Cuando empezó a trabajar Martín no sabía qué era lo elemental. Tampoco se equivocaba por no saberlo, ya que dependía de las paradojas y sucedía lo que el otro no sabía. Cuando lo supo, Catalina fue la que se enojó un poco porque no sabía de que se trataba todo eso. Martín le explicó que era algo que se demostraba solo, que él también era uno solo. Cuando se veían, no se sentaban en círculo sino solos, y cada uno, en realidad, no sabía nada del otro. El sentido de la vida de cada uno estaba en la capacidad de resistir, de enfrentar el destino en el modo de ser. Hay quienes dicen que cuando dos personas se enamoran es porque ambas se están mirando en el espejo del otro. Funcionaba con Catalina y Martín. Pero no fue lo mismo con George y su novia. Nunca se supo cual era el tamaño de su miedo hasta que un día George se quedó mudo y solo.
¡Quedarse solo! ¿Pero a quién se le ocurre! Sobre todo en su caso, ya que a George probablemente le hubiera dado lo mismo una u otra.
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