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Dramatis Personae

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Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Meditación

            ¿Sabía esto Martín? Nunca lo sabremos. Por eso en Blackhole no se olvida jamás a los ojerosos. Aquellos que portan un libro y toda la soledad. Que dejan que la vista se deslice con rapidez, casi en diagonal, hasta que algunas palabras detengan la lectura. Por favor, Martín. Pará y meditá. ¿Volver? Ya se que es difícil volver. Volver es casi como pensar. Y no es fácil pensar.

            Allí mismo, en la punta de Sagres, fue donde el Motú vivió cuarenta años de estudio y meditación. De exposición lenta en su pensar, ni las refutaciones ni las confirmaciones ajenas le interesan. Quiso, vaya si lo quiso, conmover a los intelectuales. Pero acabó con su programa de radio hablando de informaciones que se transfieren entre mercados a través de redes de telecomunicaciones de alta velocidad. Eso sí, todo eso lo piensa. Escucha pacientemente una letanía y, con la seguridad que dan años analizando el tema, nos dice a viva voz por la FM:

            –¿Y qué se yo? La verdad es que tengo que levantarme siempre a las seis y media, recoger los libros y buscar un nuevo refugio.

            El Motú no podía tolerar el flujo incesante, incoherente. Esta vez pareció inquietarle la última pregunta que le hicieron, como si ya hubiera pensado antes algo parecido. Y estando en la radio, no podía decir lo que hubiera querido decir: –“Juzgue por sí mismo”. Catalina había llamado quejándose:

            –Nadie puede entender lo nuestro. ¿Por qué es esto así?

            En esa aprobación de la vida dentro de la muerte era donde Catalina conocía la noche: esto era el ser. Aquello que no sabe verdaderamente por qué actúa de un cierto modo, aquello a quien la edad no le ha conferido sino edad. Con ella Martín había adoptado las cosas primero con mucho entusiasmo, después reflexionó, después dudó...y se quedó allí. Lo que más esperaba era un cierto conocimiento, que llegó muy tarde. Y esa tardía comprensión, a veces demasiado sensata, llegó a contenerlo.

            Martín había pensado mucho en esto. Decidió abandonar la seguridad inconfortable de su pobreza, analizó el desplome de una ética a su alrededor, y estudió la nueva situación a la luz de los ejemplos que ofrecían los nuevos pícaros.

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