Era el fin de lo lejano. A Gamin ya no le interesaba realizarse profesionalmente (si alguna vez realmente le interesó) y lo único que vislumbraba ahora en su futuro era el color negro. Buscaba desperdicios detrás de los restaurantes. Y fue detrás de uno de ellos, en una de esas búsquedas de comida, que encontró en medio de un montículo de arena el broche de Tara.
–Has abrazado el conjunto de la Tierra?–, le preguntó entonces el Motú.
Hay elementos que si se dan muy temprano pueden significar un anuncio premonitorio, una frustración, un desencuentro, aún encontrando algo, como un broche en la arena, abrochándola, descontroladamente desencontrándola.
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