Creyó ver cosas pero siempre hubo pantallas. Sabemos que la marginalidad y la burocracia lo usaron. Y me parece que ninguno de nosotros deploraría con suficiente intensidad su decadencia. Con el vacío hegemónico débil y frustrado le decían:
–Te estás engañando a vos mismo.
–Es posible que me esté engañando, pero aún así, sabiéndolo, me engaño–, replicaba.
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