Finalmente, la guerra, esa sociedad sin guantes, y la sociedad, la guerra con guantes. Esa maravillosa guerra contra un enemigo perfecto, lo suficientemente fuerte para movilizar toda la energía de una nación, y lo suficientemente débil para no ser nunca realmente peligroso y así poder seguir la guerra y el espectáculo.
Intrigas y guerras se sucedían en los pequeños estados de Blackhole, en jobios dominados por los marineros que quedaron del naufragio. En cada marinero hay un patetismo total, un sentido triste de carencia que uno no percibe en el efervescente señor Giovanni. Estos marineros eran sobre todo aventureros. Decían ser piratas venidos de otras islas.
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