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Dramatis Personae

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Cartógrafo cognitivo y filopolímata, traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.

jueves, 8 de octubre de 1992

La voluntad totalizante de la literatura comparada

La literatura comparada se caracteriza por una voluntad totalizante. Veámos como es eso desde las perspectivas de tres autores que han pensado la cuestión: Guillén, Van Tieghem y Culler. Para el primero de ellos, esa voluntad es dialéctica, hermenéutica, abrazando lo uno y lo diverso, lo particular y lo general, buscando abarcarlo todo desde la parte, lo mismo desde lo otro, ubicándose siempre en la otredad, para dar la vuelta al círculo. Quienes mejor totalizan, los mejores comparatistas, a veces son poetas: Borges, Cervantes, García Márquez. Lo que mejor totaliza es el género: puente entre la teoría crítica y la crítica literaria. El género es el sistema móvil sólo detenible imaginariamente gracias a Dilthey, Huizinga, Simmel: la hermenéutica. Y el género abarca e implica su contragénero, el estilo su antiestilo, en un movimiento que tal vez forme parte de los mismos procesos de la imaginación y la experiencia. 
Guillén nos propone totalizar desde el margen, desde la nada, la errancia en la casa del ser, la continua puesta a prueba de ese todo. Además, la literatura comparada traspasa las literaturas nacionales, su utopía en Guillén es la fraternidad universal, la herejía es la parroquia. Es una forma de vida, una fe que precisa aún ahondar en el oriente para crear los universales, la totalidad.
Con Van Tieghem nos hallamos en la tradición positivista, y en él la voluntad totalizante pertenece a la literatura general, deductiva, seno de la literariedad y la teoría frente a la literatura comparada, inductiva, lugar de la influencia y la crítica, y la diferencia (Hartfeld). Para Van tieghem la literatura comparada es un apéndice, casi una herramienta de la Literatura General. La que provee los hechos, el dato. Aquí no hay dialéctica sino una mala lectura de Comte. 
En Culler su voluntad es, precisamente, contra el todo. Pero, paradójicamente, reclama la herencia iluminista para derribarlo. Y ya sabemos de las voluntades totalizantes de la razón crítica erigida en soberana. De cualquier manera, prefiero la razón crítica y sus peligros (con comparatista autoconciencia de otredad) a la obsecuencia religiosa y sus cegueras. Prefiero, como Lezama, la pretendida inocencia y la hermenéutia en la superabundancia a la complacencia diplomática. La primera es cínica, la segunda, hipócrita. La nación, la religión y la razón nos han mostrado voluntades totalizantes. Sólo la última también goza, y goza con su muerte. 

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