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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

lunes, 16 de septiembre de 2024

After tragedies

 


“After tragedies, one has to invent a new world, knit it or embroider, make it up. It’s not gonna be given to you because you deserve it; it doesn’t work that way. You have to imagine something that doesn’t exist and dig a cave into the future and demand space. It’s a territorial hope affair. At the time, that digging is utopian, but in the future, it will become your reality.” — Björk

La lógica y la ética



 La lógica y la ética son fundamentalmente la misma cosa: el deber hacia uno mismo

Otto Weininger, Sexo y Carácter

(citado por Claudio Martyniuk en Solipsismo. memoria, soledad y melancolía). 

viernes, 13 de septiembre de 2024

El "derrotista"


...El que exponía una duda, entorpecía su actividad política; al que les daba una advertencia, lo escarnecían llamándolo pesimista; al que estaba en contra de la guerra, que ellos mismos no sufrían, lo tachaban de traidor. Era la pandilla de siempre, eterna a lo largo de los tiempos, que llamaba cobardes a los prudentes, débiles a los humanitarios, para luego no saber qué hacer, desconcertada, en la hora de la catástrofe que ella misma irreflexivamente había provocado. Era la misma pandilla que se había burlado de Casandra en Troya y de Jeremías en Jerusalén; yo nunca había comprendido tan bien la tragedia y la grandeza de estos personajes como en aquellas horas, demasiado parecidas a las que vivieron ellos. Desde el principio no creí en la victoria y una sola cosa sabía con seguridad: que aunque se consiguiera a costa de inmensos sacrificios, nunca justificaría las víctimas. Pero siempre me quedaba solo entre los amigos cuando hacía tales advertencias, y los confusos alaridos de victoria antes del primer disparo y el reparto del botín antes de la primera batalla a menudo me hicieron dudar de si no era yo el loco en medio de tantos cuerdos o, mejor dicho, el único espantosamente despierto en medio de su embriaguez. Así, pues, me resultó bastante natural describir de forma dramática la situación singular y trágica del «derrotista» (palabra que se había inventado para imputar la voluntad de derrota a los que se afanaban por llegar a un entendimiento). Escogí como símbolo a la figura de Jeremías, el profeta que predicaba en vano. Pero no me interesaba en absoluto escribir una obra «pacifista», poner en verso una verdad tan de Perogrullo como que la paz es mejor que la guerra, sino que quería describir otro hecho: quien en tiempos de entusiasmo es menospreciado por débil y pusilánime, en el momento de la derrota suele demostrar ser el único que no sólo la soporta, sino que también la domina. Desde mi primera pieza, Tersites, nunca me había dejado de preocupar el problema de la superioridad anímica del vencido. Siempre me ha fascinado la idea de mostrar el endurecimiento interior que en el hombre provoca cualquier forma de poder y el entumecimiento del alma que la victoria produce en pueblos enteros, para luego contrastarlos con el poder de la derrota, que agita al alma e imprime en ella profundos y dolorosos surcos. En medio de la guerra, mientras los demás se demostraban mutuamente la infalible victoria con prematuros gritos de triunfo, yo me precipité al más profundo abismo de la catástrofe y allí busqué la ascensión...

Fragmento extraído de Stefan Zweig, El mundo de ayer

lunes, 9 de septiembre de 2024

La mariposa y la guitarra

 


La mariposa y la guitarra


Crepuscular, aún pena una guitarra.

Vagabunda,

ha perdido la historia.


Solo en la fantasía rejuvenece,

y entonces titubean sus notas

como modo de existencia


sin hogar ni destino,

sin saber a dónde las lleva

su negra boca.


Hoy una frágil mariposa se posó en su puente,

y el tiempo del horror se aceleró.

(por lo que no puede ni debe pensar, algo que le gustaba mucho hacer).


El insecto busca un hogar,

para sus libros y su madre.

Y esa boca es tentadora.


Pero extranjero,

de casas quijotescas y volantes,

lleva en sus alas la belleza de un mundo que,

transformado,

ya no lo quiere.


Así lo chupará,

sin asco alguno,

ese agujero negro.


Daniel Scarfo

viernes, 6 de septiembre de 2024

Todos vosotros me matáis las cosas

Ich fürchte mich so vor der Menschen Wort.
Sie sprechen alles so deutlich aus:
Und dieses heißt Hund und jenes heißt Haus,
und hier ist Beginn und das Ende ist dort.
(...)
Ich will immer warnen un wehren: Bleibt fern.
Die Dinge singen hör ich so gern.
Ihr rührt sie an: sie sind starr und stumm.
Ihr bringt mir alle die Dinge um.
Me aterra la palabra de los hombres.
¡Lo saben expresar todo tan claro!
Y esto se llama perro, y eso, casa,
y el principio está aquí, y allí está el fin.
(...)
Siempre he de avisar: No os acerquéis.
Me encanta oír las cosas como cantan.
Las tocáis: y ellas están quietas y mudas.
Todos vosotros me matáis las cosas.
Rainer Maria Rilke, Poesías juveniles.

martes, 3 de septiembre de 2024

Savez-vous comment on fait son chemin ici?

 Savez-vous comment on fait son chemin ici? Par l'éclat du genie ou par l'adresse de la corruption. Il faut entrer dans cette masse d'hommes comme un boulet de canon ou s'y glisser comme une peste. L'honnêteté ne sert à rien. L'on plie sous le pouvoir du génie, on le hait, on tâche de le calomnier, parce qu'il prend sans partager; mais (...) la corruption est un force, le talent est rare. Ainsi, la corruption est l'arme de la médiocrité qui abonde.

¿Sabe cómo se abre uno camino aquí? O por el resplandor de la genialidad o por la maña en la corrupción. Hay que penetrar en esa masa de hombres como una bala de cañon o escurrirse dentro como una peste. La honradez no vale de nada. Nos doblegamos ante el poder de la genialidad, la aborrecemos, intentamos calumniarla porque toma sin compartir; pero (...) la corrupción abunda, el talento escasea. Por lo tanto, la corrupción es el arma de la mediocridad, que abunda.
Balzac, Le père Goriot (Papá Goriot)
(Foto Cordon Press)