En Etnia, indigenismo y campesinado (1976), el fundador de la Universidad de Brasilia (y de varias otras), el ex-Ministro de Educación de Brasil, nos advierte sobre las futuras guerras étnicas que asolarán al mundo, subordinando la posibilidad de una auténtica revolución social a la realización de la liberación indígena.
"Sore lo obvio", además de ser el título del libro publicado en Río de Janeiro por el autor (del cual están extraídos los ensayos de la obra que aquí comentamos), nos muestra al Darcy clasista: "La causa del atraso brasileño es la clase dominante y sus comparsas"; "la crisis es un programa de una clase dominante atrozmente sabia".
Más interesante resulta ser "El abominable hombre nuevo", en donde el amigo de Jangó hace gala de lo mejor del relativismo cultural en lo que a capacidad perceptual y cognitiva se refiere. Sin embargo, y si bien existiría un "denominador común", finalmente opta, militante, por los "pueblos morenos" como la mejor gente para reedificar lo humano.
Lo mejor de esta colección de artículos, me parece, es el ensayo sobre Gilberto Freyre, prólogo de la versión de Casa Grande & Senzala de la Biblioteca Ayacucho, obra (olvidada por la sociología argentina) que el prolífico e incansable escritor no vacila en calificar como "la más importante de la cultura brasileña". Darcy se ensaña aquí con la metodología: "Ninguna de las obras clásicas de las ciencias sociales es explicable por sus virtudes metodológicas. Todo lo que se produjo con extremo rigor metódico (haciendo corresponder a cada afirmación la base científica en la que se asienta) resultó mediocre (...) Necesiamos aprender métodos para olvidarlos después..." No olvida tampoco las críticas a las "apreciaciones groseras" de Freyre con respeto al negro y al indígena. En fin, la crítica literaria se hace aquí presente junto al Darcy novelista.
En "Los indios y nosotros"se retoman los temas del primer ensayo y la pregunta por la nacionalidad del futuro: ¿indigenatos o minorías nacional/regionales de criollos "blancos" y "europeos"? Aquí vuelven el Darcy político, el vicegobernador de Río de Janeiro electo en 1982, el filósofo, el antropólog: ¿Qué hacer? ¿Cuál es la ética que debe guiarnos?
Otro texto más que interesante es "Cándido mariano da Silva Rondón", ensayo/nota necrológica qeu leyó en el cementerio el día del entierro del militar indigenista que hubiera escandalizado al General Roca. El constructor del "Sambódromo" se parece, en realidad, mucho a Rondón: humanista, indigenista, uno civilizador del sertón, otro fabricante de escuelas: ambos buscando otra forma de conjugar el par civilizacion/barbarie, lo que Darcy llama "la verdadera civilización", otro hombre, su superación. Se recuerda que el Brasil llegó a tener en vigencia una ley que reconocía el relativismo de la cultura, respetando en la norma jurídica otros modos de vida. Lo que aquí se transcribe son dos conferencias (una de ellas la del entierro del Mariscal -1958- , y la otra en un homenaje al mismo -1956).
Con "Venutopías 2003" vuelven en Darcy el compromiso, las especulaciones sobre el futuro, la necesidad de reencantar y de revivir el espíritu de la utopía, condenados como estamos a ser modernos, a experimentar con nosotros mismos: "se correr, o bicho pega; se ficar, o bicho come". Darcy, entonces, quiere rehacer pero (y aquí llega lo interesante y problemático), a partir de las propias perplejidades y dudas: diseñar, programar, para que no lo hagan otros. Ahra bien: ¿cómo diseñar dudando? Lamentablemente, Darcy deja la pregunta sin contestar y vuelve a la arena: "Viva el MAS", sentencia para Venezuela.
Finalmente, el autor de Las Américas y la Civilización y de El proceso civilizatorio (por citar sólo dos libros de los cinco que componen sus estudios de antropología de la civilización), el novelista de Maíra, va al encuentro de Uirá que va al encuentro de Maíra: una narración e interpretación de los fundamentos sociales y mítico-religiosos de las experiencias de un indio que salió en busca de Dios. Se ejemplifica aquí como nos esforzamos, como toda cultura se esfuerza, para encontrar explicaciones del mundo que nos rodea, que lo rodea: la necesidad de sentido.
En este libro de cuentos y relatos, de ironía y rigor, es posible intuir, no así contar, cuántos Carcys hay en una tribu, en una ciudad. La cuestión se complica ya en el "Autoprólogo". Por suerte, Adolfo Colombres nos da una buena mano en su nota preliminar. Entonces, uno puede decidirse a atravesar viejos puentes -seductores precisamente por su lejanía ante la moda, por su perseverante regreso, por estar ocultos y prohibidos- para volver a preguntarse por uno, por el otro, por uno, por el otro...
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