Uno ya no sabe que pensar
Si pensar es dominar una presencia imposible en un discurso que discrimina y conecta al nombrar (Ricoeur) ¿cómo pensar la Argentina? ¿Podemos escuchar nuestros pensamientos, el agujero negro de nuestros pensamientos? ¿Cómo enfrentamos en un congreso la vida y el pensamiento? Nuestras vidas argentinas ofrecen y ofrecerán pensamientos rotos, ritmos incoherentes, restos de explosiones, erupciones, terribles tempestades alucinatorias, colapsos del intelecto, combustiones de desilusionados hechiceros, tensiones, excesos, desbordados fracasos. ¿En qué lengua pensamos esos pensamientos, esa lengua que no habla, que no conocemos y que nos justifica? ¿Cómo pensar sin quebrarse?
En La invención de Morel Bioy Casares escribe: "Este pensamiento es un vicio: lo escribo para fijarle límites, para ver que no tiene encanto, para dejarlo." Tal vez pensemos mucho, pensemos para dejar de pensar, pensemos para contenernos.
¿Qué hacer con el pedante y desatinado pensamiento argentino, con nuestro lenguaje? ¿Cómo pensar nuestra idiotez, nuestros ocultistas, magos e iniciados que hablan de una historia secreta paralela a la historia “real” que conocemos y registramos? Todas las formas del pensamiento que pretenden resolver la oposición entre el pensamiento argentino y nuestra realidad deben ser enjuiciadas.
Transitamos hacia nuevos pensamientos que afectarán la terminología heredada. Los nervios actúan sobre el intelecto. El intelecto solo nos concierne en forma parcial. Hay una línea más allá de la cual no puede pensarse un discurso lógico. Por eso el pensamiento alegórico hace su cosecha entre basuras que quedaron atrás.
¿Hay futuro para el pensamiento argentino? ¿Dónde está ese futuro? Según Jaime Rest, en Borges volverían a reunirse los dos silencios que han recorrido la marcha del pensamiento moderno. De un lado el silencio nominal, la ineptitud del lenguaje para introducirse en la realidad; del otro, el místico, la inefabilidad que se desprende del trato con Aquello que “es lo que es”. En Borges prevalecería el homo ludens, consciente de que el camino esta cerrado pero dispuesto a refugiarse en los atajos del pensamiento, ilusorios y fascinantes (Rest, LU 75). Borges le habría dicho a Milleret:
quiere hacerse de mi un filósofo y un pensador; pero es cierto que repudio todo pensamiento sistemático porque siempre tiende a trampear (Rest 30)
La obra de Borges constituye un llamado de atención sobre la descomposición de ese pensamiento. Opone Spinoza (encerrado en la seguridad de su mente) a Pascal (perdido en el universo). Errancia del pensar y del conocer en la Argentina, cuando aparecen millones de pensamientos y sus asociaciones que no pueden juntarse ni conservarse, cuando entonces no comprendemos, no podemos pensar la realidad. No es útil pensar demasiado cuando la complejidad de las cosas es infinita.
Vence quien piensa solo lo que precisa para vencer (Pessoa, LD). Ni un segundo más.
Odio los pensamientos definidos. Hay pensamientos que no pueden vivir y que si pudieran nos traerían lo que buscamos. Nuestro pensar argentino lo embarra todo, es decir, nuestro pensamiento, enfermo, se vuelve acción. El que piensa ve oscuridad y vanidad.
Cuando se oye, no se escucha, se está pensando en otra cosa. O pensamos de más o no podemos pensar y actuamos. ¿Como pensar la Argentina, obra inacabada, con un lenguaje de la muerte?
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