia? Después de todo, “vaya a saber cómo fue”, dice el “Hombre de Corrientes y Esmeralda” de Scalabrini Ortiz.
Y así, esa realidad profunda comenzó a revivir aún con el Abasto vuelto shopping. O quizás por ello. Vaya a saber cómo fue. Pero estamos volviendo a la calidez de ese abrazo del que el mundo pareciera querer apropiarse. O así lo queremos imaginar. Porque las cosas no son tan simples.
El tango habla de lo nuestro, pero también de un desarraigo, de lo que somos pero de cómo eso que somos son también los otros de los que venimos; de nuestro individualismo (cada uno está en su eje y “hace la suya” cuando baila), pero también de nuestro compromiso (es imposible bailar bien sin un intenso y sutil contacto con el otro).
Y en ese compromiso pueden bailar juntos desencontrados macristas y kirchneristas, anarco-liberales y anarco-comunistas. El tango ha unido y une opuestos en el baile y en la historia.
Como Borges, acriolló tradiciones universales y universalizó el arrabal. Hijo de la Buenos Aires cosmopolita y portuaria del 80, hoy es patrimonio cultural de la humanidad, bailado en todo el mundo y de todo el mundo llegando a verlo, bailarlo o perfeccionarlo aquí.
Es razón fundamental de visita a nuestro país donde se lo apropió en buena medida el nacionalismo, aunque viniera condenado en esa tradición desde Lugones. De esa vulgar apropiación y de la ignorancia o incapacidad del cosmopolitismo liberal nace la pobreza de lo que hacemos con el tango.
Salvo contadas excepciones como el “Mundial de Tango”, no tenemos instituciones y políticas culturales y educativas a la altura del mayor aporte cultural hecho por la Argentina al mundo. Pero no debemos a notorias excepciones como esa lo que ha ocurrido y está ocurriendo con el tango, sino más bien a cruzadas independientes aquí y al mismo mundo su supervivencia.
Como ocurriera con Borges, los argentinos no tenemos idea de lo que aún tenemos y desdeñamos o usamos solamente en forma de alarde. Negarlo es negarnos a nosotros mismos. La Buenos Aires arrolladora y poderosa que produjo el tango lo recupera de sus restos locales y lo recibe también del mundo que lo conservó como el Museo Británico conserva reliquias egipcias.
Hay quienes lo creen acabado, pero otros que tal vez la historia del tango en el mundo recién empiece. El mundo se apropió de Piazzolla como de Beethoven y cada vez hay más milongas en el planeta, lo que genera una curiosidad por nosotros y nuestra cultura. Sin embargo, Buenos Aires no es “tan eterna como el agua y el aire” y quizás la dimensión metafísica de Buenos Aires se resitúe con el tiempo en otra geografía. A falta de Xul Solar, quizás Mary, Peggy, Betty o July en New York se hayan atrevido a preguntarle a Ludovica Squirru sobre su futuro... y el nuestro.

sábado, 2 de febrero de 2019

Once again, one art


¿Qué quiere decir vivir de otra manera?

«Pero habría que vivir de otra manera. ¿Y qué quiere decir vivir de otra manera? Quizá vivir absurdamente para acabar con el absurdo, tirarse en sí mismo con una tal violencia que el salto acabara en los brazos de otro.»
Extraído de Rayuela, de Julio Cortázar

viernes, 1 de febrero de 2019

Llorar

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

O. Girondo