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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

martes, 1 de diciembre de 1992

Coleridge. Biografía Literaria

Un hombre que nos habla sobre la naturaleza de la dicción poética y el carácter poético del poeta. Se pregunta si los pensamientos mismos no exigen un grado de atención inadecuado a la natrualeza y objeto de la poesía. Problemas: el exceso de adornos y la dicción afectada y complicada. Coleridge nos cuenta su propio proceso de aprendizaje y de cómo comprendió de joven y aceptó la superioridad de un estilo más natural y austero, la viril simplicidad del griego y de los antiguos poetas. La verdad y la sencillez son hermanas. Shakespeare y Milton son también aquí los modelos. En ellos, poetas auténticamente grandes, hay una razón para cada palabra y para la colocación de cada palabra a la vez que la filosofía (especialmente la metafísica) se sobrepone a la historia.

La literatura debe ser tierna y viril, digna y armoniosa. El poeta debe recoger cosechas en vez de cavar minas. El amor a la naturaleza y el sentido de la belleza de las formas y los sonidos son fuentes de sabiduría poética. 

Para Coleridge ninguna autoridad vale frente a la verdad, la naturaleza, la lógica y las leyes de la gramática universal. Se trata de una poesía esencial. Todo verso traducible estaría para Coleridge viciado en su dicción. No se pueden alterar palabras o posiciones en la poesía esencial, en el puro y auténtico inglés materno. La dicción debe ser casta y viril, deben combinarse los pensamientos naturales y la dicción natural, reconciliar el corazón con la cabeza. Las dicciones floridas y elaboradas son, por otra parte, de inferior valía.

El vigor y la aspereza de la gran poesía debe hacernos pensar en el mundo vegetal "cuyas magnificas flores salen de duras y espinosas cortezas y cáscaras en las cuales se estaba elaborando el fruto". La novedad y la multiplicidad de imágenes de este mundo nos exigen un grado de atención mayor. 

Niebla, torrentes, murmullo profundo, seno de la tormenta, forma gigante del águila vestida de fuego; los picos coronados de bosques que sobre el lago se reclinan; los alpes, cien ríos se despliegan, tras las aspas el campesino pugna por resguardarse, arde como un dilatado sol, montañas ardientes como carbón en llamas: la naturaleza que todo lo invade y trasciende.

No debe haber signos de pensamiento reseco, ni dicción forzada, ni exceso o turbulencia de imágenes. La reflexión viril y el trato social pueden darle al poeta la variedad y el interés en los objetos naturales. Las raras oscuridades son producto de un control imperfecto sobre los recursos de la lengua materna que desembocan en la frase ilógica y arbitraria propia de la técnica de la poesía ordinaria. Hay que descender a las frases de la vida común. Unir sentimientos profundos a pensamientos hondos. El mundo de la poesía ideal tiene una altura atmosférica, la chispa y la gota del rocío. Contemplar lo antiguo con sentimientos tan frescos como si todo acabara de nacer caracteriza la mente que percibe el acertijo que es el mundo y puede contribuir a resolverlo, el poeta romántio que conserva los sentimientos de la infancia al llegar a la madurez poderosa.

Las verdades más terribles y misteriosas son consideradas tan ciertas para Coleridge que a veces pierden su eficacia yaciendo en el alma. Admirar por principio es la única forma de imitar sin perder originalidad. Investigar el principio seminal para cosechar: metáforas campestres. 

La imaginación sobre la fantasía. La imaginación puede ser primaria o secundaria. La imaginación primaria es el poder vital y principal agente de toda percepción humana, una repetición en la mente finita del acto eterno de creación en el Yo soy infinito. La imaginación secundaria es como un eco de la precedente, distinta en cuanto al grado y modo de funcionamiento, pugna por idealizar y unificar.

Coleridge nos muestra cuáles son las cualidades del poema que pueden ser estimadas como promesas y síntomas específicos de la fuerza poética:

1. La dulzura de la versificación. El hombre que no tiene música en su alma no podrá nunca ser un verdadero poeta. Tanto imágenes (incluso tomadas de la naturaleza, y mucho más si son trasplantadas de libros de viajes o de historia natural), como incidentes emocionantes, sentimientos personales o familiares interesantes. El sentido de la riqueza del sonido es un don de la imaginación como lo es el poder reducir lo múltiple a la unidad, y de modificar una serie de pensamientos por otro sentimiento predominante. Y estos dones pueden ser cultivados o mejorados, pero no aprendidos.

2. La capacidad de elegir temas lejanos a los intereses privados y a las circunstancias del escritor. Moverse sólo por esa placentera excitación que resulta del enérgico fervor de su propio espíritu en el acto de exponer tan vivamente lo que con tanta precisión y profundidad contempla. 

3. Las imágenes no son características del gran poeta sino modificadas por una pasión predominante, o como reductoras de lo múltiple a la unidad.

4. Profundidad y energía del pensamiento. Ningún ser humano ha sido nunca un gran poeta sin ser al mismo tiempo un profundo filósofo. Pues la poesía es la flor y fragancia de todo conocimiento humano, de los pensamientos, pasiones, emociones y lenguaje humanos.

En el ser de Milton adquieren nueva forma todas las cosas y modos de acción, mientras que Shakespeare deviene todas las cosas siendo sin embargo siempre él mismo. Lo uno y lo múltiple.

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