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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 21 de agosto de 2022

La erosión de las pasiones

 https://www.clarin.com/opinion/erosion-pasiones_0_1pNnOZdOvZ.html


En la perspectiva homérica, las pasiones eran la apertura humana al impulso de los dioses. Pero desde entonces mucha agua ha pasado bajo el puente y buena parte de las mismas han acabado consagrándose en una modalidad consumista propia de la sociedad de mercado.

Las nuevas pasiones se comercializan, el amor y la ira han sido reducidos a sexo y violencia y la agresividad competitiva se ha valorizado. En este marco hay que repensar cómo actúa la cultura a través de la pasión, qué ocurre con nuestra capacidad de ser afectados, con la posibilidad de que algo nos duela o nos entusiasme.

Porque si bien nos hallamos tocados por esta deriva de las pasiones, no nos encontramos completamente congelados por el frío del mundo o sumidos en un vacío. Si las pasiones se han enfriado y mercantilizado, resurgen a veces con una violencia radical, tanto en nuestros cuerpos como exteriorizada.

Privados de historia y de diálogo con las pasiones públicas, las pasiones íntimas se aproximan a las fronteras de la locura. Esta erosión de las pasiones en la vida pública desemboca en la metamorfosis del ciudadano en empresario o víctima del mismo (o de su propia incapacidad de convertirse en empresario, aún de sí mismo).

¿Cómo comprender este desprecio de las pasiones íntimas y desdén hacia las violencias que las acompañan al punto de explotar como sobredosis y llevar a muertes inevitables? Menos física, la violencia resulta más secreta, escondida en la mente y en el cuerpo. Más física que nunca, la violencia también perdura. La violencia es siempre física, pero se desliza bajo la piel e invade la mente de donde surge con toda la violencia de un cuerpo que muere ante nosotros bajo una cámara.

Como no podemos hablar de nuestras pasiones ocultas ni contar sus pequeñas historias, temerosos de los peligros sociales y las pandemias que amenazan en cada cercanía, proyectamos sobre la pantalla las violencias salvajes y arcaicas de las que incluso podemos creernos curados.

Hay que remontar el curso de las pasiones. Si las pasiones no se dicen como ayer, cuando aparecen nuevas formas de violencia privada y pública hay que auscultarlas sin demora. Más que rendirse ante el inevitable dolor personal, la política debería escuchar los malestares ocultos en las mentes y los cuerpos para generarles una historia.

La descomposición de la vida pública y el clima de victimización dominante afectan y trastocan la figura política tradicional de la ciudadanía. El futuro de nuestra democracia pasa por una exigencia política sin la cual las pequeñas y grandes pasiones cotidianas serán cada vez más difíciles de soportar.

¿Cómo reencontrar el sentido de la historia, una capacidad de orientación sin matar los miedos que nos invaden? Solo otorgando una visibilidad a esas pasiones, solo encontrando un diálogo entre las pasiones privadas y públicas.

Es tarea de la política -en su acepción más amplia- traducir las pasiones que nos atraviesan, darles una expresión que permita bordear los precipicios hacia los cuales las mismas se deslizan. ¿Está la política argentina a la altura de semejante tarea? Creo que es probable que ni siquiera se haya hecho la pregunta.

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