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Dramatis Personae
- Daniel Scarfò
- Filopolímata y explorador de vidas más poéticas, ha sido traductor, escritor, editor, director de museos, músico, cantante, tenista y bailarín de tango danzando cosmopolita entre las ciencias y las humanidades. Doctor en Filosofía (Spanish and Portuguese, Yale University) y Licenciado y Profesor en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Estudió asimismo Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y Estudios Portugueses en la Universidad de Lisboa. Vivió también en Brasil y enseñó en universidades de Argentina, Canadá y E.E.U.U.
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domingo, 30 de noviembre de 2008
Escondites
Impurezas
Los puros condenan. No tienen ni tiempo ni espacio para aclarar como es que son tan coherentes. Los otros están hechos de momentos perdidos, de impurezas.
–Nosotros perdimos la guerra por creerles, por querer ser sinceros, por eso. El tiempo no tiene nada que ver aquí–, rezaba la editorial del último número de “Resistencia”, la publicación oficial de la Asociación Varones Anónimos.
sábado, 29 de noviembre de 2008
Alabanzas
Encanto
Era un lugar horrible. Chiquitito, sin luz y con pocas ventanas, de techos cada vez más bajos. Eran solamente dos cuerpos abiertos y desnudos entre las paredes blancas de un departamento. Por momentos me ponía a pensar como serían esos hombres, para poder saber si tienen que hablar, si tienen que moverse.
Entonces, de repente, el encantamiento. No poder salir de la pieza, no poder ir al baño, no poder hablar. George, al final, sufría si le hablaban. El oráculo le dijo:
–Matarás a tu madre en un departamento blanco y elegante, denunciarás hipocresías y certezas, hablarás de la belleza que encierran las arrugas y los muros de las casas, tiernamente.
viernes, 28 de noviembre de 2008
Idea y dolor
Cuando hablamos del sentido común, lo diverso no está tan lejos de su opuesto: la definición sufriente del silencio. En Blackhole todo se arregló con los que siempre trajeron la arbitrariedad. Era la lucha eterna contra el dolor mediante anestésicos, analgésicos y sedantes. Ante la idea de que Mario Vallejo, sus hijos, su dentadura postiza y sus golpes se habían marchado, la herida de la injusticia sufrida se había abierto repentinamente en el pecho de Martín, y le dolía. Y si Mario se hubiera ido con otro...sólo miraría la hora y se certificaría de que la puerta esté bien cerrada. Ese olor de piel y ropa, esos rasgos, esos dolores, esos colores, ese timbre de voz. Si agonía es lucha, agoniza el que vive peleando contra la vida misma y contra la muerte. Para ganar una guerra era mejor sufrir que acometer. Y por todos los siglos habría de verse siempre en torno de la leña de las hogueras, en la frialdad de las escaleras, el escándalo de reunirse profesores, alumnos, administradores, doctores, soldados y comerciantes, para sacrificar ferozmente al que enseñase su espíritu. Reliquias de la carne que se destroza ante cada herida de katana, Martín pensaba en irse aún sabiendo que alguien lo amaba.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Soledad
La discriminación racial le concernía también. Aunque en ese aspecto hubo más ángulos legales ineludibles: la soledad de Watson, las artes de la inacción reveladas en los papeles de tapa de hule negro, con una letra casi indescifrable. En las veredas vacías y en las cortinas bajas se leían las capitulaciones, el desencanto, los rencores, la crisis interminable, la mediocridad. Martín vagaba por la ciudad en busca de viejos amigos –y habían sido muchos– pero acababa encontrándose solo en una vereda, buscándose a sí mismo y, por momentos, hallándose. Esta isla de encantos, melancólicos y cabrones, se quedaba a solas con sus pálidas. Así lo encontré una noche solo en el banco de la plaza, una especie de enorme habitación casi vacía. Vacía la gran calle, decorada de rótulos con letras amarillas y cubos de plástico turquesa o azul, según la estación, Martín se había detenido, sobrio, sin gestos espectaculares y con una espontánea humildad.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Broma
–Papá, ¿por qué ese hombre mueve los brazos para todas partes? La única vez que vio a Martín, Mario Vallejo recordaba esa pregunta que le había formulado su hijito Marcos, una y otra vez.
viernes, 21 de noviembre de 2008
Abismos
Caminos
Ahora cada cual se va por su lado, Martín por allá y yo por acá. Todos habían tomado caminos distintos y nosotros no íbamos a ser menos. Después del tiempo que había pasado ausente, todos se habían vuelto ya lejanos. Tan sólo tenía una esperanza: ¿Y si por un caminito, en medio de los setos, avanzase de repente una hermosa muchacha en bicicleta y, precisamente en ese momento, cuando pasáramos a su lado, cambiara de rumbo?
jueves, 20 de noviembre de 2008
Importante
Lo insostenible era lo impronunciable. Por eso éramos menos tiránicos, menos enunciadores.
–Tengo las orejas grandes para poder escuchar todas las opiniones de la gente–, decía Martín.
–Aunque un hombre no hable–, se escuchaba como retruque en su propia cabeza.
Suavemente irónico, seductor, con un recatado toque de melancolía, Martín percibe que todos le hablan ahora de cosas serias e importantes. Hablan, hablan y, sin duda, gobernar es hablar.
–Mi padre me prohibía hablar–, me confesó alguna vez.
Dioses
martes, 18 de noviembre de 2008
Extranjero
¿A cuánto se cotizan? Un año y medio después de su presunta muerte, Martín supo que hay que saber elegir cada oportunidad. ¿Por qué había regresado? ¿Lo hacía por ingenuidad? ¿Por una secreta amistad?
lunes, 17 de noviembre de 2008
Costumbre
Buscamos la costumbre que no conocemos, extraños, lejanos. Martín solía sentir una atracción fetichista por los vestidos de las mujeres de las calles de los rincones más lejanos del mundo, pero estaba condenado fatalmente a esa atmósfera imponente de la playa. Amigos de sus amigos habían convertido los senderos de la arena en calles tostadas.
–¿Por qué volviste?–, le pregunté a Martín en cuanto lo vi, consternado.
–Quería ver a la gente en la calle–, me dijo. No sé, es una costumbre que extraño.
Todos en Blackhole nos hemos impuesto el desprecio como costumbre. Mientras camino por la ciudad pensando en cosas inútiles, el sol de diciembre hace levitar el asfalto en las calles desiertas, lo que me llena de inseguridad, lo que no deja de ser, en cierto sentido, una ventaja.
–No me gusta el mundo de los filósofos de arriba porque son gente que se desorienta–, me confesó.
Mientras caminábamos noté como las fachadas de las iglesias seguían atrayéndolo. Siempre había tenido una resistencia programática a crecer si no era con las hadas. Deambulamos por calles, trenes y colectivos, indecisos, intentando huir afanosa e inútilmente de la corrosión de las costumbres.
–¿Con qué jabón me quitaré tanta imagen?–, me preguntó. La naturaleza pertenece a las cosas ordinarias. La semana se nos pasa volando y los domingos como éste deambulamos, sin rumbo. Espía de la duda, siempre me había ofendido la forma en que Martín desechaba la idea de la historia. Llevaba ya varios días sin afeitarse, aunque jamás lo hubiera notado si no me lo hubiera dicho. Tenía dos botones desabrochados de un uniforme sucio que llevaba puesto, y se quedó mirando un rato largo a un oficial que dirigía el tránsito con un cigarrillo en la boca.
Caminamos, como ya dije, sin rumbo, por la ciudad. Nos sentamos un momento en el banco de madera de la plaza más pequeña de Blackhole, un banco de una plaza que era casi del tamaño del mismo banco, casi escondida por el banco. Sabíamos que primero había que encontrar el banco, y así daríamos con la plaza.
–¿Por qué no damos unas vueltas por los cafés?–, me dijo.
El mundo había condenado a su conciencia a vagar intranquila en medio de batallas cuya mayor importancia era la de saber que habrían de ser perdidas. Catalina ya estaba con otro hombre, enamorada. Y lo mismo podría haberlo dejado plantado a aquel otro y haber seguido al extraño que nos cruzamos en la calle, y todo tropezando, aunque solo levemente, con los perros hambrientos de pan y ternura.
sábado, 15 de noviembre de 2008
Tercera partida
¿De qué vale vivir así? Martín no se lo había preguntado nunca pero, igualmente, corrió sus riesgos, como todos sabemos. En Blackhole hay bandas y heridas incontestables. Los bebés esperan la papita en sus sillitas y reciben el sopapo, de ida y vuelta, parando en todas, sin llorar, carajo, que nos están mirando. El mismo gesto que impugna las trascendencias dibuja la posibilidad de una existencia distinta del absurdo.
Muchos de los que iban en el tren, entre ellos Gamin, partían en la búsqueda de un lugar donde hacerse taxistas o putas. Y tan sólo porque querían volar a los confines de los mundos.
–¡Ey! ¿Qué pasa, hermana?–, le preguntaron a Catalina los varones anónimos de la asociación en un coro a voces. Catalina enfrentaba el fantasma de su cuerpo concitado por su búsqueda personal del dinero que le faltaba. Después de la muerte de Martín, vivía obsesionada por vivir.
–¡Muertos, violadores, violadas, travestis, abortos, delincuentes, drogadictos!–, gritaba Gamin por la ventana del tren.
–Sos un emigrado, eso es lo que sos–, solía decirle Giovanni a Martín.
–Sos un emigrado, entendélo–, le repetía Yoshiaki.
En Blackhole se vivían tiempos de hierro y de fuego. Tiempos que llevaban a Gamin a desesperarse, aunque racionalmente, cuando observaba la larga fila formada por todos los desheredados. La hija de Jack era amiga de Martín. Su amigo y su padre habían muerto casi al mismo tiempo. Y ahora no sabía si alimentar a un perro callejero o convertirse en la sirviente de un samurai.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Notables
Choque
Opresión y jadeos. Nada que ver. Jack también murió. Perseguía un golpe, un ojo, una polémica eterna, y un tren acabó por atropellarlo cuando éste intentaba cruzar las vías con la barrera baja. El tren se lo llevó por delante. Jack, tan inseguro, tan dependiente, murió con los ojos abiertos, entre los hierros retorcidos de su camión
–¿Estamos seguros de que estamos bien?–, preguntaba irónicamente el Motú en la radio. La duración de nuestra atención disminuye a medida que aumenta la cantidad de informaciones que padecemos. Son treinta segundos. El Motú tenía treinta segundos para pasar esta noticia. Más allá del medio minuto la atención se degrada, el individuo se distrae, empieza a pensar en otras cosas, pierde el hilo fino y delgado, pasa la página y los perros comienzan a caer sobre las cabezas de las ancianas. Cuanto más precisamente se mida la velocidad de esta información, tanto más certidumbre habrá en cuanto a la posición, y cuanto más exactamente se mida la posición, más indeterminada quedará la velocidad.
Sí, es muy duro. Sobre todo si uno tiene la piel sensible. Cualquiera se pone nervioso ante un despliegue tal de datos, micrófonos, ambulancias y ametralladoras.
Desde la muerte de Martín todos los días (nadie sabe ya cuanto tiempo ha pasado) habían sido nublados. Para Martín esto no era un problema, ya que ahora caminaba sin mapas ni mástiles. ¿Cómo puede ser que él, que no era, fuera antes de no ser? ¿Por qué su hermano era el de los ojos marrones y no el de los ojos verdes del andén de enfrente?
Sobre colinas y cornisas y cenizas ahora pasa un ciclista que pedalea tranquilamente con las rodillas en ángulo recto. Aquí, en Blackhole, lo inevitable nunca termina de llegar, como una delicada hiena envuelta en rejas de hierro forjado, postergando siempre su choque, su amanecer.
martes, 11 de noviembre de 2008
Liberación ética (publicada en Revista Ñ como "Una ética a la medida de las bestias")
Liberación ética, por Daniel Scarfo
El razonamiento ético entre los humanos ha existido desde el tiempo en que las bandas primitivas tuvieron que cooperar, acordar y tomar decisiones grupales para sobrevivir. La consideración de los intereses de los otros ha sido desde hace mucho tiempo una parte necesaria de la experiencia humana. Quien nos recuerda esto hoy nació en Australia, estudió filosofía en Oxford y hoy divide actualmente su trabajo como profesor de bioética en elUniversity Center for Human Values de la Universidad de Princeton y como profesor en el Centre for Applied Philosophy and Public Ethics de la Universidad de Melbourne. Fue incluido en el año 2005 en la lista de las cien personas mas influyentes de la revista Time. Cofundador del Gran Proyecto Simio, escribe actualmente un libro sobre la filantropía y las obligaciones de los ricos en asistir a los pobres que será publicado el próximo año. Singer dona el 20% de su salario y continúa trabajando sobre cuestiones éticas, sobre lo que ha publicado numerosos libros a lo largo de los últimos treinta años.
Su argumento de que los niños severamente discapacitados deberían, en casos en que sea por el bien del mismo niño y de la familia, poder recibir eutanasia ha sido alabado por su coraje y denunciado por los activistas antiabortistas. Singer no cree en la santidad de la vida humana: matar a un ser humano inocente no siempre estaría mal. Imagina que cuando la ética religiosa de la santidad de la vida humana se vuelva indefendible, tanto al comienzo como al final de la vida, una nueva ética la reemplazará (entenderemos que la vida de una persona no es lo mismo que la vida de un organismo humano) y respetaremos el derecho de los individuos autónomos y competentes a elegir cuando vivir y cuando morir. Ha defendido el derecho a negar el Holocausto a la vez que ha apoyado la desobediencia civil en la tradición de Gandhi y Martín Luther King. En un fuerte alegato contra la corrección política, Singer afirma que la libertad de expresión debe incluir la libertad de decir lo que todos los demás crean que es falso, e incluso lo que mucha gente encuentre ofensivo.
Desde que en Liberación Animal Singer argumentara contra el especiecismo (discriminación contra o explotación de ciertas especies por parte de los seres humanos, basado en la asunción de la superioridad humana), comparándolo con el racismo y el sexismo, convirtiéndose para muchos en padre del movimiento de liberación animal, sus opiniones con frecuencia han sido controvertidas. Vegetariano, afirma que cuando hay alternativas nutritivamente adecuadas para reemplazar la carne, los placeres del paladar no pueden pesar más que el sufrimiento infligido a los animales. No niega o minimiza las diferencias entre humanos y animales no humanos pero las mismas no justificarían la manera en que pensamos sobre ellos o cómo los tratamos.
Quiere que los EEUU consideren sus obligaciones éticas en la nueva comunidad mundial. Crítico del presidente Bush, sostiene una filosofía ética utilitaria basada en el concepto de maximización de la felicidad y el placer y disminución del sufrimiento. Se ve a sí mismo en una tradición de filósofos involucrados en preguntas políticas, en la que le gusta nombrar a John Stuart Mill. En Una Izquierda Darwiniana desarrolla ideas para una adaptación contemporánea de la izquierda a las lecciones del darwinismo y de la biología evolutiva.
Así respondió a mis preguntas sobre algunos de estos temas:
¿Cómo repensar la vida y la muerte si, como dijera John Lennon, “la vida es lo que te sucede cuando estás ocupado haciendo otros planes” y, al menos en tiempos modernos, hemos tratado de ocultar la muerte de nuestro horizonte?
Los últimos veinte años han visto una reversión de esta tendencia que usted menciona: ocultar la muerte. Al menos en los lugares que me son familiares –Europa, Australia, los Estados Unidos- hay una nueva apertura para hablar sobre la muerte, y especialmente para hablar de nuestras elecciones sobre cómo morir.
Muchos países católicos son muy reticentes a considerar la eutanasia y el aborto. ¿Cómo fueron recibidas sus opiniones más allá del mundo anglosajón y protestante? ¿Ha sido diferente? ¿Y en los países asiáticos?
Yo defiendo que los padres deberían tener la posibilidad de elegir la eutanasia para sus bebés severamente discapacitados si, después de consultar con sus doctores y otros, creen que esto es lo mejor para los intereses de su bebé y de su familia. Esta postura ha sido discutida y tomada seriamente en muchos países, incluso en países católicos como Italia y España. Hay menos resistencia a ella en países asiáticos como Corea del Sur y Japón que en la mayor parte de los países con orígenes cristianos porque hace sólo 150 años en muchos países asiáticos el infanticidio se practicaba extensivamente, no sólo cuando el niño estaba severamente discapacitado sino también si los niños nacían uno muy junto al otro, de una manera tal que significaba una gran demanda para la madre.
¿Podemos hablar de un sentido moral universal?
Sí, todos los humanos son mamíferos sociales, y hemos desarrollado un sentido moral que nos motiva a cuidar a nuestros niños y a practicar la reciprocidad, devolviendo favores cuando los otros nos hacen favores, y haciéndoselas pagar a los que nos lastiman. El tabú del incesto también parece ser universal, de nuevo aquí evidentemente un producto de la evolución. Pero debería remarcar que el hecho de que nosotros todos compartamos estos juicios no quiere decir que sean correctos, tan sólo que son parte de nuestra herencia evolutiva común.
¿Podemos pensar en una ética más allá de las especies cuando incluso es difícil hacer que funcione una dentro de nuestra especie?
Por supuesto que podemos. De la misma manera en que podemos pensar en una ética más allá de nuestra propia comunidad aún cuando luchamos para desarrollar una comunidad armoniosa.
En la Argentina se acaba de publicar un libro que habla de “ecofascismo” ¿Cómo deberían prevenir esto los movimientos ecologistas?
Yo no entiendo cómo alguien que siempre busca el cambio mediante métodos democráticos y no violentos –como yo - puede ser descripto como ecofascista. Por supuesto que tanto las preocupaciones ecológicas como el deseo de reducir el sufrimiento de los animales conducirán a algunas restricciones sobre lo que hacemos. Pero eso no justifica ignorar los intereses de los animales, o de futuras generaciones de humanos, o incluso de aquellos humanos que ya están vivos y que, en pocas décadas, tendrán que enfrentarse al hambre si el continuo cambio climático perjudica a las lluvias de las cuales dependemos. Pero no veo cómo intentar prevenir estos daños a otros puede describirse como una forma de fascismo.
¿Sabe lo que comen los argentinos? Somos un país culturalmente muy carnívoro. ¿Cómo no querer comer carne aquí? La mayoría de los argentinos ni siquiera considerarían escuchar un argumento ético en relación a esto. Comer carne hace felices a los argentinos...
¡Sí, he estado en Argentina y me encontré con que no era fácil ser un vegetariano allí! (aunque en Buenos Aires hay algunos restaurantes vegetarianos buenos). ¿Y de ahí qué? Esto es como el argumento de que tener esclavos hace felices a los amos. No lo justifica.
¿No debería ser difícil argumentar en términos de los derechos de los animales?
En un nivel filosófico fundamental, no defiendo derechos, ni para los animales ni para los humanos. Defiendo igual consideración de intereses. Los derechos son meramente una taquigrafía conveniente para decir que, por esta igual consideración de intereses, deberíamos tener leyes y convenciones que prohíban, en circunstancias normales, hacer ciertas cosas a ciertos seres.
¿Cuánta influencia ha tenido Liberación Animalmás allá del mundo angloparlante?
Fue traducida a 20 idiomas –todas las principales lenguas europeas y algunas menores, también al japonés, chino y coreano. Hay organizaciones que promueven las ideas del libro en docenas de sociedades no angloparlantes.
En general no es simpático que los expertos en moral, que se consideran éticamente superiores, nos digan cuán inmoralmente nos comportamos. El discurso moral puede ser visto como el discurso del poder, o sea, de los opresores y de la derecha. ¿Cómo se las arregla con eso? “La bondad genuina es amenazadora para los que se encuentran en el lado opuesto del espectro moral”: usted alguna vez estuvo de acuerdo con esta cita, del hermano de la princesa Diana, y escribió sobre ella.
No creo que la muerte de la princesa Diana tenga algo que ver con su bondad, si realmente ella era tan buena, por lo cual dejemos de lado esa sugerencia. En cuanto al resto, yo no estoy diciendo que estoy libre de pecados. No se trata de ser moralmente superior o inferior, sino de haberse vuelto conciente de algunas cuestiones morales de las que mucha gente no es conciente. Si el discurso moral se ve a veces como el discurso del poder, eso es probablemente porque en países con una religión dominante, la moralidad viene de la religión, que habitualmente es aliada cercana al poder. Pero la ética aplicada no es así, al menos no es necesariamente así. La ética aplicada trata sólo de pensar detenidamente cuestiones morales que descansan detrás de nuestras decisiones prácticas y no es, en sí misma, ni de izquierda ni de derecha.
¿Cómo es posible crear una izquierda darwiniana? Los científicos sociales son muy reticentes a estudiar biología y piensan que conduce a posturas racistas y a biologismos.
Eso también está cambiando, y para muchos científicos sociales resulta útil el paradigma evolutivo para comprender la conducta social humana. Pocas personas, aún entre los científicos sociales, defenderían hoy la vieja idea de que nacemos como una tabula rasa sobre la cual todo lo que se escribe es resultado de la cultura en la que crecemos.
Usted dice que juzga las acciones por sus consecuencias. ¿Y qué queda entonces de ese viejo dicho de que “lo que importa son las intenciones”?
Hay buenas razones para tomar en cuenta las intenciones que tiene la gente, y para culparla o alabarla por las intenciones con las cuales actúan, más que por el resultado de sus acciones, que puede verse afectado por la suerte. Se hace así para alentar a la gente a actuar con buenas intenciones, porque se supone que esto conducirá a buenas consecuencias.
Menciona que algunos usan el cinismo sobre la moralidad como una excusa para no tratar de ser mejores personas.¿Qué piensa de la influencia de la filosofía de Nietzsche en las humanidades y las ciencias sociales, y de los resultados de décadas de lecturas postestructuralistas?
En primer lugar, yo nunca he vivido en una cultura en la que la filosofía de Nietzsche tenga una influencia muy importante, ni en una dominada por el postestructuralismo. Por lo menos en las culturas anglófonas, la influencia de estos modos de pensamiento es bastante menor, limitada a algunos departamentos de literatura o estudios culturales. Y eso me alegra, porque la mayoría de los postestructuralistas son, como filósofos, bastante ingenuos, y su rechazo de la verdad objetiva me recuerda al tipo de argumentos que esgrimen algunos estudiantes universitarios de primero o segundo año. Estos debates tienen una larga historia, y la gente realmente debería conocer los textos filosóficos –y los argumentos contra esas crudas formas de relativismo- antes de postularlos.
¿Qué opina sobre la relación entre moral y literatura? ¿Hay cosas que no deberíamos leer o escribir, como Coetzee se pregunta a través de su personaje Elizabeth Costello?
Es curioso que mencione este ejemplo, puesto que estoy en este momento editando, junto al Profesor Anton Leist de Zurich, una colección de ensayos sobre Coetzee y la filosofía, en la que se formula esta pregunta, y muchas otras. Soy reticente a prohibir el planteo de cualquier pregunta, pero simpatizo con Elizabeth Costello en que a veces no es necesario ni deseable sondear en los huecos más oscuros de nuestra naturaleza y en lo que a ello puede conducir.
Afirmó que deberíamos tener libertad para ridiculizar a la religión y negar el Holocausto. ¿Cómo es posible tal cosa en un medioambiente políticamente correcto? ¿Cómo hablar e investigar sobre raza e inteligencia? ¿Y cómo combinar, si fuera necesario, ambas visiones?
Se trata simplemente de permitir la libertad de pensamiento y expresión más amplia posible. Como sostuviera John Stuart Mill, sólo podemos demostrar que las ideas son sólidas e importantes si permitimos que se las desafíe. Aún si una afirmación es absurda, como negar el Holocausto, deberíamos proveer la prueba que la refute y no encarcelar a quien la sostiene.
Quería también preguntarle sobre su solución para la pobreza del mundo. ¿No podría considerarse algo ingenuo el sólo pensar sobre tal solución?
Presentaré mi solución de manera más completa en mi próximo libro, The Life You Can Save: Acting Now to End World Poverty (La vida que usted puede salvar: Actuando ahora para acabar con la pobreza en el mundo),que se publicará en marzo. En una palabra, la solución es más y mejor ayuda. No hay nada ingenuo allí. La cantidad de ayuda brindada hoy es pasmosamente modesta, cuando la consideramos en proporción al ingreso de las naciones ricas –los Estados Unidos, por ejemplo, donan sólo 18 centavos de cada 100 dólares que ganan, y mucho de eso es para propósitos políticos, no para acabar con la pobreza mundial. Necesitamos investigar más qué tipos de asistencia realmente ayudan a los pobres, y más recursos a esa ayuda. Siempre habrá alguna gente pobre en el mundo pero, a gran escala, la pobreza masiva puede terminarse en las próximas décadas si lo intentamos realmente.
¿Es posible una nueva ética, una ética global?
A través de la historia, la ética ha cambiado, aunque generalmente a paso lento. Pero como con tantos otros aspectos de la vida, el paso se está acelerando. En cuanto a una ética global, necesitamos una con tanta urgencia –para lidiar con problemas globales como el cambio climático, por ejemplo- que será cuestión de esforzarnos mucho más. Sin una ética global, podemos llegar a no sobrevivir o, si lo hacemos, será con un mucho más bajo estándar de vida que el que tenemos ahora.
domingo, 9 de noviembre de 2008
Lo que alguien ES
Viaje
En Blackhole todos queremos un ojo de cerradura y un tranquilizante sideral. Yo, por ejemplo, había viajado para huir de mi destino (y tal vez fue así que lo encontré, como Edipo), para escaparme de mis actos que parece que fueron hace treinta y seis años pero nunca tienen menos de unas pocas horas y casi siempre vienen bañados en sidra y pan dulce.
–Si lo llegás a ver, ya que hay quienes aseguran que no está muerto, rogále que no venga–, me decía el otro día un amigo refiriéndose a Martín. Y Martín no estaba muy lejos, sin duda. Hay quienes sostienen que empezó a despedirse el pasado lunes, con los primeros días del otoño.
Llegar, aquí quería llegar. Algunas personas hasta han llegado a pedir algunas monedas para hacer un viaje urgente e imprescindible fuera de Blackhole, donde creen que estaría Martín, en el más allá de acá. Pero...¿existe ese lugar, ese futuro?, me preguntaba Catalina, angustiada y furiosa ante una soberbia tal que contrastaba tanto con el tamaño de su cuerpo.
De cualquier manera, recibieron las monedas y viajaron. Viajaron tanto como Roberto, para quien cada viaje era una especie de paréntesis. Siempre viajaban en tren, ya que en una isla no tenían necesidad de otro medio de transporte. El Motú se encargó de tener a todo el pueblo al tanto de las novedades de la travesía a través de su programa. Así supimos que a medida que el tren avanzaba hacia el futuro, sus pasajeros corrían hacia el pasado, como en otra novela que alguna vez leí. Pero aquí ocurría en serio, según relataba el Motú. Recordaban, intentaban modificar decisiones, acciones, vacilaciones, silencios, palabras...hasta arrepentirse finalmente de haber viajado. Por la ventanilla podían vislumbrar velozmente niños abandonados o fugados esperando que el tren terminase de pasar alguna vez.
Tal cual Sísifo, hay que volver a empezar día tras día en Blackhole, hasta decir basta y tomar alguna perdida vía de escape que quede por allí, que necesitamos que quede por allí, tal vez en una selva, o en una avenida, es decir, la única avenida: Mutsamudo. Walker, sin ir más lejos o yendo muy lejos, el agujerense imposible, en actitud siempre sospechosa, nunca había dejado de caminar por los márgenes, viajando, partiendo con las hormigas, partiendo por partir, aún hasta en el presunto final de su vida.
–No quiero ni acordarme de eso–, me dijo Max, asustado, sugiriendo que era mejor olvidarlo todo y mirar hacia delante.
Hoy es el cumpleaños de Martín Walker. En los cumpleaños en Blackhole el tiempo se congela: a pesar de todos los cambios que aquí ocurren, los aniversarios, los natalicios de gorro frigio, continúan con sus sándwiches de tortuga y sus vasos de plástico, sus gaseosas y jugos, sus manchas de torta y algún llanto. La senda de lo que recorremos todos aquí en estos días está plagada de pedacitos de lo que comenzaba a armarse en nuestro rompecabezas roto, trunco en la imagen desgarradora, desarraigadora, que nos muestra entonces como otros el mismo día, atacando a los ciegos en su contundente presente y misteriosa costumbre.
Sólo los ramales cerrados conducen aún a lo lejos. Para vivir de amor, había que olvidar muchas cosas. Era necesaria, además, demasiada compasión. ¿Cómo olvidarlas? ¿Cómo tener tanta compasión?
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