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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

jueves, 11 de febrero de 1993

Temor y Temblor: Agotamiento y silencio en Gogol

 

            San Petersburgo, ciudad capital del imperio ruso, es el reducto donde transcurren estos cuentos de Gogol, "La nariz" y "El capote". El artificio de llevar las cosas hasta el absurdo o a ilógicas combinatorias de palabras se encuentra con frecuencia en su escritura. He leído que su género es el skaz. Su artificio principal reside en no darle detalles al lector, navegar en una narración de incertidumbre: "algún tipo de", "desafortunadamente muy poco se sabe", "nada se sabe", "no recuerdo", son muy comunes en dicha estrategia.

            Cualquier personaje con importancia en las historias de Gogol pertenece a una jerarquía burocrática; esta jerarquía es el origen de lo que realmente importa. El centro de la vida de Akakiy es hueco. En el mundo de la oficialidad rusa, las cosas no son lo que parecen ser, solo parecen ser, y más allá de esa fachada no hay realidad humana.  Las relaciones burocrático-laborales lo permean todo. Más allá de su trabajo, su vida no tiene sentido.

             En el mundo de Gogol no hay a donde ir, ni armas con que confrontar la desilusión salvo la ilusión. De esta situación parte su grotesco. En la obra de gogol el grotesco tiene un origen ontológico, inherente al ser de sus personajes, al ser de la ciudad. Las entidades vaciadas de sus sentidos se vuelven grotescas. De allí que no haya significados escondidos para revelar.

         En un departamento, un funcionario. No importa quien entrega la labor. Cogerla y escribirla. Estar debajo de la ventana en el momento en que de ella arrojarán una lata. No saborear, comer con moscas. Las cucarachas, lo "real", que no se ven por la humareda, la simulación. Akakiy se expresaba con palabras sin significado: "esto, en efecto, absolutamente", para despues callar imaginando haber expresado todo. El deshollinador le mancha el hombro, los escombros de las casas en construcción se le caen encima. Nada nota.

            Pero la duda y la indecisión desaparecen ante la idea del futuro capote, sólo en su mente, por breves instantes, ya que en breve vuelve a encontrarse sin saber qué responder ni como defenderse. Y entonces no escribe esa noche. Confusamente, le sorprenden los ruidos. Se descompone. No sabe donde colocar sus manos, sus pies, su ser. Sale en silencio del salón y el capote estaba en el suelo. En su derredor solo se ve el mar.

            La imitación del superior, la irritación. Ahora añade más que nunca las partículas innecesarias. Akakiy temblaba. Desapareció, un ser para quien nadie tuvo afecto y a quien nadie interesó.

            Akakiy es caca. Su ciudad, su gente es caca. Un mundo pequeño de experiencias triviales. Y por no querer aprender a leer le roban el capote, por no querer mirar los contrastes. Akakiy renace cuando muere. Hay que aprender a morir.

            Se pierde el apellido. Se pierde el capote. Se pierde la nariz. Hay muecas significativas en ambos cuentos. La pregunta por el "Qué hacías allí?" se halla en ambos relatos: el control panóptico. Las sombras, el desconocimiento, en ambos. Cómo dirigirse a las personas?, en ambos. Las narraciones están llenas de huecos como el habla de sus personajes. Lo importante es tener parientes influyentes. Lo que se hace llamar Consejero de Estado es solo una nariz, una nariz para arriba, una mueca, una teatralizacion de si. A un hombre ordenado, es decir, con máscara, socializado, normal, no le arrancan la nariz. Y ante sus ojos. Debilidad. Las sombras de los sucesos. El narrador de la nariz termina hablando como el personaje del capote. Con imposibilidad de explicar, de reflexionar, de expresar, con agotamiento, temor y temblor.

            No comprensión, no compasión. La ciudad es el tema matricial, ciudad sin unidad ni comunidad, de esencia inaprensible (solo hay cuentos sobre ella). El terror de lo cómico y la comicidad del terror: lo grotesco. Deglutir. Personajes degradados que pierden las facciones, se vuelven nadie. La Alta personalidad tampoco sabe hablar. Imprecisión y confusión. Se va a la policía antes que al médico. Terror burocrático ruso. El amor al censor. El Estado inconsciente. Control foucaultiano. Gogol vidente? No importan las consecuencias sanitarias, importan las consecuencias políticas, la falta de nariz como desobediencia, disimilitud. Nariz, en ruso nos , invertida significa sueño.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias Profe. Guadalupe

Unknown dijo...

Gracias Profe. Guadalupe

Unknown dijo...

Gracias Profe.

Daniel Scarfò dijo...

De nada, Guadalupe!