¿Qué puedes saber?
La que te queda es tocar el extremo de lo posible.
La experiencia es la única autoridad y ella misma impugna sus enunciados.
La alcanzarás yendo contra el proyecto que tengas de obtenerla.
Rebélate contra los apaciguamientos que éste te sugiere.
No tengas prórrogas.
Y tranquilízate, tampoco tendrás reposo.
Vive en éxtasis, poético, pletórico de carcajadas.
Sobrevive al duelo del amor.
Tu comunidad ha muerto y ya no podrás recobrar allí lo sagrado.
Deja que sea el viento el que escriba tu tiempo.
O la noche, donde somos todos iguales.
Imagina allí tu nuevo hogar.
Y encontrémonos en ese abrazo de tango y en su erotismo que nos anticipa esa certeza mortuoria.
No dejes que la angustia te despoje de tu inocencia y tu gloria.
Niégate a la servidumbre, aunque implique perderte y poner en juego tu vida y tu razón.
Renuncia a todo poder y dominio.
Rechaza todas las prisiones, rebélate.
Encarna en las efusiones de la danza, la poesía, el arte.
Sin respuesta, sin descanso.
Solo una impotencia infinita.
No te subordines a lo posible, no.
No te dejes desterrar de las estrellas, vientos y volcanes.
Que el conocimiento y sus ficciones no destruyan tu aventura.
Toma esa decisión.
Sacrifícate.
Cuestiona, interroga también infinitamente.
Con gracia.
No te arrastres.
No aplazes tu existencia.
Recupérate en la fiesta
Olvídate del proyecto y el cálculo. Impúgnalos.
Tu risa aclarará la oscuridad de la nada y llegarás a ella embriagado de vacío.
Sin la necia angustia, naciendo de ella.
Y entonces las miserias de los culpables te harán reír como una brisa en tus mejillas.
Nada es serio sin la risa.
Su entusiasmo infantil resuelve las brumas de la tragedia.
La experiencia es la única autoridad y ella misma impugna sus enunciados.
La alcanzarás yendo contra el proyecto que tengas de obtenerla.
Rebélate contra los apaciguamientos que éste te sugiere.
No tengas prórrogas.
Y tranquilízate, tampoco tendrás reposo.
Vive en éxtasis, poético, pletórico de carcajadas.
Sobrevive al duelo del amor.
Tu comunidad ha muerto y ya no podrás recobrar allí lo sagrado.
Deja que sea el viento el que escriba tu tiempo.
O la noche, donde somos todos iguales.
Imagina allí tu nuevo hogar.
Y encontrémonos en ese abrazo de tango y en su erotismo que nos anticipa esa certeza mortuoria.
No dejes que la angustia te despoje de tu inocencia y tu gloria.
Niégate a la servidumbre, aunque implique perderte y poner en juego tu vida y tu razón.
Renuncia a todo poder y dominio.
Rechaza todas las prisiones, rebélate.
Encarna en las efusiones de la danza, la poesía, el arte.
Sin respuesta, sin descanso.
Solo una impotencia infinita.
No te subordines a lo posible, no.
No te dejes desterrar de las estrellas, vientos y volcanes.
Que el conocimiento y sus ficciones no destruyan tu aventura.
Toma esa decisión.
Sacrifícate.
Cuestiona, interroga también infinitamente.
Con gracia.
No te arrastres.
No aplazes tu existencia.
Recupérate en la fiesta
Olvídate del proyecto y el cálculo. Impúgnalos.
Tu risa aclarará la oscuridad de la nada y llegarás a ella embriagado de vacío.
Sin la necia angustia, naciendo de ella.
Y entonces las miserias de los culpables te harán reír como una brisa en tus mejillas.
Nada es serio sin la risa.
Su entusiasmo infantil resuelve las brumas de la tragedia.
Tu lenguaje será destruido, sí.
Un soberano silencio interrumpirá su articulación.
Y solo escribirás contra la agitación del discurso.
Descubriendo su ruina interior.
Anunciando este pasaje al ser.
Un soberano silencio interrumpirá su articulación.
Y solo escribirás contra la agitación del discurso.
Descubriendo su ruina interior.
Anunciando este pasaje al ser.
Piérdete en el movimiento, recuerda que morirás ciego.
Ese es el último coraje: volver a la vivacidad de la desesperación.
Porque todo lo que es, amigos, es demasiado.
Y entonces no temerás la muerte, serás indiferente al futuro, afirmarás el deseo y la entrega en el presente.
Ese es el último coraje: volver a la vivacidad de la desesperación.
Porque todo lo que es, amigos, es demasiado.
Y entonces no temerás la muerte, serás indiferente al futuro, afirmarás el deseo y la entrega en el presente.
Si el desierto es el destino, impone ese misterio árido y espantoso. Y entonces liberarás movimientos que parecían imposibles, en un vértigo que adivina lo insensato en tiempos de abismos, para los que ningún cobarde refugio es imaginable.
Abrazo de tango, amigos.
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