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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

martes, 13 de diciembre de 1988

Homenaje a Foucault

Foucault, de Gilles Deleuze. Bs. As., Paidós, Colección "Paidós Studio", 1987, 170 págs.

Un prólogo de Miguel Morey (español que también ya ha comentado la obra foucaultiana y dedicado a Daniel Defert ("pareja" de Michel), se ha editado en la Argentina con sólo un año de retraso este homenaje intelectual que Deleue realiza a un compañero de estudios, a un amigo, a ese pensador cuyo nombre día a día resuena en los claustros universitarios de las humanidades y las ciencias sociales.

En el texto se retoman, modificados, dos artículos que el autor había escrito anteriormente en la revista Critique sobre la Arqueología del saber (1969) y sobre Vigilar y Castigar (1975), emergentes rizomáticos de la producción de sentido en una construcción ficticia de diagonales que entrecruzan diversas inventivas teóricas. No en vano Deleuze retomará en su Lógica del Sentido el camino de la comprensión del alter por sobre el de su control. Tal vez Vigilar y Castigar y El anti-Edipo sean cara y ceca de una misma obra, el pasado y el futuro de un presente cuyo movimiento es irrepresentable. 

Dirá el autor que tres son las preguntas centrales de Foucault: "¿Qué sé?",  "¿Qué puedo?" y "¿Qué soy?", procurando "pensar de otro modo" (título de la segunda parte del libro). Gilles pone sobre la mesa también todos sus escritos previos, los junta con los de Foucault y, en nietzcheano cubilete, tira los dados: reflexiona, viaja, se convierte. 

El pasaje que va de la práctica archivista de La Arqueología del Saber a la cartografía de Vigilar y Castigar es el camino del archivo al diagrama, de los sueños de una multiplicidad enunciativa articulados e una nueva pragmática (en la cual lo contextual pierde peso y se discute la posición del sujeto sumido en "discursos sin referencia", a la aparición de una nueva sensibilidad punitiva y una microfísica del poder que la acompañe en las sociedades disciplinarias, así como los mapas provocan a los escribidores a acompañarlos en un movimiento de rebelión.

Ciencia y poesía en la transversal del tiempo, en los espaicos seriales se funda de esta manera una nueva metodología que, según explica Deleuze, "no cierra" pues es definida, ya pensando "de otro modo", a través de los estratos o formaciones históricas: lo visible y lo enunciable, el saber. Para Deleuze, Foucault supo inventar una nueva forma específicamente filosófica de interrogar qeu otorga un nuevo impulso a la historia, en la cual ahora el enunciado posee la primacía sumergido en un medio audiovisual. Abriendo máscaras que nada ocultan, develando secretos que sólo existen para ser traicionados como una reseña traiciona a un texto, el principio histórico más importante de Foucault sería: en cada época siempre se dice todo, "se habla". Pero nada es directamente legible o visible: "Foucault está más cerca de Goethe que de Newton", sostiene Gilles Deleuze.

Acentuando una especie de neokantismo en la búsqueda de condiciones a priori, la receptividad sin embargo no será pasividad: acción y pasión constituyen los juegos de verdad; una película, presiones y capturas mutuas que se ven atravesadas por las estrategias o por lo no estratificado: el pensamiento del afuera, el poder.

La escritura se muestra con toda su belleza en Deleuze, quien hallará puntos de encuentro entre Faulkner y Foucault, entre el azar y la necesidad. La vida, el nuevo sujeto de derecho, será el lugar de la resistencia desde los pliegues o el adentro del pensamiento: subjetivación.

"¿Cómo concebir un 'poder de la verdad' que ya no fuese más verdad de poder, una verdad que derivase de las líneas transversales de resistencia y no de las líneas integrales de poder?". "¿Cómo franquear la línea?", se nos pregunta. Temor ante lo desconocido, infamia chejoviana de los hombres, las múltiples muertes permiten convertir la fenomenología en epistemología: el pliegue que Foucault encuentra en Merleau Ponty y la batalla audiovisual que halla en Roussel, Brisset, Magritte, (¿en un omitido Jarry?), el sonido y la furia desde Heráclito a Faulkner, todo desembocando en una pregunta: ¿Cómo constituirnos, cómo producirnos como sujetos?

Pensamientos, variaciones: "Foucault ya no sólo es un archivista como Gogol, un cartógrafo como Chéjov, sino que también es un topólogo como Biély en la gran novela "Petersburgo". Así cuenta Deleuze la gran ficción de Foucault, así dibuja una embarcación, interior del exterior, en seis estudios relativamente independientes, entre los cuales el anexo final sobre la muerte del hombre y sobre el superhombre nos plantea un recorrido desde la formación histórica clásica, pasando por la formación histórica del siglo XIX, hasta pensar en la formación del futuro en la que ya no será "ni Dios ni el hombre" sino el "superhombre, nueva forma de la que cabe esperar que no sea peor que las precedentes" Quien quiera consultar una buena reseña de esta obra lea el prólogo de Miguel Morey, ya que esto, "esto no es una reseña".


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