"In an ever-changing, incomprehensible world the masses had reached the point where they would, at the same time, believe everything and nothing, think that everything was possible and nothing was true… The totalitarian mass leaders based their propaganda on the correct psychological assumption that, under such conditions, one could make people believe the most fantastic statements one day, and trust that if the next day they were given irrefutable proof of their falsehood, they would take refuge in cynicism; instead of deserting the leaders who had lied to them, they would protest that they had known all along that the statement was a lie and would admire the leaders for their superior tactical cleverness."
Hannah Arendt, Origins of Totalitarianism
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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
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domingo, 29 de enero de 2017
jueves, 26 de enero de 2017
Tzvetzan Todorov: el arte o la vida
Escrito el 26 de enero de 2017, antes de su fallecimiento, y publicado en Revista Ñ el pasado sábado 11 de febrero de 2017
Link: http://www.clarin.com/revista-n/literatura/largo-camino-critico-todorov_0_HJdCQhyFl.html
Link: http://www.clarin.com/revista-n/literatura/largo-camino-critico-todorov_0_HJdCQhyFl.html
Hijo de
bibliotecarios búlgaros, escribió sobre el régimen del que escapó
para refugiarse en Francia, país en el que reside desde 1963. Quien
se definiera a sí mismo como un “hombre desplazado”,
ha marcado desde entonces en su obra un interés por la verdad, el
mal, la justicia, la memoria (La
Memoria ¿un Remedio contra el Mal?,
Memoria
del mal, tentación del bien y
Los abusos de la memoria),
el desarraigo, el encuentro de culturas y las derivas de las
democracias (Los
enemigos íntimos de la democracia).
Justamente le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de
Ciencias Sociales por representar “el espíritu de la unidad de
Europa, del Este y del Oeste, y el compromiso con los ideales de
libertad, igualdad, integración y justicia”. Su humanismo crítico
obsesionado por atravesar fronteras (El
miedo a los bárbaros, más allá del choque de civilizaciones)
siempre buscó puntos de encuentro (Nosotros
y los otros).
En La Conquista de
América: la cuestión del otro
se propuso analizar el recuentro del “yo” con el “otro” a
través del estudio del descubrimiento de América y la conquista
posterior, mostrando cómo Cortés hizo posible la manipulación del
otro.
Moralista más que
historiador (Les
morales de l’histoire)
, buscó entender cómo conviene comportarse frente a la mirada ajena
concluyendo que el conocimiento de sí pasa por el descubrimiento del
otro.
Teórico de la
literatura en sus inicios, tal vez su contribución más importante
en el área haya sido su Introducción
a la literatura fantástica.
Si bien ya en Literatura
y Significación
se había destacado como pionero del renacimiento de la retórica, se
hará notar especialmente por sus traducciones de los formalistas
rusos y más áun por su Diccionario
Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje,
ineludible obra de referencia elaborada junto a Oswald Ducrot.
En
noviembre de 2010 vino por primera vez a Buenos Aires. Había ya
escrito sobre la memoria de la Segunda Guerra Mundial, los regímenes
totalitarios (La
experiencia totalitaria)
y los
campos de concentración, preocupación que mantuvo a lo largo de su
vida. Reveló
en sus escritos muchos ejemplos de ayuda y compasión entre personas
viviendo en condiciones inhumanas y de terror, mostrando que la
supervivencia siempre dependió de la ayuda de otros. Por
eso lo invitaron a visitar la ESMA y el Parque de la Memoria. Pero el
resultado fue un artículo en El
País
en el que afirmó no poder suscribir que Argentina sea ejemplar en
relación con la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia,
porque no vio en esos lugares signos que remitiesen al contexto en el
cual se instaló la última dictadura, recordando que un terrorismo
revolucionario precedió y convivió con el terrorismo de Estado, y
que uno no puede comprenderse sin el otro. La memoria colectiva
-escribió en “Un viaje a Argentina”- puede ser utilizada por un
grupo social como un medio para adquirir o reforzar una posición
política.
En
su ensayo sobre los pensadores humanistas en Francia (Le
jardin imparfait)
mostró que para aquellos la existencia humana se parece al “jardín
imperfecto” descripto por Montaigne. Y si tomaron con frecuencia
-con Rousseau- otro camino que el del liberalismo, considera que las
herencias republicana y liberal no son incompatibles. Por eso se
interesó en Benjamin Constant (Benjamin
Constant, la pasión democrática),
en cuya obra ve una tentativa de síntesis de ambas. Cree en la
necesidad de una escritura que no se complazca en una desesperación
de salón y, por ello, su libro sobre Rousseau (Frágil
Felicidad)
comienza
recordándonos la pregunta sobre la vida que llevaremos adelante.
Humanista crítico, cree que los valores de la ilustración están
siempre bajo amenaza (El
espíritu de la Ilustración)
y que
una sociedad secular no debe ser hostil a un sentido de lo sagrado.
Quizás
de allí provenga también su interés en el arte y sus escritos
sobre la pintura (Goya
a la sombra de las luces).
En
esta nueva edición de ¡El
arte o la vida! ,
Todorov
dedica un ensayo a Rembrandt afirmando que es en él que por primera
vez se afirma la dignidad de lo ordinario, haciendo retroceder el
espíritu maniqueo que dividía el mundo en alto y bajo -no
casualmente Todorov también había escrito un libro sobre Mijaíl
Bajtín (Mijaíl
Bajtín: el principio dialógico),
un ensayo sobre la pintura holandesa del siglo XVII (Elogio
de lo cotidiano),
y
Elogio del individuo: ensayo sobre la pintura flamenca del
Renacimiento.
Por ello sostiene
aquí que hay que atenuar la afirmación según
la cual Rembrandt no pintó escenas de la vida cotidiana pues estas
se encuentran profusamente en sus grabados y dibujos. Abundan en
ellas pordioseros, mendigos, vagabundos, músicos, y sería la
primera vez en la historia de la pintura que el mundo de las mujeres
y los niños es representado de manera tan rica y variada. El pintor
cuestionaría la frontera entre la pintura histórica y la de la vida
cotidiana. Tal separación basada en la oposición entre lo
sagrado/elevado y lo profano/bajo se vería anulada, prolongando la
tradición que acerca al mundo la vida de los santos apoyada en la
enseñanza de ciertos reformadores religiosos, encarnación de la
doctrina protestante.
En
relación a la cantidad de autorretratos del pintor, para Todorov eso
habla menos de una fijación sobre su yo que de la disolución de
éste en la humanidad, representando diversos papeles. En cuanto a
su amada Saskia, sugiere que, a pesar de las muchas obras catalogadas
como retratos suyos, disponemos de pocas representaciones cuyo
objetivo haya sido un retrato de ella. Rembrandt se habría servido
de sus mujeres como modelos para pintar otros personajes, siendo
también fuente de otro motivo destacado en el autor: el de la mujer
que guarda cama. Según Todorov, no mostraría personas sino un
estado del espíritu: la pintura para él piensa y hace pensar.
Movido más por la curiosidad que por el amor, los individuos son
sacrificados en la pintura del conocimiento de la humanidad. Que sus
hijos mueran no es razón para no pintar niños alegres, y la
enfermedad es una oportunidad para explorar los secretos de un cuerpo
debilitado. Todos ellos son alimento del artista, sugiriendo que la
generosidad de la obra pareciera exigir en éste egocentrismo y
soledad. Pero si dioses y santos pueden mezclarse en Rembrandt con
los humanos, ¿por qué los artistas no?, se pregunta.
En el
segundo ensayo del libro, y ateniéndose en especial a la literatura,
sostiene que desde los orígenes clásicos hasta la Ilustración el
arte fue solo aceptable a condición de someterlo a las reglas
morales. Llama “clásica” a esta teoría dominante a la que raras
voces hedonistas discordantes contestaron que la poesía no servía
para la instrucción. Pero será solo en el siglo XVIII que se
rechaza toda sumisión del arte a la moral: el arte no solo ya no
puede servir
a la moral, sino que no debe
hacerlo. Lo bello encuentra su justificación en sí mismo. Para
explicar esto se detiene Todorov en el Lacoonte
de Lessing y llama a esta nueva teoría, adoptada por los primeros
teóricos del romanticismo, “moderna”.
Tanto la
teoría clásica como el dogma moderno dejan sin embargo insatisfecho
a Todorov. Nos introduce entonces a Iris
Murdoch sugiriendo que el arte y la moral son una misma cosa, cuya
esencia en común es el amor. Para
producir una obra de arte, hay que aceptar el mundo, sostiene. Y
postula que el gran arte consiste en una evacuación del yo en cuyo
lugar se coloca el mundo que el artista ha descubierto. Lo que funda
el arte sería así “un respeto amante por otra realidad que la
propia”. Entendemos que ese habría sido el caso de Rembrandt y no
nos sorprende este interés de Todorov por Murdoch dado que la
cuestión de la comprensión y encuentro con el otro ha sido siempre
central a su pensamiento. El arte y lo bello no estarían así
separados de la moral: el artista alcanza un acto moral al
consagrarse al conocimiento de los otros, del mundo y su
representación. La gran obra testimoniaría ese esfuerzo y la
creación artística poseería así una dimensión moral intrínseca.
El privilegio de la obra de arte sería encarnar esta priorización
del mundo con una especial densidad, y la literatura sería el arte
más rico al estar su materia está hecha de palabras. Recibiría su
fuerza y no su debilidad del hecho de ser una representación,
presupondría -lograda- el amor del mundo.
Todorov ve
una diferencia muy grande entre una moral didáctica impuesta y la
inherente a la creación artística. Reducir la obra de arte a
dogmático ejemplo va en contra de la exigencia de verdad y sumisión
a lo real. La gran obra de arte sería aquella en la que la
ambigüedad restituye la complejidad al mundo. Igualmente, cree
Todorov que la sala donde enseñan los
partidarios del “instruir” corre el riesgo de quedar vacía. Por
otro lado, sabe que una “cultura de masas” sometida a las
exigencias del entretenimiento prescribe contenidos con el rating
más tiránicamente que las antiguas instancias morales, y que la
búsqueda del éxito reemplazó el peso de los ideales y valores.
Nos
recuerda asimismo que todos los relatos que evocan el mundo no
testimonian un deseo por comprenderlo mejor y representarlo en su
riqueza, que muchos de ellos narran que somos o los más fuertes o
las víctimas inocentes que merecen reparación, que los otros son el
mal que hay que despreciar y odiar. Pero también sabe que desde la
Ilíada
existe otra mirada que no divide así el mundo. Y al
plantear que una obra de arte constituye ella misma un acto moral, no
afirma tampoco que quien la ha creado sea un ser virtuoso. La
humanidad de los cuadros de Rembrandt no se encuentra en las
relaciones del pintor con sus amantes. Es la relación de su arte con
la verdad y el bien la que cree debe ser preocupación fundamental de
toda crítica de arte.
jueves, 19 de enero de 2017
Type of persons
"There is a type of person who searches, and there is a type who finds"
Lacan on desire (Sem 6. Jan 7, 59)
What's your type? I am definitely the first type...
Lacan on desire (Sem 6. Jan 7, 59)
What's your type? I am definitely the first type...
lunes, 9 de enero de 2017
Unsicherheit
Toda nuestra forma de vida está siendo profundamente afectada por los avances tecnológicos y comunicacionales, como facebook sin ir más lejos. Y entonces aparecen nuevas formas de pensar y sentir en una cultura de la instantaneidad, de la sensación, del impacto, de la urgencia. Y nadie parece estar en control de tantas y tamañas transformaciones. Lo que Bauman, que hoy se nos fue, llamaba “Unsicherheit”: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad, es también “precariedad”: el sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Hemos ganado libertad a costa de seguridad, nos recordaba Zygmunt. De allí en buena medida tu stress actual, tu ansiedad, tus miedos, tu pánico, tus pastillas.
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