Tengo preguntas sin respuestas.
Sufro, pero no desespero.
Sufrir tiene sus ventajas.
Amo la belleza de ese cielo.
Su silencio corta mi respiración.
Promesa de lucidez indiferente,
en paredes poco sólidas.
Ayer tuve una luna en ese cielo,
y me equivoqué de camino.
¿A dónde fue mi padre? ¿Qué hicieron con mi madre?
Hay un amor que nos separa del mundo.
Escribo para no decir cosas.
Hablo bajo,
porque hablo contra los dioses
y no quiero que me escuchen.
Mi moderación me excede.
Frente a vidas coloridas y violentas,
me excede.
No tengo idea,
No soy un filósofo.
Ni soy fiel a saber alguno.
Sacrificado sin mística,
he degradado mi vida.
Y la de otros.
Por eso ya no me esperan,
solo una estrella oculta me espera.
Lo digo con candor.
No miento, no me rindo, no traiciono.
Pero el dolor destruye mi mundo,
y no puedo reconciliarme con él.
Ni quiero.
Elijo respirar débilmente en la tormenta.
En lo injusto e incomprensible, soplo.
Sin ideas, soplo en el soplo.
Frente a esa piedra en medio del camino, soplo.
Y me detengo, casi sonriente, a contemplar sus límites, su tensión oculta.
Su primavera infértil.
Su hipócrita paz.
Siempre guardo algo roto.
Nunca amaré menos,
nunca me consolaré,
pues es dulzura
esa sombra sin aire,
esa luz,
que no termina de perderse
en mí.
Tengo la memoria de un cielo,
e imagino sus pasos en la arena
escribiendo el sueño de la luna llena.
2 comentarios:
Me encanta...La memoria de un cielo ..
Me gustó mucho Daniel. Gracias!!
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