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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

martes, 22 de marzo de 2016

Debates culturales contemporáneos

Hay ciertos debates que nos atraviesan y que deberían estar presentes en toda gestión de una política cultural. Algunos están presentes desde nuestra misma formación como país, otros son parte de la modernidad y algunos de la así llamada “posmodernidad”.

Ente ellos, tal vez sea el debate sobre la relación entre naturaleza y cultura uno de los más olvidados, justamente hoy cuando ya hay quienes hablan de raíces biológicas de la moral, para no hablar de la emergencia de la ecocrítica y las humanidades medioambientales. Los debates sobre el lenguaje y la comunicación nos son más conocidos, aquellos sobre los medios, internet y el rol de las computadoras y los celulares. Lo mismo ocurre con la educación y la responsabilidad cultural de la misma, aunque en este caso también dándole poca o casi nada importancia al rol de las emociones, los sentimientos y las pasiones en el aprendizaje y el cambio cultural.

Otro debate olvidado por considerarlo propio de posiciones conservadores es el de las redes morales, las leyes y el orden social en la cultura. Parece increíble pero en argentina son muy pocos quienes investigan sobre la cuestión en las ciencias sociales. Más atención se ha prestado, en contraposición, a los problemas derivados de lo que Bauman llamara Unsicherheit, ese concepto que puede dar cuenta a la vez de la incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad de nuestros tiempos.

El viejo debate sobre el campo y la ciudad parece también olvidado a pesar de los signos claros de una pérdida de comunidad y de reflexión sobre los modos de vivir en el tiempo y las formas de reunión en la cultura. Las antiguas discusiones sobre la cultura nacional o cosmopolita, la cultura y la tecnociencia, deben ser revisadas hoy también a la luz de las neurociencias, el big data y humanidades digitales. De igual manera debiera volver a formularse la pregunta sobre el lugar del arte y de los intelectuales a la hora de pensar el cambio cultural buscado en la Argentina, pero sin poder hoy dejar de lado a los internautas ante esta inquietud ni tampoco dejar de pensar en el rol de las corporaciones como agentes de fusión cultural.

La cultura tiene un aspecto más estable pero también tiene otro extremadamente dinámico. Ambos, de cualquier manera, están siempre moviéndose. ¿Hacia dónde van? es una pregunta que no puede omitirse. Tampoco sería prudente desconocer los límites de esos movimientos y de esta pregunta, del espacio de la cultura, en una sociedad y en un mundo que tampoco parecieran tener demasiado en claro hacia dónde van y cuál es el significado de esos continuos cambios. Pues pareciera no haber tiempo para parar y pensarlo. Ni para la misma escritura de estas líneas. O menos aún para su lectura.


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