No hay proyecto político en la Argentina que pueda darse el lujo de excluir los valores y expectativas de la clase media. Y ésta, aún cuando votara interesadamente a Cristina, huyó intempestivamente luego del conflicto con el campo y sus miradas se expresaron entonces en Cobos pero el domingo también en Solanas (que bebió muchos de los viejos votos de Carrió), Juez, Binner y Stolbizer, todos sectores que, a pesar de ser oposición, no pueden rápidamente o fácilmente identificarse como aquello que el gobierno denominó “la derecha”. No pareció atinado por ello pasar de considerar “enemigo” a Solanas el viernes para querer buscarlo como aliado el lunes. Ese puente debería haber sido construido antes de las elecciones. Este domingo no sólo triunfó la derecha con Reutemann, De Narváez y Michetti. También quedó en claro que otro proyecto distinto con base en la clase media siempre amenaza como una posiblilidad en la Argentina.
El gobierno dejó de escuchar a la sociedad y lo pagó caro. Se condenó a si mismo engrandeciendo a sus adversarios y condenando su capital político. Fue en función de un “modelo” que no fue muy bien comunicado a la población que olvidó lo que Alberdi llamaba “la república posible”. Tampoco pudo hacer lo suficiente para transformar la realidad socioeconómica ni para modificar el orden cultural. Algunos intelectuales, como Alberdi en el siglo XIX, esperaron producir una chispa de reciprocidad en aquellos en el poder. Pero el desconocimiento de la realidad siempre impidió construir sobre bases sólidas.
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