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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
Categorías
jueves, 29 de diciembre de 2011
Espléndidas amarguras
sábado, 24 de diciembre de 2011
Para sobrevivir en las islas
Roberto Arlt
Que el año que viene nos encuentre a todos un poco más libres y dignos. En eso estamos. Un afectuoso abrazo, Daniel
lunes, 19 de diciembre de 2011
Twenty years from now...
lunes, 28 de noviembre de 2011
Hemos perdido la confianza
viernes, 18 de noviembre de 2011
Cartas de amor
jueves, 17 de noviembre de 2011
Conversaciones con uno mismo
Oscar Wilde
martes, 8 de noviembre de 2011
Dark Mountain Manifesto
domingo, 6 de noviembre de 2011
jueves, 3 de noviembre de 2011
Russell
martes, 18 de octubre de 2011
Estas no son mis calles
E. Martínez Estrada
miércoles, 12 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
martes, 27 de septiembre de 2011
Premiar la estupidez
Carlos Granés
viernes, 16 de septiembre de 2011
Hudson
Epitafio en la tumba de Guillermo Enrique Hudson, en el cementerio de Worthing.
martes, 6 de septiembre de 2011
La literatura, el mar, el río
Metáforas de naufragios y derroteros navegantes fructificarán en la edad media. Llegados nuevamente al Aqueronte, lo atraviesan ahora Virgilio y Dante en la barca de Caronte. Virgilio explica el tránsito de las almas desde entonces ligado en la literatura al cruce de los ríos. Francesca se presentará así en la Comedia:
La tierra en que nací está situada en la ribera donde el Po desciende con sus afluentes para acabar en paz.
Para surcar mejores aguas, la navecilla de mi ingenio despliega ahora sus velas, dejando tras de sí un mar tan cruel; y cantaré aquel segundo reino donde el espíritu humano se purifica y se hace digno de subir al cielo.
En la lengua castellana, mar y ríos nacen entrelazados en un destino fatal:
Ya entrado el siglo XVII el eterno rival dramático de Cervantes, Lope de Vega, poetizará en La Dorotea la pena de los barcos:
¡Pobre barquilla mía, entre peñascos rota, sin velas desvelada y entre las olas sola! ¿A dónde vas perdida, adónde, di, te engolfas, que no hay deseos cuerdos con esperanzas locas?
En otra latitud y otra lengua de unas islas europeas, Jonathan Swift usaba los viajes por mar para crear el ambiente de sus críticas sociales y Daniel Defoe consagraba una epopeya del hombre frente al mar por todos conocida: Robinson Crusoe.
Mientras tanto en el continente el Danubio ocuparía un lugar privilegiado para Heine (como hoy para Claudio Magris), pero quizás sea el Sena el río emblema de la literatura europea y es difícil para mí verlo sin recordar la visión del mismo de Rastignac al final de Papa Goriot.
Los ríos y mares que miramos, como los tigres de Borges, están contaminados por todo lo que se ha escrito sobre ellos. El primer poeta argentino que dejará su marca sobre el Paraná será Manuel de Lavardén. En La Cautiva de Echeverría hay solamente un riacho. Igualmente ocurre con los charcos de El Matadero. En 1858 aparecerá El Tempe Argentino, de Marcos Sastre, en romántica referencia al Tempe de las Geórgicas de Virgilio, comparando asimismo nuestro Delta con el del Nilo. Pero antes y después está Sarmiento y sus sueños de navegabilidad de los ríos argentinos. El río permite el escape (en la Amalia de Mármol es camino a Montevideo) y es potencia de futuro que espera inundar el desierto. Pero no se hace costumbre en nuestras tierras, preñadas de un pasado español carente a los ojos de Sarmiento del espíritu y la tecnología anglosajonas. Esta reflexión la retomará Saer en El río sin orillas, suponiendo que el aborigen se "resigna a sobrevivir a costillas de la amistad del primer mundo con el agua", que el infierno latinoamericano está franqueado por las aguas que hay que vencer para llegar al paraíso americano (pensemos en los cubanos balseros), que los ríos (Amazonas, Paraná, Coatzacoalcos, Magdalena) son refugios de narcotraficantes y pirañas antes que vías de comunicación. Saer encuentra pocos rastros de los grandes ríos (Paraná, Uruguay, Río de la Plata) en el imaginario popular, a pesar de que los mismos durante varios siglos
fueron la única parte habitada, vía de comunicación, lugar de recreo, de comercio y también de paisaje, fuente de litigio y campo de batalla.
El río sin orillas que se funde con el mar podrían hacer de Buenos Aires una “señora de la navegación”, según Sarmiento, quien nos confiesa:
¡Los ríos argentinos! Ellos han sido mi sueño dorado, la alucinación de mis cavilaciones, la utopía de mis sistemas políticos, la panacea de nuestros males, el tema de mis lucubraciones, y si hubiera sabido medir versos, el asunto de un poema eterno. En el Rin, en el Mississipi, en el Sena o en el San Lorenzo, yo no vi, yo no buscaba sino la imagen, los rivales del Uruguay y del Paraná. Tres veces he descrito en mis diversas publicaciones el Entre Ríos que bañan, y una de ellas en Alemania sin estímulo ni previsión política. El Entre Ríos era la isla de Calipso, adonde mi espíritu volaba de todas partes en busca de una patria definitiva para acabar mis oscuros días. Y bien, ni los ríos ni el país que casi circundaban me eran conocidos. Nacido a la falda de los Andes, todos los acontecimientos notables de mi vida han principiado por pasarlos y repasarlos de uno a otro lado.
La Armada y los Talleres de Marina fueron obra suya. Su compromiso con el Delta fue político, periodístico y existencial, educativo pero también literario. Pensaba en hacer del mismo una Venecia gigantesca y establecer toda la emigración en el archipiélago del Plata y el Paraná. Pero "el caballo y las estancias detestan el dinamismo del agua", afirmaba.
Qué corrientes oceánicas, qué reflujos por debajo, Y también las grandes mareas de humanidad con sus siempre cambiantes movimientos.
Muchedumbres son las que leerán las 20.000 leguas de viaje submarino y las que atravesara Baudelaire con sus “flores del Mal”:
Hombre libre, por siempre has de querer al mar.
Es tu espejo, contemplas a tu espíritu mismo
en su ola que se desenrolla sin cesar
y tu alma no es menos amarga que su abismo…
Ambos sois tenebrosos y a la vez discretos
Pero esos mares pueden hiptnotizar fácilmente a un adolescente, mejor volvamos al río:
Mentras tanto, decíamos, la literatura española iba perdiendo el mar, ya era de otros. Pérez Galdós escribe Trafalgar sesenta años después de la derrota señalando definitivamente el fin de las ambiciones marítimas españolas. El imperio español ya se había perdido en el mar, no sino después de dejar su lengua en América.
La libre navegación de los ríos por la que Sarmiento abogaba es tema de los cuentos de Quiroga como se ha visto en “La guerra de los yacarés”, “El paso del Yabebirí” y sobre todo en “El regreso de Anaconda”. En el río se enfrentan animales y hombres, selva y ciudad, naturaleza y progreso, mientras cruza su prosa la pregunta: ¿de quién y para qué son las tierras, los ríos y los caminos? ¿Y cómo se zanja esa cuestión? En “El regreso de Anaconda”, la discusión por el libre paso del río se entrelaza con la idea de la reconquista del mismo por parte de los animales que sufren el avance de la civilización.
Los cuentos de Quiroga dejan bañadas de sangre sus orillas. Sabemos del fin trágico de Quiroga como el de Lugones, cuya muerte también quedó vinculada al Delta. Arturo Capdevila le dedicará un poema titulado “En la muerte de Leopoldo Lugones”, donde evoca los paseos en las islas. ¿Por qué las habría elegido Lugones para suicidarse? Así reflexionó Borges al respecto:
Ahogada en un hábil juego de palabras resulta asimismo la mujer del narrador del cuento “El río” de Julio Cortázar:
Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa… [… y el final] miro con sorpresa mi mano que chorrea, y antes de resbalar a tu lado sé que acaban de sacarte del agua, demasiado tarde, naturalmente, y que yaces sobre las piedras del muelle rodeada de zapatos y de voces, desnuda boca arriba con tu pelo empapado y tus ojos abiertos.
La reflexión sobre la muerte es una reflexión sobre el tiempo. Y si bien en poesía el río fue pintado como nadie en Argentina por Juan L. Ortiz, fue a Borges a quien el río de Heráclito, pero sobre todo el Ganges, le ayudó a estetizar esa reflexión sobre el tiempo.
El río y el mar nos permiten recorrer la literatura argentina y latinoamericana, puesto que el agua insiste “en mirar y que la miraran” (Felisberto Hernández, “La casa inundada”).
al ser condenado a destierro por delito de homicidio, había emprendido una navegación fuera de los rumbos usuales, que lo condujo a una enorme tierra a la que llamó “Tierra Verde”, por lo verdes que estaban allí los árboles (El arpa y la sombra).
Para que así se lave junto al agua sangrienta
El corazón del hombre cuando nazca de nuevo.
En la literatura argentina de las últimas décadas es Juan José Saer quien inquietó mi presente con imágenes del río. Pero para relatos de viajeros por ríos y mares, nadie como Paul Theroux: The kingdom by the sea, Down the Yangtze, The Happy Isles of Oceania, Riding the Iron Rooster, The Great Railway Bazaar, The Pillars of Hercules.
Alma eterna de los navegadores y las navegaciones
Ir, ir, ir
Fenicios, cartagineses, portugueses
Para la aventura indefinida, para el mar absoluto, para realizar lo imposible.
Hoy, cincuenta años más tarde, continúo viviendo la vida por la cual Joyce hizo tanto para prepararme, y me he convertido en un escritor. Fue él quien me mostró, antes de que yo supiera nada, que la literatura es enemiga de todas las jerarquías y que separar los hechos de la imaginación, los eventos de los sentimientos, el protagonista del narrador, es quedarse en tierra firme y nunca hacerse a la mar (La primera y última receta: el Ulises).
viernes, 26 de agosto de 2011
jueves, 4 de agosto de 2011
sábado, 30 de julio de 2011
Puro Grupo (publicada en Clarín como "La experiencia de la cooperación")
Según Michael Tomasello nos recuerda en ¿Por qué cooperamos? (Katz, 2010), una de las características que hacen única la cultura humana es la creación de instituciones sociales. Hay formas únicas de cooperación y compromisos conjuntos que nos hacen humanos. A diferencia de lo que ocurre en otras especies (en las que las formas cooperativas se compensan mediante la reciprocidad o el nepotismo, como señala Joan B. Silk comentando la misma obra citada) los seres humanos no reservan sus enseñanzas para los parientes. ¿Qué es lo que tiene lugar entonces cuando se privatiza el conocimiento? ¿Qué es lo que ocurre cuando los gobiernos se convierten en “una gran familia”? Las culturas humanas entrañan fundamentalmente la cooperación y las hazañas cognitivas más formidables de nuestra especie son producto de individuos diferentes que interactuaban entre sí y no provienen tampoco de prácticas endogámicas.
La temprana inclinación a la aventura del conocimiento y a la cooperación de los niños se ve afectada luego por los juicios sobre la probable reciprocidad del mundo y su preocupación por la opinión de los otros. Pero las primerísimas normas de los niños, a diferencia de lo que Piaget planteaba, son producto de algo más que el temor a la autoridad o la expectativa de reciprocidad. Acorde a Tomasello actúa en esa instancia una suerte de racionalidad social que no se enseña con premios y castigos, una actitud de identificación con los otros particularmente evidente en las actividades cooperativas que se basan en una intencionalidad compartida. En esas actividades existe una meta conjunta que crea un “nosotros”. No es cierto que los niños respeten las normas sociales por temor al castigo o por un afán de reciprocidad sino que valoran amoldarse al grupo en cuanto indicio de la identidad grupal.
Todos nos beneficiamos con la cooperación si trabajamos juntos. Incluso para iniciar las actividades de colaboración los seres humanos primitivos tuvieron que volverse más tolerantes y confiar más en los otros. Ninguno de los avances en la inclinación para cooperar pudo producirse en animales que estuvieran compitiendo eternamente. Supone Tomasello que en algún momento de nuestra historia evolutiva podemos imaginar que se produjo en los seres humanos una suerte de proceso de autodomesticación y el grupo eliminó a los individuos muy agresivos y acaparadores. Habría tenido lugar así un paso inicial en la evolución humana, abarcando el aspecto emocional y motivacional de la experiencia, que nos alejó de los grandes simios y nos arrojó a un nuevo espacio adaptativo en el cual era posible que se desarrollaran habilidades y motivaciones complejas, útiles para actividades en colaboración y favorables a la intencionalidad compartida.
Necesitamos desde entonces normas e instituciones sociales. Las normas están investidas de fuerza pero tienen también una dimensión racional. Las características de las instituciones sociales dependen también de un tipo especial de imaginación y de comunicación simbólica. Los homo sapiens tienen que haber comenzado por actividades en colaboración de una índole que los otros primates no hubieran podido realizar por sus limitaciones emocionales o cognitivas.
Pero Tomasello sabe que no somos ángeles cooperadores. Hay modelos evolutivos recientes que demuestran algo que los políticos saben desde hace mucho y que vemos claramente en práctica hoy en la Argentina: la mejor manera de conseguir que la gente colabore y piense grupalmente es señalar un enemigo y decir que “ellos” son una amenaza para “nosotros”. Lo irónico del caso es que esa mentalidad de grupo para la colaboración también sea la causa de tantos conflictos y tanto sufrimiento en la Argentina y el mundo. La solución –más fácil de formular que de lograr, aclara Tomasello- consiste en hallar nuevas maneras de definir el grupo.
Señala Joan B. Silk al respecto de estas observaciones de Tomasello otra ironía: que los últimos avances de las ciencias humanas subrayen nuestra capacidad para cooperar, nuestra preocupación por el bienestar de los demás y nuestras inclinaciones altruistas, precisamente en una época en que todos tenemos pruebas más que abundantes del daño que los seres humanos pueden infligirse mutuamente. Bien sabe el lector cuánto de esto nos toca a los argentinos, país en el que la palabra “grupo” es sinónimo de mentira.
En espacios que son meras agregaciones mutuamente hostiles las semillas de la confianza mutua luchan por sobrevivir. El recurso al conflicto como único origen y constante atrae por otra parte a individuos e instituciones interesadas económica y políticamente en escenarios de guerra. El modelo conflictivo (lo social como superación de un conflicto de base) se presenta así como opción fagocitadora del modelo cooperativo (lo social como “continuidad sofisticada de las interacciones cooperativas”). Están cambiando nuestras maneras de vivir juntos y las representaciones que nos hacemos de dicha convivencia, y esto tiene consecuencias en la política. ¿Debemos entonces seguir buscando consensos o afirmar identidades y dirimir supremacías?
El grado de asociacionismo jugará un rol crítico en determinar si avanzarán las redes, las normas y la confianza, valores que tienen sus raíces en la cultura y son fortalecidos o dificultados por ésta como el grado de solidaridad y altruismo de una sociedad. Pero las transformaciones culturales han debilitado la imagen del Nosotros que permite anudar lazos de confianza y cooperación social y comprobamos día a día la dificultad de la política para generar significaciones compartidas en este sentido. En este marco, se vuelve imprescindible valorar una política según su potencial de transformación, su capacidad de generar experiencias cooperativas e imaginarios de Nosotros que permitan que nuestra sociedad amplíe sus posibilidades de acción. De eso trata la política considerada como un trabajo cultural: crear el Nosotros inclusivo que queremos llegar a ser y la casa que queremos tener. Lo otro es puro grupo.
Publicado el 30 de julio de 2011 en la Revista Ñ
miércoles, 27 de julio de 2011
Magic
Matthew Battles.
lunes, 18 de julio de 2011
La verdad se mueve
domingo, 1 de mayo de 2011
Donde no hay justicia
lunes, 18 de abril de 2011
Asesinatos
jueves, 14 de abril de 2011
mundos no mundo
(E, sem dúvida, sobretudo o verso)
É o que pode lançar mundos no mundo... (Caetano Veloso)
Mundos no mundo
domingo, 3 de abril de 2011
El error y la fortuna
Confucio.
jueves, 24 de marzo de 2011
24 de marzo
miércoles, 23 de marzo de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
¿Cómo deberíamos vivir?
Este es el nuevo curso que estaré dictando en Rosario a partir del viernes 11 de marzo:
1. El camino: Lao-Tsé 11 de marzo
Tao Te Ching
2. El conocimiento moral: Confucio 1 de abril
Analectas
3. El despertar: Buda 13 de mayo
Herman Hesse, Siddharta
4. Encontrarse: Chuang Tzu 3 de junio
Thomas Merton, El camino de Chuang-Tzu
5. El arte de pensar: Sócrates 1 de julio
Platón, Apología de Sócrates
6. El mundo como voluntad: Schopenhauer 5 de agosto
Arte del buen vivir
7. Desobediencia Civil: Thoreau 2 de septiembre
Desobediencia civil
8. El goce de la paz: Gandhi
Richard Attenborough, Gandhi (film)
9. La importancia del ocio: Russell 4 de noviembre
Elogio de la ociosidad
10. Atreverse a ser: Maturana 2 de diciembre
El sentido de lo humano
miércoles, 9 de marzo de 2011
viernes, 4 de marzo de 2011
Sábana y mantel
La intemperie no nos es ajena ya que no hay hogar para el camino. Por eso somos más vulnerables cuanto más libres somos. Y si la educación es, como tan bellamente un amigo definió, el arte de "darle la bienvenida a lo impensado e inesperado", nuestra responsabilidad es justamente estar abiertos al diálogo, al reconocimiento de las diferencias, es decir, a la vida misma. La diversidad es siempre una riqueza. No podemos abandonar la pregunta por la vida buena y, como Sócrates ya nos advertía, esa vida buena solo puede ser la vida examinada. La misma no existe si solo escuchamos lo que queremos previamente oír, si rebajamos la verdad a un puro interés y empobrecemos el lenguaje y el mundo. La mirada única mata, asesina, es violencia que crea el ambiente opuesto al que es necesario para formaciones filiatorias que añoramos. El modelo neoliberal comparte una misma matriz con ciertas políticas culturales actuales que lo continúan en su filosofía política y de la historia: entonces no se cuida y no se medita sobre "los intangibles" y los regalamos junto con los valores a los discursos autoritarios.
Cada uno de nosotros construye sus propios "irrenunciables". Hay que volver a ponerlos de pie para levantarnos. El deseo de saber debe volver a seducirnos más que el deseo de vender, sea mercancías o relatos.
Para que haya "mundo en común” y “ciudad de todos" hay que reconocer los mundos diversos, el derecho de todos a esos diversos mundos y otra conciencia ecológica solo posible en la apertura de la escuela a la sociedad y de ésta a la escuela: si no se cuidan y se quieren mutuamente el divorcio será inevitable.
Hemos dejado de indignarnos y de desear, Es necesaria una nueva educación sentimental frente a la mecanización e inhibición burocráticas que todo lo aceptan y trivializan en su conventillo cotidiano. Una escuela que no se escucha, una sociedad que no se ve, un actor que no se reconoce como tal, un funcionario de obediencia debida solo reafirma y reproduce lo mismo, el siempre fue así y será.
No hay "saberes de entre mundos" si solo escuchamos 6,7,8, pensamos en "Cristina eterna" y escrachamos a Vargas Llosa. Si el batracio no va a la olla lo va a pisar un camión de Moyano. No habrá maestros de estirpe sarmientina si la presidenta no menciona siquiera el nombre del maestro en el bicentenario de su natalicio.
No hay esencias que puedan guardarse si todas están a la venta, no hay civilización si los maestros y los políticos no leen, no hay referentes y referencias si discernir es considerado golpista, analizar considerado gorila y contextualizar considerado no parte de la memoria oficial. Sin pasión, es cierto, solo hay desierto.
Pero con la mirada única como bandera, también solo hay desierto.
No hay hogar si no hay mesa compartida.
No hay mesa compartida si el otro no está en la mesa o no lo dejan hablar en ella sin saber de antemano lo que va a decir.
Y ni hablemos cuando no hay mesas
o tan solo una mesa muy chica,
tan chica,
que los pocos comen de un solo plato
que luego todos los no invitados a la mesa
tenemos que lavar.
Como diría María Elena,
sábana y mantel, el hijo de la intemperie los teje más de una vez...
domingo, 27 de febrero de 2011
sábado, 26 de febrero de 2011
Uno, dos, tres
miércoles, 2 de febrero de 2011
Meandros
sábado, 29 de enero de 2011
Trotsky y Dante
Homo Academicus
P. Bourdieu, "Homo Academicus".
miércoles, 26 de enero de 2011
El círculo de Arquímedes
Nación e imperio
martes, 25 de enero de 2011
El concepto de "intelectual"
viernes, 7 de enero de 2011
El conocimiento
E. M. Cioran.
miércoles, 5 de enero de 2011
Investigación
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James Cameron biographer says the "Avatar" director is half scientist, half artist James Cameron: antes de Avatar...un niño curi...
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Lo bueno es que la vida no deja de sorprenderme. Ayer me presenté a mi trabajo en el Ministerio de Justicia (concretamente en la Dirección d...
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"Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo ...