Nomadismo /sedentarismo
Estamos hablando de personajes incapaces de adaptarse a la sociedad en la que les tocó vivir, a un lugar fijo, estable. De Mariátegui, de Arguedas: mestizos desgarrados por la peruanidad. Dice el narrador Arguedas de su padre:
“Mi padre no pudo encontrar nunca donde fijar su residencia: fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con el conocí más de doscientos pueblos. Temía a los valles cálidos y sólo pasaba por ellos como viajero...”37
Pero también llega el momento en que “en los pueblos, a cierta hora, las aves se dirigen visiblemente a lugares ya conocidos”38, como los precipicios donde suelen descansar los grandes loros viajeros cuando “se prenden de las enredaderas y llaman a gritos desde la altura.”39 Julio Reátegui hace visitas “relámpago” en La casa verde , sigue viaje, así como la señora Reátegui no sale de Iquitos, que constituye todo su mundo: “¿no era terrible viajar por la selva?”40. Aquilino también “anda con la casa a cuestas como una charapa, sin sitio fijo”41.
Por ello creo que es mejor no hablar demasiado, y escuchar estos libros, estos barcos, que navegan en los mares, en los arenales, sin interrumpirlos, intentando lo menos posible mancillar su poesía. Porque las casas se llenarán de animales rechazados que vagan por las calles expulsados de otras casas, como en “Al pie del acantilado” de Ribeyro; y nos tratarán de sordos o imbéciles como al personaje de ese mismo cuento que no hace otra cosa que vagar por la playa. Y soñamos con la universidad de “Los jacarandás” (de nuevo Ribeyro), cuyo rector haya sido previamente capitán de un barco mercante. Después de todo, Lima, fundada por un extranjero, por un conquistador, “aparece en su origen como la tienda de un capitán venido de lejanas tierras”42.
(37) Arguedas, Los ríos profundos, op. cit., cap. II "Los viajes".
(38) Idem nota 37.
(39) Arguedas, Los ríos profundos, op. cit., cap. V. "Puente sobre el mundo"
(40) Vargas Llosa, Mario, La casa verde, op. cit. p. 115-116.
(41) Vargas Llosa, Mario, La casa verde, op. cit., p. 263.
(42) Citado en Sebastián Salazar Bondy, Lima la horrible, op. cit.
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