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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

sábado, 10 de octubre de 1992

"La tierra" de Os sertoes

En el capítulo 4 de Os sertoes, la obra magna de Euclides da Cunha, se narra la vida deu n personaje legendario del sertao: Antonio Conselheiro. El autor lo presenta como "um documento raro de atavismo" en tanto refleja lo primigenio de la etnicidad del sertao reflejada en su "desvio ideativo". Y también porque este personaje nos remonta a los primeros días de la Iglesia, al mundo del gnosticismo "na ultima phase do mundo romano en que (...) a literatura latina do occidente declinou (...) mal substituida pelos sophystas e letrados tacanhos de Byzancio".

Antonio Conselheiro fue, en ese sentido, un gnóstico del sertao de nuestra era, un intelectual degenerado pero no aislado de su sociedad. Por el contrario, esa degeneración era la posibilidad de una nueva generación.

En el capítulo se hacen también referencias a las razzias y luchas de familias propias de la vida turbulenta de los sertoes, especialmente dos de ellas: la familia Maciel y la familia Araujo. Vicente Mendes Maciel, miembro de la primera, era el padre de Antonio Vicente Mendes Maciel (Conselheiro). Formó parte sin duda de estas luchas familiares pero nada se sabe con certeza sobre el papel que le cupo. Sí se sabe, en cambio, que su hijo tuvo una educación que de algún modo lo aisló de las turbulencias familiares, una educación rígida que hizo permanecer el carácter correcto y calmo del joven aún después de la muerte de su padre ocurrida en 1855.

Según Da Cunha, lo que desequilibraría la vida de Antonio será la sumatoria de la herencia de velar por tres hermanas solteras y su casamiento. Una vida bien auspiciosa que tambalea.

Proveniente de una familia tradicional, podría haberse abierto camino en la política. Pero su mujer huye de su casa, "raptada por um policial", y entonces Antonio busca en parajes desconocidos "o abrigo da absoluta obscuridade".

De allí surgirá en Bahía el anacoreta sombrío, monstruoso, aferrado al bastón "em que se apoia o passo tardo dos peregrinos", empezando a estragar en la imaginación de los sertanejos. Andaba sin rumbo cierto, indiferente a la vida y a los peligros.

"No seio de uma sociedade primitiva que pelas qualidades ethnicas e influxo das santas missoes malevolas comprehendia melhor a vida pelo incomprehendido dos milagres, o seu viver mysterioso rodeou-o logo de nao vulgar prestigio...". Cito casi completo este párrafo porque revela la característica cultural del sertao que hace que, para Da Cunha, Antonio Conselheiro haya sido quien fue. Todas las leyendas que lo rodearon de allí en adelante estaban en su ambiente propicio, sus desvaríos terrenalizados. Era el evangelizador que surgía.

Conocerá la prisión. Decían falsamente que había asesinado a su esposa y a su madre, lo cual no dejaba de ser compatible con su excepcionalidad y con los desórdenes de su vida doméstica. Era "uma lenda arrepiadora", de peregrinaciones y martirios.

Comenzaba así la historia del profeta del sertao, reflejo de los místicos del pasado. Como los montañistas, "surgia no epilogo da Terra" irradiando preceptos y desgraciadas aunque no menos poéticas profecías:

"...o certao virará praia e a praia virará certao".

"Em 1898 haverá muitos chapéos e poucas cabecas".

"Hade chover uma grande chuva de estrellas e ahi será a fim do mundo. Em 1900 se apagarao as luzes".

Así lo definirá Da Cunha: "Antonio Conselheiro era um pietista anceiando pelo reino de Deus, promettido, delongado sempre e ao cabo de todo esquecido pela Igreja orthodoxa do seculo II. Abeirara-se apenas do catholicismo mal comprehendido".

Antonio Conselheiro comenzaba a reemplazar al clero, el que sacaba igualmente una tajada de sus prácticas ya que Conselheiro estimulaba todos los actos religiosos. Sin embargo, había que dejar las cosas en claro y entonces el arzobispo de Bahía lanzará en 1882 una circular que condena las "doctrinas supersticiosas e uma moral excessivamente rigida com que está perturbando as consciencias e enfraquecendo, nao pouco, a auctoridade dos parochos destes logares", prohibiendo a los parroquianos reunirse para oír sus prédicas.

Pero esto no detuvo a Antonio Conselheiro, quien continuó sin embarazos su marcha de sertanejo apostol sin rumbo. Un oficio dirigido en noviembre de 1886 al jefe de policía de Bahía por el delegado de Itapicurú, donde Conselheiro iba con frecuencia, decía:

"Para que V. S. saiba quem é Antonio Conselheiro, basta dizer que é acompanhado por centenas e centenas de pessoas, que ouvem-n'o e cumprem suas ordens de preferencia as do vigario da parochia".

Y Conselheiro protegia a esas personas, continuaba sin tropiezos su misión pervertidora, molestando a la Iglesia, generando leyendas que reúnen en su misticismo las "aberraciones" del pueblo sertanejo. 

Predicó la rebeldía contra las nuevas leyes. Los creyentes acompañaron la hégira del profeta. Antonio Conselheiro conocía el sertao, era el sertao. 

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