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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
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viernes, 19 de mayo de 2017
Louis Germain y Camus
Un maestro a la antigua, Louis Germain, a la vez sustituto del padre y del sacerdote se fija en él y le hace estudiar fuera del horario escolar. Contra el deseo de la abuela, le consigue una beca. No será obrero-tonelero en el barrio. Irá al Liceo. Camus convertirá además a Louis Germain en un protagonista de La Peste y le dedicará su discurso de Premio Nobel.
martes, 16 de mayo de 2017
Nuestro PBI
"Nuestro PBI tiene en cuenta, en sus cálculos, la contaminación atmosférica, la publicidad del tabaco y las ambulancias que van a recoger a los heridos de nuestras autopistas. Registra los costos de los sistemas de seguridad que instalamos para proteger nuestros hogares y las cárceles en las que encerramos al los que logran irrumpir en ellos. Conlleva la destrucción de nuestros bosques de secuoyas y su sustitución por urbanizaciones caóticas y descontroladas. Incluye la producción de napalm, armas nucleares y vehículos blindados que utiliza nuestra policía antidisturbios para reprimir los estallidos de descontento urbano. Recoge (...) los programas de televión que ensalzan la violencia con el fin de vender juguetes a los niños. En cambio, el PBI no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra poesía ni la solidez de nuestros matrimonios. No se preocupa de evaluar la calidad de nuestros debates políticos ni la integridad de nuestros representantes. No toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura. Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a nuestro país. En una palabra: el PBI lo mide todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida."
Robert Kennedy, 18 de marzo de 1968.
Murió asesinado pocas semanas después de publicar esta diatriba y de haber declarado su intención de restituir la importancia de lo que hace que la vida merezca la pena. Cuarenta y cuatro años después hay pocas muestras de que su mensaje haya sido escuchado, comprendido, aceptado o recordado...
Robert Kennedy, 18 de marzo de 1968.
Murió asesinado pocas semanas después de publicar esta diatriba y de haber declarado su intención de restituir la importancia de lo que hace que la vida merezca la pena. Cuarenta y cuatro años después hay pocas muestras de que su mensaje haya sido escuchado, comprendido, aceptado o recordado...
viernes, 12 de mayo de 2017
Yo no marcho
El mercantil, espantoso y éticamente repudiable 2 x 1. Es, sin embargo, fácil y sospechoso pensar igual que todos y quedarse con la conciencia tranquila. Más bien es casi no pensar. Así funciona con frecuencia una sociedad, con el viejo chivo expiatorio y la vieja manipulación política en juego. Somos una sociedad ignorante y desdeñosa de la ley y de nuestra historia, de quienes votaron igual o peor, quienes indultaron y hoy se rasgan las vestiduras y marchan. Y predican. A mí me escandaliza tanta hipocresía, las leyes y morales de ocasión y conveniencia. Yo no marché. La marcha es no sin frecuencia un vórtice en el que el torbellino de la argentinidad fácilmente se precipita, el batallón social perdido al compás del redoble del tambor de nuestras cobardías, nuestro refugio moral social y nuestra cretinización masiva. El viejo dilema entre civilización o barbarie sigue estructurando nuestros pasos. Esta es una sociedad a la que le sobran marchas por la justicia y le faltan actos justos en su vida cotidiana. Yo no marcho. Prefiero rebelarme a ese mandato social y caminar, aunque me encuentre con una piedra en el medio de ese camino, como la de Drummond. Nunca me olvidaré de ese acontecimiento en la vida de mis retinas tan fatigadas. Ni de que tengo que ser justo con esa piedra y su historia.
Los justos
Como bellamente retratara Borges en este poema, son otras las personas que están salvando el mundo. La justicia no está solamente en las cortes y los tribunales, no es patrimonio de abogados o jueces. No es tampoco propiedad de ninguna actividad política o militante. Es, sobre todo, el ejercicio diario, responsable, bondadoso y profundo, de una manera más digna de estar en el mundo, de salvarlo y de salvarnos del desierto.
Los justos
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges
Los justos
Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges
domingo, 7 de mayo de 2017
Viaje a la semilla
Pensaba en los misterios de la letra escrita, en esas hebras negras que se enlazan y desenlazan sobre anchas hojas afiligranadas de balanzas, enlazando y desenlazando compromisos, juramentos, alianzas, testimonios, declaraciones, apellidos, títulos, fechas, tierras, árboles y piedras; maraña de hilos, sacada del tintero, en que se enredaban las piernas del hombre, vedándole caminos desestimados por la Ley; cordón al cuello, que apretaban su sordina al percibir el sonido temible de las palabras en libertad. Su firma lo había traicionado, yendo a complicarse en nudo y enredos de legajos. Atado por ella, el hombre de carne se hacía hombre de papel
A. Carpentier, "Viaje a la semilla".
A. Carpentier, "Viaje a la semilla".
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