Allí está, quieto, adormecido, haciendo el tambo como todas las madrugadas.
Allí está, cargando el tarro como puede y dejando al gato lamer la leche derramada.
Ata al ternero luego, para que aprenda de chico a tomar las sobras de lo que el patrón manda.
Mira el campo, se acerca a la bomba, se lava, se alisa el pelo con las manitas ajadas y, antes de ponerse el guardapolvo, se las calienta en el brasero recién encendido por la mama.
No toma nada, no tiene tiempo, quiere salvarse del reto diario por la llegada tarde.
Mientras corre entre los almácigos seguido por los perros, escucha las campanadas.
Se para...piensa que no lo van a comprender...y se vuelve a las casas.
Margot, 1984
(Escrito por mi madre cuando era directora de la Escuela 144 en el Barrio La Foresta, Km. 36,800, González Catán)
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