La sabiduría aumenta gracias a la rivalidad de los escribas. El Talmud
Existe alguna posibilidad de que el tan mentado "progreso científico" no sea tal y de que el desarrollo del conocimiento científico posea límites de imposible superación?
Para Popper, podemos hablar de la realización de una evolución positiva en la ciencia, ya que poseeríamos un criterio de progreso que nos permitiría decidir si una teoría es o no superior a las dominantes en un momento dado. La posesión de ese criterio sería lo que nos posibilitaría hablar de progreso en la ciencia en base a una elección racional de cada teoría: la llamada testabilidad de las teorías científicas. Así, las teorías de Galileo y Kepler habrían sido "perfeccionadas" por la teoría de Newton, y las de Fresnel y Faraday por la de Maxwell, y las teorías de Newton y Maxwell por la de Einstein que poseería mayor y mejor información sobre la realidad. De esta manera, al observar el progreso del conocimiento científico, muchos sostuvieron que podíamos acercarnos cada vez más a la verdad y que en realidad eso era lo que hacíamos.
La forma en que este progreso se materializaría estaría dada a través de la formulación de conjeturas y la posibilidad de refutación de las diversas hipótesis o teorías. Así es que los resultados científicos sólo son, desde esta perspectiva, "relativos" en tanto provienen o forman parte de una parte del desarrollo científico que puede ser superada. Por eso en este esquema la verdad no es "relativa", sino que constituye una meta a alcanzar.
La crítica permanente en los diversos campos de la expresión humana (filosofía, arte, literatura, costumbres) equivale a una puesta entre paréntesis de la noción de progreso en estos campos. La única empresa que se animó a adoptar un criterio de progreso (como mencionamos antes) fue la ciencia. Hasta no hace muchos años, progreso y avance del conocimiento científico fueron sinónimos. A partir de la postura sobre el tema del progreso de la ciencia del historiador Thomas S. Kuhn, este tópico es fuertemente debatido.
Kuhn sostiene qeu no en todo momento podemos hablar de progreso en la ciencia ya que en la ciencia se producen revoluciones caracterizadas por el cambio de paradigma o modelo científico que hasta entonces era aceptado. Los paradigmas son, para Kuhn, inconmensurables: las teorías pertenecientes a un paradigma no son traducibles en términos de las teorías que constituyen el paradigma surgiente: cada revolución científica constituye un cambio total en la percepción de lo real. Por ello es que Kuhn no acepta que pueda explicarse la física newtoniana denro del paradigma einsteiniano. Esta concepción choca con la ideología popperiana del progreso.
Habría un sentido en el que la ciencia normal progresaría: su capacidad para resolver problemas: "Las últimas teorías científicas son mejores que las primeras para resolver problemas en los medios a menudo completamente diferentes en los que se aplican. Esta no es una postura relativista y expone el sentido en el que soy un convencido creyente en el progreso científico". Pero a su vez niega Kuhn la existencia de alguna dirección fija hacia la cual la ciencia se encamine, negando el progreso de ésta hacia la verdad.
La ideología del progreso, ligada al progerso tecnológico emergente en la modernidad, tuvo su mayor desarrollo en las postrimerías del siglo XIX, postulando la linealidad de la historia que allí culminaba, en su última etapa que por entonces comenzaba a surgir. Con el advenimiento de la filosofía de la ciencia post-popperiana y post-naturalista (Brown, 1977; Thomas, 1979; Feyerabend, 1984), hasta la ciencia comienza a tambalearse bajo la erosión de la historia, la subjetividad, el inconsciente, los intereses, la política y otras intoxicaciones por el estilo.
La puesta en entredicho de la ciencia como medida última del progreso y de la racionalidad pasa por el cuestionamiento de su horizonte de legitimación último: a saber, el supuesto de que la metodología de la ciencia garantizaría en forma inexorable y terminante el acceso al conocimiento y la transformación de lo real.
En este contexto, se podría sostener que las investigaciones científicas que contribuyen a la construcción de arsenales nucleares únicamente, no constituyen ningún tipo de progreso (pues se limita la noción de progreso al progreso tecnológico).
Toulmin y Hansen nos recordaron la importancia de las discontinuidades a través de las cuales los científicos observan los fenómenos de manera diferente: "Las marcas sobre el papel que se veían antes como un pájaro se ven ahora como un antílope, o viceversa". Cabría preguntarse también si el fenómeno observado es el mismo en los diferentes casos. "Todo fluye", también las percepciones sociales y, por lo tanto, los objetos recreados y modificados por ellas, entrando así en una cadena de dibujos y desdibujos de "lo real". Por lo tanto, como en la física cuántica, los fenómenos observados son y no son los mismos.
Si nuestras posibilidades de conocimiento están limitadas por nuestra lengua, cultura y biología,y además por el hecho de que para "conocer" debemos modelar, dibujar y crear la realidad, y nunca sabemos definitivamente qué criterios usamos para clasificar los "objetos" de la "realidad", y si entonces la ciencia sólo recrea ficciones para concectarse con un "mundo exterior", si todo ello implica la existencia de nuevos mitos y racionalizaciones diferentes, no estaría mal aceptar la tesis de Gregory Bateson según la cual existe una relación íntima y mítica entre todas las cosas: la pauta que conecta.
La racionalidad de la ilustración se convierte solamente en un código epistémico más, no garantiza por sí sola ni la "adultez del Hombre" (Kant) ni su emancipación vislumbrada en el racionalismo marxiano (que analiza el conflicto como un mal de la evolución de la historia y no como algo ligado a la esencia humana: un producto a eliminar) y no marxiano (las teorías del Contrato que analizan al conflicto como un mal inherente al estado de naturaleza hobbesiano del que se sale obedeciendo "incondicionalmente" a un soberano).
Kant sostenía que lo que no teníamos derecho de afirmar teóricamente debíamos por lo menos admitirlo como real en función del interés práctico. Este concepto de "razón práctica" llevó en sí a la aceptación de muchos dogmatismos y fanatismos de diferente cuño de los religiosos, pero iguales en su ceguera. La razón, al no poder fundarse en sí misma, se justificará como una nueva profesión de fe. Y el "progreso" tan remanido será su principal acompañante.
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