Los términos "bien" y "mal" en esta frase no son sino expresiones cualiativas que pertenecen a un subconjunto dominante (triunfante) que domina sobre otro subconjunto oprimido (derrotado). Pero si los malos triunfan pasan a ser llamados "buenos" porque, en general, "bueno" es lo que tiene valor de supervivencia. Podría también ser traducido en términos tales como "lo nómade nunca triunfa porque si triunfa se llama sedentario" o "los otros, lo crítico, lo abierto, lo antiinstitucional, lo cambiante nunca triunfa porque si tiunfa se llama académico, aburrido, universitario, clásico aclasicizado".
¿Es que el "mal" y el "bien" son dos cosas distintas completamente o constituyen momentos de una práctica, de una misma realidad? Optando por la segunda posibilidad y apelando a la utilización de "la barra" (bueno/malo) como operador no reificante, logramos crear cierto estado de circularidad entre ambos elemetnos en danza. También podríamos hacer lo mismo con palabras tales como innovación/dogma o revolución/status quo. Pero quizás el par que me ha resultado más interesante haya sido el de Koselleck: espacio de la experiencia (presente y pasado) / Horizonte de la expectativa (futuro), trayendo a mi mente una pregunta clave: ¿Es posible ir más allá de la modernidad? El tiempo dividido: lo que pasó y lo que pasa puede ser reinterpretado y el futuro se halla ligado al deseo, a algo no real. La historia de la Modernidad es la primera que posee Horizonte de la Expectativa, desplegado a lo largo de su noción de progreso, de una puerta al futuro.
La utilización de la barra se opone a la división mayoría/minoría que se haya ligada a la forma de separación binaria de la dominación, prefiriendo erigir padres tales como bueno/malo, hombre/mujer, heterosexual/homosexual, padre/hijo.
Mantenernos en la duda "bueno o malo" es limitarnos a una duda menor, de primera especie, restringida: quien duda enre lo qeu tiene se mantiene en los términos de la oposición. Esto hicieron Descartes, Kant, Hegel, Husserl. La historia de la filosofía es la historia de las dudas menores. Lo interesante es la operación de disimulo de esta duda menor que se hace pasar como única duda posible. La estadística es, "sin duda", la duda menor con la que funciona la sociología.
Pero hay una segunda duda que pone en juego los valores, el sentido: ¿quién antes que yo tomo esta decisión? ¿Quién habla? Preguntas que, al decir de Castoriadis, las ciencias sociales no se hacen manteniéndose en una lógica conjuntista-identitaria.
Estas dudas también representan diferentes momentos de lo sedentario/nómade o lo bueno/malo. Ahora bien: ¿el nomadismo es bueno? ¿Por qué pensarlo así si la proliferación de por sí no implica ninguna ventaja para con el monolitismo? El momento nómade representa el lugar de la producción por sore el de la reproducción (sedentario). Por ello, a la vez que es infiel a la anterior producción, es nuevo y vende. Hasta se llega a proponer el cambio porque es comercial (lo nómade porque sedentariza mejor) y al vender triunfa. También por ello el llamado "postmodernismo" ha apelado a la idea de revolución permanente (nomadismo), a la imposibilidad del proyecto, la proliferación de los márgenes, etc.
La crítica nunca triunfa porque si triunfa se llama rutina. Sucede que la crítica de primera especie no se elige. Es un rodeo necesario de la "sociedad abierta" para volver a la estabilidad o, mejor dicho, a su metaestabilidad: el desorden hoy supone una emergencia de una organización superior "meta", el mal hoy supone una emergencia de un "bien supremo" de carácter divino. Es como el enfermo esquizofrénico que recibe mensajes de doble vínculo y que, elija cual elija, será igualmente castigado salvo que trascienda en un mensaje de nivel superior. Por ello el mal, la subversión de un sistema, debe ser superior a la del sistema subvertido, de otro carácter. La oposición que iguala lo oponible mediante su negación pura siempre se recupera. El poder global es la continuidad del método. Por ello Guattari propone una comunicación lateral o transversal que desborde la horizontalidad y/o verticalidad, las dos direcciones del estriaje dominante.
¿Cómo saber cuáles son los momentos nómades del presente y/o del futuro en los que vale la pena anclarse y cuáles los momentos sedentarios de esos mismos tiempos en los que cabe afirmarse? Muchos no lo supieron y la comprensión, que superó a la acción ideológica, los llevó a puestos de gobierno y a rellenar el recurso a la autoridad con nuevas justificaciones. ¿Por qué se unirán radicales y conservadores en una moral de la impotencia, de la anomia, del aburrimiento?
Se trata de hacer algo que no se deje codificar, inventar un cuerpo en el que esto pueda fluir, que sería nuestro cuerpo. Se conocen los grandes instrumentos de sedentarización, entre ellos, la ley, el contrato y la institución. Se intenta sedentarizar la lectura mediante la sacralización de los textos (aún aceptando la historicidad de esa lectura se sacraliza la última lectura). La locura también será introducida en la relación contractual burguesa médica gracias al psicoanálisis. El bien, la ley, el contrato o la institución no cesan de crecer. ¿Por qué no, entonces, montar, como hizo Kafka, en alemán, una máquina de guerra contra el alemán? ¿Por qué pensar en nomadizarse, en hacerse "malos", cuando esto constituye el paso previo a la confesión y posterior salvación? Encontrar el "más allá del bien y del mal", ese campo donde se entremezclan fuerzas fascisas, burguesas y revolucionarias, es acercarse a lo intenso por sobre la representación.
En nuestras sociedades los nómades son infelices, se les hace muy difícil vivir, múdanse constantemente, no pertenecen a ningún lugar y, a la vez, no se mudan, se ponen firmes en tratar de nomadizarse para terminar permaneciendo siempre en el mismo lugar; escapándole a lo sedentario le escapan también a la vida, a la intensidad, al riesgo de lo moderno. Pensar en momentos de una práctica me parece más fructífero, repito. No es en la periferia el lugar donde se forman nuevos nómades. ¿De qué nómades hablamos, si permanecen inmóviles en un mismo lugar? ¿Qué tipo de nómades nuestra sociedad es capaz de no sedentarizar? ¿En qué Contrato puede vivir el conflicto? ¿Cómo, al decir de Cioran, concebir un pensamiento, un sólo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo? ¿Cómo "ser de natural combativo, agresivo, intolerante, y no poder reclamarse de ningún dogma? (Ver su Adiós a la filosofía). Obsesionados por el desapego, los nómades, los puristas, quisieran, a su vez, haber inventado todos los vicios. Tal vez nuestro destino sea "pudrirnos con los continentes y las estrellas, pasearnos como enfermos resignados, y hasta el final de las edades, la curiosidad por un desenlace previsto, espantoso y vano" (Adiós a la filosofía). O tal vez en los omentos propios de producción de verdad del mal, de la enfermedad, ésta se prodzca fuera de los hospitales y las cárceles en una desmedicalización de la locura, en una maldición del bien y bendición del mal, en el final del fanatismo y del politeísmo pagano, en el suicidio necesario de la filosofía y en su resurrección parcelada y escéptica.
El horizonte de la ética es lo que podemos también llamar nomadismo y ésta no es sino ética cumplida, sedentarizada. No se puede abandonar la idea de nomadismo, por otra parte, sin abandonar la posibilidad de la virtud, de la libertad. Por eso es qeu el postmodernismo está tan cerca de admitirnos como "cosa libre" entre las cosas. Es hoy cuando necesito reconocer a otro para reconocerme a mí mismo, para conservar mi humanidad. La concepción ética de la revolución, de lo nómade, me acerca a lo utópico y, por lo tanto, a lo increíble, lo inimaginable. Si yo exigiese creencia en ella, el desencanto, la contrarevolución, la sedentarización estarían en marcha. La pura negación es pura positividad: ambas alegan cientificidad y sustancialidad.
El concepto de revolución útil ha sido para los proyectos de poder como objetivo trascendente, teológico, por el cual todos los sacrificios están permitidos. Implica la creencia en el determinismo social, la creencia de que la sociedad funciona en forma sedenaria y cuyo control social es articulable/desarticulable mediante un nuevo control. Si pensamos que debemos habituarnos a una vida sin sedentarismo, auqnue esto sea frustrante y difícil, debemos aprender a vivir abandonando la creencia en el "nomadismo", pero no en la mortalidad de las instituciones ni de mí mismo: cambiar el ángulo de la realidad es cambiar también nuestro propio nomadismo formado en referencia a nuestro propio sedentarismo. Reinventar una relación nómade/sedentario, bueno/malo, ya que el poder es una relación de fuerzas y está en todas partes: "el poder es tú y/o él: individuo idealizado -alguien alzándose, yo mismo- (el que escribe, cualquiera al leerlo) - igual de ambiguo, contradictorio, escurridizo, fijado: Su poder: y/o: el tuyo" (Aguirre-Alberola, "Abandonar o reivindicar la revolución", 1984). Como señaló Cornelius Castoriadis en la charla que diera en la Hemeroteca Nacional de México el 17 de febrero de 1984: "venidos del marxismo revolucionario tuvimos que elegir entre ser marxistas o seguir siendo revolucionarios".
Mientras yo especifique lo sedentario y/o nómade, lo bueno y/o alo desde fuera, no estudio la acción social en sí. La operación de distinción bien/mal es una construcción social de los operadores a través de mecanismos de generación de lo real-racional. Por ello es que podemos pensar en explicaciones generativas para entender el fenómeno de lo nómade/sedentario: lo nómade como un conjunto de procesos que generan u producto (lo sedentario) que a su vez genera el conjunto de procesos (nómade): momentos de una práctica. Este tipo de definiciones recursivas desplatonizan el sentido, cuestionan la idea de diseño, y nos hacen replantear nuestras nociones acerca de las causas de los cambios sociales.
Ahora bien: ¿Qué relación tiene todo esto con la concepción foucaultiana de la "visibilidad profunda"? Lo explicaremos en la segunda parte...
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