Antes cuentos, ahora cuentas. El almacén se transforma en una cadena de noventa y cinco almacenes de lujo y numerosos shopping centers. Aquel tenía media docena de agujeros y era de madera. Sus dueños supieron que los dogmas del marxismo y del libre mercado resultaban inadecuados en la era del genoma humano, la internet y la superconductividad. ¡Oh, sargentos de realidades, charlatanes de tantos credos manoseados! ¡Nunca hubieran podido administrar un almacén!
Pedro iba todos los días al almacén. Cuando tenía la edad de Marcos no podía tragar nada. Pero entonces iba, compraba todo y se comía todo, y no porque lo obligaran. En cuanto a aquellos víveres, ahora Pedro deja tan pocos que algunos se ven impelidos a comerse el cuero de sus cinturones. El plato preferido aquí es la “Paloma de la paz”, a todos les gusta. Y se vende ya preparada en el shopping. El grupo propietario ahora se diversificó en instituciones crediticias, inmobiliarias, de transporte aéreo, de alimentación, de hotelería, aseguradoras, administradoras de alojamiento, clubes de vacaciones y websites.
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