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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

sábado, 12 de septiembre de 1992

Montaigne IV (final)

Montaigne parte de la aceptación de la deformación mediante la percepción pero, aparentemente, sólo en lo que llama "espíritus cultivados". Se desfigura la naturaleza, la verdad, cuando se la percibe con la historia. Esta visión, inevitable, preña de cultura las categorías con las que abordamos el mundo. Por lo tanto, los pueblos de América serían a-históricos, el sujeto kantiano por excelencia, la pureza del ojo. Pero, paradójicamente de nuevo, Montaigne se apoya insistentemente en las autoridades (sistemas perceptuales) europeas para defender el canibalismo. Nuestro amigo Montaigne se escapa de una visión eurocéntrica pero vuelve cuando le conviene a su argumentación. Sin duda no es una explicación monolítica. Montaigne tampoco es indigenista. Consigue analizar ciertos aspectos de su propia cultura desde el punto de vista de la otra (como en el caso del canibalismo, por ejemplo), pero hay una fascinación por el otro, lo extraño, lo diferente, que lo inhibe de considerar la otra cultrua en sus propios términos. Más bien lo hace en los términos imaginarios necesarios para la construcción de una utopía. En ese sentido, vuelve a ser eurocéntrico: lectura basada en la necesidad del pensameinto europeo de utopías. Relativismo cultural, ma non troppo e perche mi piacche.

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