“...enivrez-vous sans cesse! De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise.”
Charles Baudelaire
Estoy a punto de saltar de un puente. Siempre me gustaron los puentes. Pero ahora sé que no hay nada del otro lado. Hay eso: el otro lado, o sea este lado pero del otro lado. Como el otro lado de la luna. Entonces voy a saltar.
He vivido en seis países y en muchas más ciudades. Me he mudado más de cincuenta veces. Y tengo que mudarme una vez más. Ya. Y aún no sé dónde. Toda mi vida fue la búsqueda de un lugar que no encuentro. Tal vez ese lugar no exista. Tal vez ya no exista. Y su gente tampoco.
He vivido demasiado bien y demasiado mal. He comido en los mejores restaurantes del mundo y en casas cuyos techos se derrumbaban con los trabajadores del río, en el monte tucumano y en hogares somalíes, en comedores matanceros y sofisticados “restó” de New York o Vancouver.
Soy un Yale Ph.D. que ha enseñado más de 80 cursos distintos y dictado más de 50 conferencias de tópicos diferentes, que habla muchas lenguas solo en un humilde departamento alquilado de 2 ambientes en el conurbano, que se cae a pedazos. Me extrañaría no ser el único.
Estoy despojándome de la mayor parte de mis libros, lo único materialmente valioso que tengo. Pero eso significa que todavía me quedaré con demasiados.
Muchas veces elegí mal...¡Y es que elegí tantas veces!
Mi madre un día me bautizó como “el gran renunciador”, ya que me la he pasado dejando trabajos que me decepcionaban. Me sorprende no haber dejado hace tiempo el que tengo ahora...debo estar envejeciendo.
Tengo muchos libros que no he escrito pero que no he dejado de pensar y garabatear en cientos de artículos y notas. He sido una persona muy improductiva. He perdido tantas oportunidades, he estado en tantos lugares incluso donde no viví.
Igual sigo cantando, siempre cantando. Con mi vieja guitarra comprada en un “tag sale” de New Haven hace 25 años. En esta Navidad, por ejemplo, cantaré en un evento para más de 300 personas de 85 países distintos del mundo vía zoom. Todo desde mi humilde y resquebrajado 2 ambientes rentado en Ramos Mejía, ciudad que -como la Argentina- hace rato que no es lo que era.
Recuerdo pocos momentos en mi vida donde tuve las cosas claras. La incertidumbre ha sido mi más fiel compañera. Y hoy, solito y solo, con todos los miedos del mundo, con mis fracasos a cuestas, tengo que saltar. Ya no renuncio. Ahora salto. Sin herencia alguna, salto.
Sin abogados, sin doctores, sin inmobiliarias, sin coche, sin mujer, sin propiedades, sin perspectivas, sin paracaídas, salto. Primero como solo y después salto. En estos meses he aprendido a hacer platos exquisitos. Me preparo uno, lo degluto y luego salto. Me vuelvo poeta lezamalimiano y salto. Je pense, donc je saute.
Ojalá estés allá abajo, esperándome, para eso que todavía -no sin cierto impudor- llaman fiestas.
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