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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 29 de enero de 2023

Trastornos de ansiedad


Ilustración Fidel Sclavo

Link a nota en el diario: Trastornos de ansiedad (clarin.com)

Algunas estadísticas señalan que la ansiedad es una de las dolencias para la cual más medican los psiquiatras en estos días. La inquietud que nos atraviesa es constante así como la percepción de la perspectiva de diversas formas del dolor. Y, como nunca antes, muchas personas se encuentran solas, aisladas, por propia elección incluso, lo que no solo no contribuye sino que colabora con el cuadro. 

 Ya Emile Durkheim señalaba en el siglo XIX que algunos de los serios problemas sociales que padecemos se debían al deterioro de la vida grupal. Los filósofos franceses, afirmaba, habían exaltado una “ciencia del yo” en vez una filosofía del hombre social, del “nosotros”. Sin autoridad, sin controles morales o legales efectivos, solo se habría desplegado desde entonces un desborde de egoísmo. El hombre durkheimiano hallaba intolerable la vida en esa sociedad que le daba una sensación de carencia y vacío mientras sus padres habían conocido las alegrías del compañerismo y la seguridad. Hoy vemos como las transformaciones culturales han debilitado una imagen del “nosotros” que permita anudar lazos de confianza y cooperación social y comprobamos incluso día a día la dificultad de la política para generar significaciones compartidas en ese sentido. 

 En un mundo en que el interés había pasado a ser el dios de la humanidad exigiendo el sacrificio de la moral, era competencia del sociólogo -según Durkheim- estudiar como la santificación de esos intereses privados se veía acompañada de una degradación de la moral pública. Cuando solo quedaban apetitos individuales, nos hallábamos frente a una sociedad que inevitablemente traería una alta proporción de crímenes, suicidios y divorcios en su búsqueda burguesa de “felicidad”. Las muertes violentas eran inevitables en una enfermiza sociedad adquisitiva y viciada de individualismo. 

En nuestros días, un desencantado y penoso mundo de multitudes bajo psicoterapias en las que aprenden a preservarse de los otros, a realizarse personalmente más que a comprometerse con un grupo o institución social, tiene mortalmente amenazada cualquier posibilidad de resurrección de un “nosotros”. Nos la rebuscamos así para sobrevivir alienados en el interior de una sociedad anómica sin que disminuyan las consuetudinarias vejaciones de todos los días. Nuestra sociedad ha entrado hace tiempo en un período de inestabilidad y amenaza pero como el ser humano no puede soportar demasiada realidad, huimos hacia las ficciones más cercanas y legitimadas. Sin dudas la ficción del “yo” y su poder no es una menor entre ellas. 

Son tiempos en que algunos de los más preciosos aspectos de la condición humana - la amistad, el amor, el compromiso- están en riesgo anunciando un paisaje inhóspito. Por eso cuesta tanto sentirse en casa. Y si se nos sigue incitando -como ocurre- a empoderarnos individualmente y aumentar nuestra capacidad personal de influencia como forma privilegiada de construir nuestra identidad, menospreciando nuestra condición y potencialidad como seres sociales, no será posible vivir sin miedo y en paz con nosotros mismos y con los demás. 

Háblelo en terapia.