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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

viernes, 12 de mayo de 2017

Yo no marcho

El mercantil, espantoso y éticamente repudiable 2 x 1. Es, sin embargo, fácil y sospechoso pensar igual que todos y quedarse con la conciencia tranquila. Más bien es casi no pensar. Así funciona con frecuencia una sociedad, con el viejo chivo expiatorio y la vieja manipulación política en juego. Somos una sociedad ignorante y desdeñosa de la ley y de nuestra historia, de quienes votaron igual o peor, quienes indultaron y hoy se rasgan las vestiduras y marchan. Y predican. A mí me escandaliza tanta hipocresía, las leyes y morales de ocasión y conveniencia. Yo no marché. La marcha es no sin frecuencia un vórtice en el que el torbellino de la argentinidad fácilmente se precipita, el batallón social perdido al compás del redoble del tambor de nuestras cobardías, nuestro refugio moral social y nuestra cretinización masiva. El viejo dilema entre civilización o barbarie sigue estructurando nuestros pasos. Esta es una sociedad a la que le sobran marchas por la justicia y le faltan actos justos en su vida cotidiana. Yo no marcho. Prefiero rebelarme a ese mandato social y caminar, aunque me encuentre con una piedra en el medio de ese camino, como la de Drummond. Nunca me olvidaré de ese acontecimiento en la vida de mis retinas tan fatigadas. Ni de que tengo que ser justo con esa piedra y su historia.

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